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LÁZARO CÁRDENAS
Lázaro Cárdenas del Río gobernó México como Presidente de la República del 1 de
diciembre de 1934 al 30 de noviembre de 1940. El sexenio cardenista marcó en
gran medida el desarrollo del México contemporáneo. Cárdenas escribió en sus Apuntes en diciembre de 1934, pocos días
después de haber ocupado la Presidencia:
[las medidas a adoptar] me
hacen comprender que mi labor será ardua, que encontraré fuertes obstáculos
oponiéndose a un programa de moralización, de mejoramiento económico de los
trabajadores y de reintegración de las reservas del subsuelo. Pero tengo fe en
que podré resolver todo esto apoyado en el pueblo y en la confianza que sepa
inspirar al país con mis propios actos. (Cárdenas, 1986: 308)
Cárdenas se propuso disminuir
los desequilibrios y las distancias existentes entre los diversos sectores
sociales a través de nuevas y mejores instituciones. Entre las que funcionaron
durante el cardenismo destaca la educación socialista. La reforma educativa
respectiva requirió de la modificación del artículo tercero constitucional,
cuyo texto quedó así:
Artículo 3o.- La educación
que imparta el Estado será socialista y además de excluir toda doctrina
religiosa, combatirá el fanatismo y los prejuicios, para lo cual la escuela
organizará sus enseñanzas y actividades en forma que permita crear en la
juventud un concepto racional y exacto del universo y de la vida social.
Así, según este mandato los
alumnos de las escuelas socialistas serían educados con base en los dictados de
las ciencias, tanto en el campo de la naturaleza como en el de la sociedad; las
explicaciones que se dieran dentro y fuera de las aulas estarían alejadas de
los dogmas y los misterios propios de la educación religiosa, con lo cual se
daba continuidad a la lucha del Estado liberal mexicano por secularizar el
poder.
En este trabajo abordo lo
sucedido en dos municipios del Estado de México con respecto a la educación
socialista: Malinalco, considerado como rural en la década de los treinta del
siglo pasado, y Toluca, municipio urbano y capital de la entidad, que por lo
mismo gozaba de mejores condiciones culturales, económicas y sociales. Pretendo
conocer algo más de este suceso histórico para encontrar las continuidades y
las rupturas que se dieron en el ámbito municipal. Éste no es un trabajo
comparativo estrictamente hablando, pues no se utilizaron las mismas variables;
más bien es un cruce de miradas sobre ámbitos socioeconómicos, geográficos y
culturales distintos.
La reforma educativa de 1934
Lázaro Cárdenas confiaba en
que la escuela socialista sería un instrumento de reforma social que iría más
allá del cambio pedagógico y académico: una nueva escuela que favorecería una
gran reestructuración económica, social e ideológica del pueblo mexicano, como
consecuencia de la capacitación intelectual, técnica-práctica y moral de los
niños y los trabajadores.
En el discurso que el
presidente Cárdenas pronunció en Uruapan, Michoacán, el 2 de agosto de 1935
para contestar la pregunta de los asistentes sobre el nuevo papel del maestro,
el Presidente explicó:
La misión del maestro no ha
de concentrarse en el recinto de la escuela. Su misión en el orden social exige
su colaboración para el cumplimiento integral del programa de la Revolución. El
maestro rural es un guía del campesino y del niño y debe interesarse por el
mejoramiento de los pueblos. El maestro ha de auxiliar al campesino en su lucha
por la tierra y al obrero en la obtención de los salarios que fija la ley para
cada región. (Cárdenas, 1978: 172)
La nueva escuela socialista y
la enseñanza que en ella impartirían los maestros, especialmente los rurales
que no eran profesores de carrera sino empíricos, habría de incluir desde la
alfabetización y la castellanización de niños y adultos hasta la enseñanza de
modernas formas de organizaciones productivas-cooperativas, pasando por el
aprendizaje de nuevas técnicas de trabajo agrícola que permitieran a los
campesinos y a sus hijos organizarse mejor y optimizar sus actividades
productivas. En el campo se enseñaría a los niños a cultivar colectivamente la
parcela escolar, atender a los animales en los corrales lo mismo que a las
plantas y los árboles de los huertos construidos como anexos escolares y, lo
más importante, se les enseñaría a asumir una responsabilidad conjunta como
parte de un grupo en que los intereses individuales quedarían subordinados a
los intereses colectivos; tanto en el campo como en la ciudad, el grupo, no el
individuo, tomaría las decisiones y marcaría el rumbo de las actividades
escolares. En las regiones donde había ya industrias y trabajo de obreros
asalariados, los profesores orientarían a éstos para hacer efectivos los derechos
laborales garantizados por el artículo 123 de la Constitución General de 1917 y
por la Ley Federal del Trabajo de 1931.
Cómo se aplicó la reforma en el caso de Malinalco, municipio
rural
Durante el cardenismo, en el
municipio de Malinalco ya no se repartió una gran cantidad de tierras, como
sucedió en casi toda la entidad. El mayor apoyo del gobierno federal fue la
regularización y entrega definitiva de ejidos que no se había hecho antes, la
entrega de ayuda financiera y técnica, así como la capacitación de los
trabajadores rurales y el mejoramiento de la producción agrícola. Estos
beneficios completaron la entrega de las tierras, que por sí sola no era
suficiente para mejorar la vida de los ejidatarios.
Los ejidos de Malinalco
comprendieron también la parcela escolar. Los artículos 145 a 147 de la Sección
Quinta del Código Agrario de 1940 —firmado por Lázaro Cárdenas el 23 de
septiembre de ese año— establecieron legalmente la parcela escolar, que de
hecho se creó desde el inicio del gobierno cardenista. El texto dispuso que la
parcela escolar se formara en todos los ejidos del país "para fincar las
actividades agropecuarias y de industrias rurales aprobadas para la comunidad,
y donde los alumnos de la Escuela Rural desarrollen sus trabajos educativos"
(Artículo 145 del Código Agrario de 1940). La parcela serviría entonces para
que los alumnos aprendieran formas y técnicas modernas tanto de producción como
de organización del trabajo; sería trabajada como cooperativa, los niños
estarían dirigidos por el maestro y tendría la misma extensión que la de las
parcelas ejidales; en su constitución se escogería de entre las mejores tierras
y más cercanas al poblado o a la escuela, en caso de que la hubiera. La parcela
no podría arrendarse, permutarse, traspasarse o enajenarse (al igual que las
parcelas de los ejidatarios). Sus utilidades se aplicarían en mejoras
materiales de la escuela y de la casa del maestro, así como en la compra de
mobiliario y útiles escolares.
Se buscaba que las parcelas
escolares fueran un laboratorio de preparación técnica y moderna de los futuros
productores agrícolas, a la vez que un laboratorio social en que el trabajo
colectivo sería la forma "natural" de organización del trabajo. En el
caso del municipio de Malinalco la producción que se lograba en las parcelas
escolares era variada, seguramente como resultado del cuidado y dedicación que
maestros y alumnos ponían en su cultivo, del número de alumnos que la
trabajaban, de la calidad de la tierra de la parcela y de otros factores más. Es
por ello que se registra, por ejemplo, un pequeño ingreso en la parcela escolar
del ejido del Aguacate y uno muy bueno en la parcela de Jalmolonga.
En las parcelas escolares se
construyeron las escuelas rurales y la casa del maestro allí donde no había. Pocos
pueblos tenían un edificio construido ex
profeso para ser escuela; la
mayoría improvisaba como tal la casa prestada por algún vecino o se rentaba uno
o varios cuartos, incluso los salones o atrios de las iglesias que utilizaban
los sacerdotes para catequizar a sus fieles. Esto hacía más difícil la labor de
los profesores socialistas, pues la misma iglesia católica los había declarado
sus enemigos, y de ahí también la necesidad de construir la escuela rural y la
casa del maestro.
Si el maestro rural era una
persona de la misma localidad no había necesidad de construir la casa del
maestro; pero si el profesor venía de fuera se hacía indispensable dicha casa,
debido a que debía dedicarse regularmente de tiempo completo a su tarea: su
labor con niños y adultos así como con toda la comunidad lo mantenía ocupado
casi todo el día, por la mañana y media tarde con los menores en la escuela
rural, por las tardes y noches la alfabetización de los adultos, en tanto que
los sábados se dedicaba a actividades de beneficio comunitario, tales como
campañas sanitarias, de orientación alimenticia y médica, de logro e
introducción de servicios públicos, o se reunía con las diversas organizaciones
sociales creadas en la comunidad, etcétera, y los domingos tenía actividades deportivas
y culturales —funciones de teatro al aire libre, clubes de lectura, etcétera—.
Por ello es que los maestros rurales tenían que estar dedicados de tiempo
completo a su labor y, por lo mismo, tenían que vivir en la comunidad.
En la escuela elemental de
Malinalco, en 1937 trabajaba el profesor Rafael Flores Miranda, quien informó a
la Dirección Pública de Educación de la formación de consejos infantiles. Una
de las tareas marcadas por la escuela socialista era justamente la práctica del
autogobierno en las escuelas elementales, para lo cual los niños eran ayudados
y guiados por sus maestros y los alumnos mayores. El propósito era que desde la
escuela elemental los niños aprendieran una forma de organización (escolar) con
base en la participación de todos los involucrados —alumnos y maestros—, y con
ello el ejercicio de un sistema democrático de convivencia social. Asimismo, el
maestro Flores avisó que había iniciado las clases con los adultos para
enseñarles a leer y escribir, y que su grupo de analfabetas comprendía personas
cuyas edades estaban entre los 15 y los 60 años. Si esto fue así, el profesor
Flores se comprometió en una gran tarea social que abarcaba a niños y adultos,
tal como lo exigía la nueva política educativa (AHEM, Ramo: Educación Pública,
Distrito de Tenancingo, 1937 v. 16 exp. 1038, f. 02.).
En su programa de trabajo, el
profesor Flores avisó a las autoridades que las clases nocturnas para
analfabetas serían de las 16:30 a las 18:30 horas, y las de los niños
abarcarían de las 8:30 a las 13:30 y de las 14:30 a las 16:30. Dedicaría los
sábados a llevar a los niños de excursión para que conocieran directamente los
fenómenos naturales y sociales, y a la práctica de diversos deportes, de
acuerdo con los mandatos de la pedagogía moderna.
Con respecto a los adultos,
el programa del profesor Flores no sólo abarcaba la enseñanza de la lectura, la
escritura y las operaciones aritméticas fundamentales, sino también lo que en
los programas se llamaba "educación cívica", y que comprendía
información útil sobre el funcionamiento administrativo-gubernamental de los
pueblos, una manera de conocer y defenderse en caso de que hubiera abusos de
las autoridades municipales, la enseñanza de la práctica de las operaciones
comerciales más elementales que podía haber entre los vecinos y las formas
principales de legalizar una relación comercial.
Cómo se aplicó la reforma en el caso de Toluca, municipio
urbano
Inmediatamente que entró en
vigor la reforma educativa, los periódicos que se editaban en Toluca se pusieron
a trabajar a su favor. Acción
Municipal publicó un artículo
el 10 de diciembre de 1934 de Gerardo A. Sosa, quien anunció la llegada de una
nueva sociedad que acabaría con la división de las clases sociales "entre
menesterosos y opulentos", y que esta labor estaba encomendada,
fundamentalmente, a los maestros de la nueva escuela socialista. "El
profesor formará hombres nuevos que sabrán trabajar en común y para el
beneficio de todos".
Juventud. Órgano
Científico y Literario Institutense recurrió en sus editoriales a Salvador
Díaz Mirón como ejemplo de "poeta socialista" que también aspiraba a
una sociedad más igualitaria, y para probarlo reprodujo sus conocidos versos:
Sabedlo, soberanos y
vasallos,
próceres y mendigos
nadie tendrá derecho a lo superfluo
mientras alguien carezca de lo estricto.
En el ambiente académico y
culto de Toluca, o por lo menos entre quienes escribían en los periódicos y los
leían, muchos eran profesores que tenían una gran esperanza en el advenimiento
de una sociedad mexicana más justa e igualitaria.
Un problema inmediato que se
tuvo con la reforma educativa, y que se acentuó en la capital del estado, fue
el de definir el significado de escuela
socialista, al que se asociaba otro concepto, el desocialismo, que
para unos pocos era un término unívoco, mientras para la mayoría resultaba
difícil distinguirlo y comprenderlo. Los periódicos publicados en Toluca
también se dieron a la tarea de difundir los conceptos teóricos relacionados
con la nueva escuela socialista, a fin de evitar interpretaciones y acciones
erróneas que provocaran un mayor rechazo a la nueva escuela cuyo origen estaba
en maestros que manejaban una información equivocada de lo que era la reforma
educativa de 1934.
El Informador Diario de
Toluca (16
de agosto de 1935) publicó en uno de sus editoriales, titulado "La escuela
socialista":
El socialismo, concebido
simplemente como movimiento de odio contra el capital, como simple
anticapitalismo, evidentemente que no será nunca motivo de enseñanza en las
escuelas. Se trata de desarrollar en el niño el hábito del trabajo, la
identificación con la clase proletaria, la importancia del cooperativismo, el
odio a la codicia, el amor por el menesteroso y la convicción de que el trabajo
no es una maldición, sino, un afán que tiende siempre a la emancipación de la
clase trabajadora […]. Una escuela creadora y de liberación.
Los defensores de la nueva
escuela explicaban que se trataba de acabar con el individualismo fomentado por
la escuela liberal establecida en México a partir de la segunda mitad del siglo
XIX.
Acción Social se ocupó en sus editoriales de
explicar los métodos que los maestros socialistas debían usar en la nueva
escuela reformada. Estos "editoriales didácticos" dirigidos a los
profesores aparecieron a lo largo del sexenio cardenista, entre ellos el
publicado el 23 de agosto de 1938, en el que se dijo que el método pedagógico
en la escuela socialista tendería a fomentar el sentido de independencia y
responsabilidad en el niño, aumentando inicialmente su autoestima. "Todo
esto es una cuestión de valor personal, es decir, del valor para la acción,
para la responsabilidad y para la cohumanidad; en una palabra, del valor para
ser uno mismo". Dudo que este lenguaje haya sido entendido por todos los
maestros a quienes iba dirigido el mensaje, sin embargo se aclaraba que se
trataba de acercar el niño a la realidad en la que vivía a partir de la misma
escuela, y no de crearle otra, diferente y ficticia, caótica e incomprensible.
En 1938, en la Escuela Normal
Mixta de Toluca se publicaba el periódico Vanguardia.
Órgano de la Sociedad de Estudiantes Normalistas que frecuentemente dedicaba textos a
la nueva escuela y el nuevo maestro. La nueva escuela ya no era como la
heredada de los liberales de 1857. "La nueva escuela se basa en las
aspiraciones comunes del hombre y las necesidades generales del
estudiantado" (20 de octubre de 1938); tanto en alumnos como en los
maestros, la nueva escuela debía formar una "amplia conciencia de
solidaridad y de servicio a la comunidad". (Ibid.) Los alumnos
normalistas serían preparados científica, técnica e ideológicamente para luchar
por el advenimiento de una "sociedad sin clases".
Se suponía que los profesores
que trabajaban en Toluca, por ser profesores de carrera, encabezarían la
reforma educativa; sin embargo, todo indica que esto no fue necesariamente así,
pues muchos seguían enseñando a la manera tradicional y verbalista, sustentada
en la autoridad y "sabiduría" del maestro, y que consideraba al
alumno como un receptáculo pasivo y obediente, sin compromisos con la sociedad,
es decir, más allá de los muros de la escuela: de la misma manera que la
escuela tradicional, a la cual la nueva escuela socialista se proponía acabar y
dejar en el pasado.
Resulta notoria la actitud
paternalista y de conmiseración que tenía el profesor urbano por los habitantes
de las zonas rurales, especialmente los indígenas. Sin embargo, los profesores
que trabajaban en Toluca, reconocidos como los mejor preparados pedagógica y
técnicamente hablando, no se fueron a trabajar a las zonas rurales y alejadas
de la capital que era donde hacían más falta, sino que siguieron congregados en
la capital.
La mayoría de las escuelas
primarias que había en Toluca eran unisexuales: o bien eran niños o bien para
niñas. Pocas se registraron como mixtas. Llamo la atención sobre este punto
porque una de las normas de la educación socialista era que todas las escuelas,
desde los jardines de niños hasta las normales, fueran mixtas. El hecho de que
casi todas las escuelas primarias de Toluca fueran unisexuales puede ser una
muestra, si bien no la única, de que la sociedad toluqueña no era partidaria de
que niños y niñas estuvieran juntos en las escuelas. Esto no pasó en pueblos
como Malinalco, donde por la escasez de edificios escolares y probablemente por
la de alumnos, las escuelas eran mixtas y difícilmente contaban con más de tres
grados escolares, generalmente atendidos todos por el mismo profesor, quien era
también el director escolar.
En este breve documento, se
pueden apreciar algunas diferencias entre lo que preocupó a la sociedad de un
pueblo rural como Malinalco frente a la reforma educativa de 1934, y lo que
sucedió en un municipio urbano, Toluca, capital del Estado de México.
En Malinalco, los padres de
familia, alumnos y maestros concentraron su actividad en conseguir la tierra
para los campesinos por la vía del ejido así como apoyos oficiales para
desarrollar la producción agropecuaria de acuerdo con la legislación agraria, y
en conocer y exigir el cumplimiento de los derechos de los trabajadores
asalariados, de acuerdo con la legislación laboral. En Toluca, los maestros se
dedicaron a tratar de definir con claridad y precisión lo que significaba la
nueva educación socialista. Los periódicos locales fueron utilizados por los profesores
de Toluca para "teorizar" sobre el tema, cuyo problema era para ellos
más de definiciones y aclaraciones que de acciones concretas en beneficio de la
comunidad.
Preocupaciones distintas,
respuestas distintas; profesores académicamente distintos, actitudes y acciones
distintas; ámbitos sociales distintos, tareas también distintas asumidas por
los profesores.
En el caso de Malinalco, la
labor social de los profesores rurales fue más amplia y abarcó a un mayor
número de sectores sociales que los atendidos por los profesores urbanos de
Toluca, más preocupados por aclarar los aspectos teórico-pedagógicos de la
reforma que por aplicar el amplio programa de acción social que acompañó a la
escuela socialista cardenista. LC
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