sábado, 17 de noviembre de 2012

JOSE VASCONCELOS




El humanismo iberoamericano de José Vasconcelos*



José Vasconcelos es el intelectual mexicano quien proyectó dotar a su país de un sistema educativo y de un marco cultural adaptado a las circunstancias nacionales, abierto a todos. Vasconcelos siempre consideró que la cultura es un mecanismo reinvidicador de la raza, y creyó en el mexicano que puede conquistar el espíritu, el intelecto y la grandeza. Los logros y esfuerzos de este pensador mexicano en el primer tercio del siglo XX, se reconocen por su visión de enlazar a Hispanoamérica en una gran patria, en 1922 en sus viajes a América del Sur, las asociaciones estudiantiles de Colombia, Panamá y Perú, otorgan a Vasconcelos la designación de Maestro de la Juventud, luego cambiada a Maestro de América, por el alcance de su obra pedagógica y filosófica.

 biográfia
Nació en la ciudad de Oaxaca el 27 de febrero de 1882, su nombre completo fue José María Albino Vasconcelos Calderón. Su padre fue agente aduanal, por lo que desde los tres años de edad vivió en la frontera de los Estados Unidos primero en Sásabe, luego en Piedras Negras desde donde cruza la frontera para asistir a la escuela de Eagle Pass, Texas. Cuando tiene trece años viaja con su familia a la capital del país para continuar sus estudios, primero se detiene en Toluca en 1896 donde asiste al Instituto Científico y Literario, en 1897 continúa su peregrinar, ahora se va a Campeche donde asimila abundante literatura francesa. Posteriormente regresa a México donde se inscribe en la Escuela Nacional Preparatoria que era baluarte principal del positivismo, y más tarde en la Escuela Nacional de Jurisprudencia donde se graduó de abogado en 1905. Vasconcelos trabajó primero al servicio del gobierno y luego del consorcio norteamericano Wagner, Jonson & Gastón de N.Y. con sucursal en México. Por ese mismo año forma parte del Ateneo de la Juventud donde en sesiones maratónicas leían a Platón. Nietzsche, Schopenhauer, Bergson, y muchos más autores, entre los ateneistas se cuentan Antonio Caso, Pedro Henríquez Ureña, Alfonso Reyes y muchos más personajes que destacarían en el campo de las letras y el pensamiento mexicano.
En los últimos años del gobierno de Díaz, Vasconcelos fue un opositor no sólo con la pluma, sino participando directamente en un asalto a un cuartel de tropas porfiristas. Formó parte del Partido Antirreleccionista y apoyó la candidatura de Francisco I. Madero, a la muerte de éste, fue representante de la revolución primero en Washington, luego en Londres. Vencido Huerta vuelve al país y asiste a la Convención Nacional, allí se une como Ministro de Instrucción con Eulalio Gutiérrez que fue nombrado presidente provisional por la Convención. Al triunfo del movimiento constitucionalista salió del país y permaneció en el destierro hasta la caída de Carranza en que Obregón lo nombró Rector de la Universidad Nacional desde donde organizó y dio coherencia a la educación en sus distintos niveles y bosquejó la estructura de lo que sería la Secretaría de Educación Pública. Al ocupar la Presidencia Obregón lo confirmó en el puesto de Secretario de Educación Pública, le dio todo su apoyo lo cual le permitió a Vasconcelos llevar adelante sus tareas y proyectos (1921-1924).
Al fin del período de Obregón, renunció Vasconcelos para oponerse a la candidatura de Calles a la presidencia, participó como candidato en las elecciones para el gobierno del estado de Oaxaca, y al perder las elecciones nuevamente salió al exilio. A la muerte de Obregón, Vasconcelos participa como candidato ahora a la presidencia de la República, después de una campaña agitada y agredida por parte del callismo, pierde las elecciones ante un fraude monumental, finalmente se exilia otra vez en el extranjero al no encontrar respuesta a su llamado de sublevarse contra el gobierno. Regresa a México al finalizar el periodo del gobierno de Lázaro Cárdenas, a partir de 1943 fue miembro fundador de El Colegio Nacional y director de la Biblioteca México, hasta su muerte en 1959.

La esencia del hombre: humanismo iberoamericano
En la formación del hombre iberoamericano, Vasconcelos cita como elementos de un currículum necesario a la ciencia y a la filosofía.
En la obra vasconceliana De Robinsón a Odiseo, se hacen importantes señalamientos críticos contra el positivismo que tuvo importante influencia en México a fines del siglo XIX. Vasconcelos sobre el positivismo dice:
La doctrina del método nuevo se comprendía diciendo que todo conocimiento viene de la experiencia y que ésta no es científica y, por lo mismo válida si no se ajusta a la prueba física que condiciona el efecto a la causa con rigor matemático... La enseñanza se organiza, en consecuencia, partiendo de las matemáticas y terminando en la sociedad (Vasconcelos, 1952: 55).
El sistema jerárquico positivista de Comte y en consecuencia de Gabino Barreda, toma a la sociedad como último fin que debe aspirar el conocimiento científico, con lo que Vasconcelos está en desacuerdo.
La organización de la enseñanza con base en el positivismo, trajo como consecuencia olvidarse de la enseñanza de la filosofía, a lo cual se suma otra de las contrariedades de Vasconcelos con la educación positivista, como reza a continuación:
La filosofía en su totalidad, fue arrojada de las aulas como antigualla y remplazada con la sociología las enseñanzas científicas fueron perfeccionadas, instaladas casi con lujo. La biología, la física y la química dieron base a toda educación impartida; por aquel tiempo incluso el problema del ser lo buscábamos en los residuos de la probeta del laboratorio experimental (Ibíd.: 56).
La crítica que vierte Vasconcelos al positivismo no es general, reconoce el mérito que tuvo en América. Dice este filósofo mexicano: “El positivismo está hoy superado, pero debemos agradecerle que nos librara en América del candor que sale de la escolástica” (Ibíd.: 56).
Vasconcelos es un defensor de la filosofía, y un visionario que rescató del proyecto positivista, el rigor científico de toda investigación. Abunda diciendo que:
...no hay derecho a hacer filosofía si se desconoce la disciplina científica experimental. Y al restaurarla Universidad hemos respetado la sólida conquista que significa el saber darle a la materia el trato que corresponde, es decir, al que se deriva de la física, la química o la biología (Loc. cit.).
Vasconcelos fue quien restableció la enseñanza de las humanidades en las universidades en la primera mitad del siglo XX, también incorporó el estudio del latín y el griego, además la enseñanza de la historia, la filosofía y la metafísica. Concibió a la universidad como un espacio propio del conocimiento, con el limitante de la rigurosidad científica, según la rama de la actividad cultural.
Cito a continuación el concepto de ciencia que tiene Vasconcelos, elemento necesario para explicar su proyecto científico-humanista.
La ciencia en efecto, no es una simple interpretación matemática formal de la realidad (sumisión de la realidad a formas), sino el descubrimiento de que los objetos sensibles se mueven con independencia de las formas del discurso y según sus propias, precisas y características normas (Vasconcelos, 1945a: 10).
La ciencia a que hace referencia Vasconcelos, es la ciencia empírica, la ciencia objetiva, la ciencia realista que postula una realidad aprensible y cognoscible. El pensar del filósofo, a decir de Vasconcelos, debe ser como el de la ciencia: apegado a la realidad.
Vasconcelos es claro al afirmar: “La ciencia es la tarea de nuestra época y por ningún motivo debemos eludirla” (Ibíd.: 22).
Este pensador mexicano hace un llamado al filósofo, para que no ignore a la ciencia, cuando estudie a la realidad sensible. El método experimental propio de la ciencia empírica rescata a la ciencia como asunto de demostración lógica o matemática.

La visión científica-humanista de Vasconcelos
Nuestro filósofo en cuestión vierte otra crítica fuerte a Francis Bacon, creador de la inducción, método que permite estudiar a la realidad material de lo particular a lo universal, también a Augusto Comte por su esquema teórico que desemboca en un cientificismo social. Ambos los acusa de no hacer una verdadera filosofía, sino una teoría del conocimiento de lo material.
Continúa diciendo Vasconcelos: “Ambos no advirtieron que el deber del filósofo es unir el saber científico-empírico, con el saber humanista, el saber estético, el saber divino... No se puede filosofar si se desatienden dichos valores” (Ibíd.: 21).
La visión científica-humanista está presente en su proyecto educativo, donde no rechaza el afán científico del positivismo, pero sí rescata e instituye en las universidades el estudio de las humanidades, en sus términos dice:
Fue barbarie de la época positivista excluir de las Facultades el estudio de las Humanidades. Pero sería ceguera dejar al filósofo sin conocimiento somero de las hipótesis atómicas y la teoría del cuanto... Filosofía que atiende a las conclusiones de la ciencia empírica, es la única posible en la América que fue positivista... (Ibíd.: 20).
Vasconcelos se refiere al trato que se le dará a la realidad física, ese trato será empírico, no silogístico; para el estudio del espíritu o del ser, se aplicarán disciplinas como la metafísica.
Nuestro intelectual mexicano dejó una tarea al filósofo, que es crear una concepción del universo, apoyado en las ciencias especiales, para tener sus conclusiones y así consumar la concepción total de la realidad.
Nos previene del uso utilitario de la ciencia, que conlleva una concepción parcial de la realidad: “Usando el dato científico a lo Bacón, es decir, con fines exclusivamente utilitarios, se conquista poder relativo sobre las cosas, pero no se llega a construir pensamiento generalizador, ni sentido filosófico de la existencia” (Ibíd.: 21).
La tesis central de Vasconcelos es que la ciencia es una parte de la filosofía, porque ésta existía antes de la ciencia y su campo de acción va más allá de lo que pretende la ciencia.
A manera de conclusión de este apartado, diré que para Vasconcelos el currículum formativo del hombre iberoamericano es el binomio ciencia y filosofía. La ciencia investiga las condiciones de la producción de los fenómenos y la filosofía, crea una concepción del universo, una concepción realista, apoyándose en la ciencia.

Postura gnoseológica
La teoría educativa de Vasconcelos buscaba el desarrollo espiritual del hombre, en contraposición a la visión pragmática y material de la civilización sajona.
La educación debía de dar al educando cierta especialización técnica, que le permitiera ganarse la vida, pero debía trascender más allá, es decir, proporcionarle una visión general del mundo invisible a los sentidos, que se aprecia con el intelecto y que está conformado por valores que están más allá de lo práctico y lo empírico.
La propuesta gnoseológica de Vasconcelos se puede resumir así:
Las facultades mediante las cuales se obtiene el conocimiento son: los sentidos, el intelecto, la imaginación y las emociones... En el estado estético, que es el más alto estado de conciencia, la imagen recrea el objeto percibido; la imagen es una representación que enriquece al objeto. El filósofo, “artista de la totalidad” usa su imaginación cuando las ideas son insuficientes para organizar sus experiencias... el verdadero conocimiento es en sí mismo estético (Sametz de Walerstein, 1991: 66-67).
Vasconcelos en la búsqueda de un método para conocer la realidad existencial, desconfía de la razón, porque no logra captar la esencia de lo real, aspira a la unidad de lo absoluto, situación antagónica con la dialéctica. Dice que el método socrático debería ser el auxiliar inmediato del profesor, de ahí que la deducción, la generalización proporcione una visión universal del mundo circundante. El método experimental lo recomendaba para que el alumno conozca las propiedades de los objetos circundantes, siempre guiado por el profesor.
...él propone –al contrario de Dewey: enseñar a descubrir- que la escuela sea un re-sumen de la experiencia general de la humanidad; que proporcione una información selecta, adecuada a cierta doctrina general, a cierta filosofía, más que una simulación de imposibles neutralidades (Ibíd.: 68).
Fiel a su lógica deductiva, Vasconcelos intenta concretar su proyecto educativo en contraposición a la inducción de Gabino Barreda que excluye toda cuestión estética.
Para Vasconcelos no sólo es indispensable, sino que pretende hacer artistas a todo el pueblo con una amplia promoción de artesanías, cantos y danzas populares. Al proponerse rescatar las raíces autóctonas, inicia el sistema de influir y dejarse influir por el arte indígena. Surgen así la pintura, la arquitectura y la música nacionalista (Ibíd.: 70).
El fin a alcanzar en su teoría del conocimiento, que se origina en un concepto general del mundo, mediante una educación que integre trabajo, técnica y ciencia, es equilibrado con valores éticos, con los cuales Vasconcelos desemboca en su propuesta de educación estética.
El monismo estético de Vasconcelos se fundamenta en tres principios: la belleza, la emoción estética y el universo. Este filósofo identifica a la realidad con la energía, y la experiencia estética permite el conocimiento de la realidad. El monismo estético convierte al mundo en objeto de conocimiento, y en objeto de belleza.
Dentro de este esquema estético, Vasconcelos ubica a la belleza como la forma más alta de la verdad. La metafísica deberá utilizar el método estético para alcanzar su meta de una visión unitaria del mundo; la intuición artística es la vía para conocer la realidad.
La emoción o intuición estética es el método para conocer la realidad.
El hombre o la totalidad de su ser es la tercer estructura que, como las anteriores, organiza la energía en determinado modo, sólo que su organización es más amplia y universal, es decir, puede convertir lo físico y lo biológico de tal suerte que se transforme en sustancia espiritual trascendente (Villegas, 1979: 82).
Para que el hombre cumpla esa función redentora de la energía del universo, sólo lo logrará a través del conocimiento y para tal efecto, Vasconcelos admite tres clases de ciencias: las ciencias de descubrimiento, que se refieren al conocimiento de la naturaleza como las ciencias físicas, su instrumento es la sensualidad y la razón matemática; las ciencias de la invención, que se circunscriben al conocimiento del hombre, a la invención de sus propósitos, su instrumento es la voluntad, entre las que sobresale la ética que postula el equilibrio de la conducta humana y la naturaleza; la estética es otra ciencia que conforma el corpus para lograr esa revulsión de la energía (salto de la energía de una estructura a otra), hacia lo espiritual.
La estética o el arte, enriquecen a la realidad proporcionándole una nueva organización. Vasconcelos concluye señalando que el arte es el paso entre lo humano y lo divino.

Concepción sobre las posibilidades y límites

del hombre ante la naturaleza, dios y la religión

El antecedente filosófico inmediato del sistema vasconcelista del monismo estético, lo constituye su ensayo: Pitágoras, una teoría del ritmo, que se publicó en 1916 en la revista cubana Cuba contemporánea, Vasconcelos llamó a la teoría de Pitágoras de los números, “teoría del ritmo”.
La teoría pitagórica sostiene que la realidad es en esencia numérica, nuestro filósofo mexicano dijo que la naturaleza es la música de las esferas, por lo que el pitagorismo lo concibe como una estética y no una matemática.
La visión pitagórica de Vasconcelos, es la dinámica del mundo en términos estéticos, es decir, el movimiento permite al hombre avanzar por estadios ascendentes hacia la totalidad.
Vasconcelos rechaza al racionalismo, cuyo interés central será la idea; y abraza el misticismo que se interesa por el espíritu que es el que engendra la idea.
Este pensador mexicano encontró en el análisis del pitagorismo la posibilidad de fusionar lo material con lo espiritual, su visión es que todas las cosas se desarrollan con una energía interna, como una música y que la esencia de todas las cosas la constituye cierto ritmo.
Plotino, el gran místico de Alejandría influyó en Vasconcelos, en lo concerniente a su teoría monista.
Para Plotino, el alma accede a la belleza tras una verdadera ascesis: el alma aislada de los deseos que vienen del cuerpo, con el que mantiene una unión demasiada estrecha, liberada de las otras pasiones, purificada de lo que contiene cuando se materializa y manteniéndose aparte, se despoja de toda fealdad que le viene de una naturaleza distinta a la suya (Fell, 1989: 376).
El monismo plotiniano está presente en el pensamiento de Vasconcelos, cuando señala que la materia es una degeneración del ser, en cuanto se aleja más de la esencia divina. La belleza está contenida en el artista y en el arte, no en la obra artística que es material. Al igual que Plotino, Vasconcelos está en pro de un arte idealista, no el que imita a la naturaleza, sino el que intenta superarla.
El monismo estético vasconcelista está fundamentado en tres principios o postulados que tienen relación entre sí: la belleza como una forma especial de energía; la emoción estética condición para comprender a la naturaleza de las cosas; y el universo, que se fortalece cada vez más, que se hace más bello.
El lema de la Universidad: “Por mi raza hablará el espíritu”, justifica la cosmovisión misticista de Vasconcelos, y el propósito y la orientación de la propia Universidad. De un discurso pronunciado ante la Confederación Nacional de Estudiantes rescatamos su concepción sobre dios y la religión, contenida en el lema universitario.
Había que comenzar dando a la escuela el aliento, superior que le había mutilado el laicismo... Era indispensable introducir en el alma de la enseñanza el concepto de religión, que es conocimiento obligado de todo pensamiento cabal y grande... Usé de la vaga palabra espíritu, que en el lema significa la presencia de Dios... En suma, por espíritu quise indicar lo que hay en el hombre de sobrenatural y es lo único valioso por encima de todo estrecho humanismo y también, por supuesto, más allá de los problemas económicos que son irrecusables pero nunca alcanzarían a normar un criterio de vida noble y cabal (Matute, 1983: 212).
En fin, diré que para Vasconcelos la emoción o intuición estética, es el método para conocer la realidad, el mundo se puede conocer, y a la vez sentir.
Significado de los valores
Vasconcelos consideró que la acción del sujeto o su conducta está regida por valores. El prototipo del hombre contemporáneo, no es el audaz, el inteligente, sino el más capaz de servir, el que denota una moral de constante superación.
Esta moral de superación, retoma la búsqueda de la serenidad propia de las civilizaciones oriental y griega, no va tras la ganancia, o el poder, su ética se basa en la concordia, la ayuda mutua, la tolerancia, el respeto, pero también la conquista del Absoluto, se va en pos de una trascendencia.
La jerarquía de los valores es triple, abajo coloca a los objetos materiales, en medio la conducta que persigue propósitos sociales y arriba, coloca el espíritu que se recrea en los valores fundamentales y eternos.
El valor de las cosas depende de su adaptabilidad a nuestros fines superiores, y en consecuencia no hay cosas buenas o malas en sí. La escala de valores se determina por el mayor o menor acercamiento que tengamos con el Absoluto.
Dice Vasconcelos que la ley moral y el deber están por encima de todo lo accidental humano.
En su filosofía educativa, Vasconcelos propone cinco valores: 1) sentir la cultura mestiza como base del concepto de mexicanidad; 2) mexicanizar el saber... hacer objeto de estudio la antropología y el medio natural del país; 3) hacer de Latinoamérica el centro de una gran síntesis humana; 4) Emplear el sentido de servicio y amor fraterno del ser humano, como medio de ayuda a los más desprotegidos y, 5) valerse del industrialismo... para promover el progreso de la nación (Sametz de Walerstein, 1991: 66).
Para alcanzar estas metas, consideró Vasconcelos que la influencia del maestro es decisiva, para despertar los valores morales y espirituales del alumno. La misión del maestro consiste en provocar el desenvolvimiento de las potencialidades nobles del alumno. La ética que propone Vasconcelos deberá estar basada en la tolerancia y la fraternidad.

Principales propuestas ideológicas,
políticas y su actitud ante el progreso social

El corpus del pensamiento de Vasconcelos está integrado por una copiosa autobiografía, una historia de México y por supuesto, de un sistema filosófico compuesto de una metafísica, una ética, una estética y una historia de la filosofía, que intenta coronar con una teodicea.
La conformación del criterio filosófico de Vasconcelos tiene como antecedente una fuente plural de pensadores que consolidaron su ideología y su visión del mundo.
La escuela de Mileto le enseñó que todo es devenir; Heráclito le dio pesimismo fundamental... en Plotino supo lo que es el éxtasis... los filósofos alemanes... todo debe pasar por la razón. El impulso, el deseo, la energía son la base del Universo. Kant fijó en su mente que toda Metafísica es intuitiva. Con Schopenhauer recibió... la confirmación en el pesimismo, y Nietzsche lo hizo comulgar con la tragedia del mundo. En Francia, Bergson le ha mostrado como deben cerrarse los ojos, abriendo el alma al rumor invisible (Fernández, 1942: 20).
La filosofía de Vasconcelos se caracteriza por su antiintelectualismo, rechaza el pragmatismo como teoría del conocimiento, aunque reconoce el valor de la ciencia y la considera como un preludio a la especulación filosófica. Considera que el instrumento propio de la filosofía no es la razón, sino la intuición emocional, que es el dato primario de toda existencia, que permite ahondar en las esencias de las cosas. “Su concepción metafísica consiste en un emanatismo inspirado en Plotino, que partiendo del átomo material pasa por lo orgánico, lo psíquico hasta desembocar en lo Uno absoluto” (Ramos, 1993: 166-167). La filosofía para Vasconcelos es un peldaño para ascender a Dios, es decir, nos lleva de los estadios inferiores del ser, hasta la fusión con lo divino.
José Vasconcelos es un filósofo activo, sus teorías intentan ser una vasta síntesis de todos los hechos, de todas las ideas y de todas las emociones que se entrecruzan en el cosmos.
Su propuesta política tenía como fin una sociedad mexicana con un orden social y económico más justo, en que el respeto de la libertad fuera elemento prioritario. Su quehacer político estuvo dirigido a lograr una sociedad democrática que permitiera el desarrollo integral de todos los individuos.
Congruente con su propuesta monista también planteó la unidad de las naciones con un mismo idioma y una raza común, esa unidad de pueblos la llamó Iberoamérica, sociedades que comparten una personalidad propia y un mismo destino y corona su propuesta aludiendo al fin último de la historia de los pueblos iberoamericanos, que es producir una síntesis de las cuatro razas existentes: la negra, roja, amarilla, y blanca, de la que emerge victoriosa la quinta raza, la raza cósmica, que representa al hombre nuevo, con una cultura de esencia espiritual.
Su actitud ante el progreso es por demás elocuente, a través de la educación, en su parte técnica, práctica y aplicada, el mexicano logra el dominio de su entorno físico, socioeconómico y puede aspirar al derecho, a la seguridad social y al bienestar material.
La propuesta educativa de Vasconcelos conlleva a formar el hombre capaz de valorar la vida desde un punto de vista personal, de ser autogestor de su sustento bajo el principio de que todo hombre de trabajo estará en condiciones de conquistar un progreso para él y por ende para toda la sociedad.

Sobre el desarrollo de la ciencia y la técnica
La finalidad de la ciencia según Vasconcelos, es enseñarnos a aprovechar el objeto, que ubica como la “física del conocimiento”. Los conocimientos del corpus de la ciencia tienen carácter objetivo y pragmático, también intelectual y teórico. Aclara que mientras sólo se trate de cuestiones de técnica, bastará con ejercicios de adiestramiento y cuando aparece el teórico que investiga la ley del objeto y la ley del sujeto y la manera de sus relaciones y convergencias, entonces nace la ciencia. De manera textual, Vasconcelos nos dice: “En rigor, la ciencia no es otra cosa que la teoría de la técnica, la manera más general de nuestras relaciones con el objeto” (Fernández, 1942: 66).
 Nos dice Vasconcelos que para aprender la técnica se acude a la escuela, aunque no basta, lo que falta es reflexionar, utilizando la razón inductiva y deductiva para investigar, para coordinar el contenido de la experiencia científica: “Para enseñar entonces la ciencia conviene por lo mismo, un método a la vez práctico y teórico” (Ibíd.: 68).
Lo que propone nuestro filósofo mexicano es que los programas educativos deben ser flexibles en la metodología adaptada para cada disciplina “... el método ha ser activo para los aprendizajes que impartan adiestramiento, pero intelectualista, lógico y teórico para el conocimiento que precede y supera y engendra la práctica (Ibíd.: 69).
De lo anterior sigue que la escuela activa es la que se refiere al trabajo, la escuela intelectualista la que se refiere al aprendizaje de la ciencia abstracta; la escuela ética es la que se refiere al conocimiento de los valores y también remarca el proceso del conocimiento que va de lo concreto a lo abstracto.

Concepciones sobre el papel de la educación, el arte y la literatura
Vasconcelos planteó con toda seguridad que por medio de la educación y la cultura, los mexicanos tomarían conciencia de sus problemas internos, y los trascendería en soluciones inmediatas, hasta la conformación de un hombre nuevo: el hombre Iberoamericano, de ahí la necesidad de promover una cultura nacional y popular con acceso a todos los mexicanos.
La educación la consideró como el motor que genera conciencias, y además la que despierta el espíritu: “La verdadera novedad consistió en concebir la educación como una palanca para remover conciencias, como un despertar del mexicano, que se realizaría no sólo por la experiencia escolar, sino por la difusión de la cultura, de los libros” (Sametz de Walerstein, 1991: 11).
El importante papel que designa Vasconcelos a la educación, es el de rescatar al hombre de la ignorancia, el hacerlo libre mentalmente. Mediante la educación y la reflexión, el hombre descubre la verdad y alcanza la redención del espíritu. “La verdad y la belleza lo guían hacía su realización integral” (Ibíd.: 64).
Su proyecto educativo, pretendió producir un mexicano con una visión nueva, que tuviera como fundamento la esencia de la patria, que conociera sus raíces hispánicas e indígenas, y que a partir de esta toma de conciencia expresara todo lo humano en constantes maneras de superación.
Con relación al mejor método para conseguir los logros de la educación, Vasconcelos recomienda adoptar el más sencillo, el que sigue la realidad del saber en su desenvolvimiento natural e histórico: la deducción. “No hay educación sin un concepto general del mundo. El educador encontrará en su filosofía, el punto de partida de su pedagogía” (Fernández, 1942: 34).
El proyecto educativo de Vasconcelos es audaz, inteligente y visionario, pero lo más importante, es que creyó en el poder de la educación, como factor de igualdad social.
 La enseñanza del arte, tuvo como finalidad cultivar la inteligencia del hombre y gozar del valor artístico y así lograr la comunión con lo bello.
A diferencia de la pedagogía pragmática, propia de la técnica y de la pedagogía intelectualista necesaria a la ciencia y del sentido fraterno necesario a la ética, el pedagogo artista, por fascinación y magia, ha de llevarnos a la comprensión total activa, intelectiva, amativa y estética, o comunión cabal con los más altos valores del espíritu (Ibíd.: 58).
La imaginación, la intuición, son los elementos centrales en la enseñanza de las artes, para llevar la conciencia al goce y plenitud de lo Absoluto.
La experiencia del arte, evidencia, la existencia de una fuerza de nuestra naturaleza que nos proporciona alegría ilimitada y dice Vasconcelos, sobrenatural: “El secreto de este poder consiste en que nos pone en común con las formas más nobles y las realidades más altas de la conciencia” (Ibíd.: 78).
En lo que concierne al papel de la literatura, Vasconcelos encontró en la difusión de los clásicos, tanto filósofos como literatos, el instrumento idóneo para enseñar a leer bien y fomentar el amor por la literatura. Tal énfasis puso en este objetivo que al estructurar el funcionamiento de la SEP lo hizo en tres departamentos: el escolar, el de bellas artes, y el de bibliotecas y archivos. Este último tuvo a su cargo la creación de un sistema de bibliotecas profesionales, ambulantes y circulantes por todo el territorio nacional mexicano, aunado a esto dispuso la impresión masiva de textos de autores clásicos de la filosofía y la literatura, que se distribuyeron por todo el país.
En la campaña contra el analfabetismo, se derivó la necesidad de ilustrar al pueblo: fundó bibliotecas para complementar la tarea educativa. Decía Vasconcelos que: “no bastaba enseñar a leer, era necesario suministrar libros... para adquirir conocimientos útiles” (Samitz de Walerstein, 1991: 17).
El libro fue uno de sus tres apóstoles, los otros dos fueron el artista y el maestro.

La cultura iberoamericana
La conclusión a que llega Vasconcelos es que es necesario un nuevo tipo de hombre, con una nueva forma de vivir.
La razón y la ciencia no forman los auténticos valores humanos, es la emoción la que nos hace vivir lo propiamente humano, este filósofo, recomienda que los iberoamericanos debemos practicar esa forma de vida y dejemos de imitar al sajón racionalista que revive al universo en lo que tiene de material y biológico y nosotros los latinos e iberos, debemos expresarnos en términos de espíritu.
El factor constitutivo del iberoamericano es la libertad, porque “la vida artística supone a la libertad” (Villegas, 1979: 98), lo anterior se comprende en el sentido de que la libertad humana permite organizar lo dado y ponerlo al servicio del espíritu; hay que actuar por gusto, por entusiasmo o inspiración, y esto sólo se logra en el arte o en la religión.
Vasconcelos pone en manos del iberoamericano su filosofía del futuro, sus recomendaciones son acerca de lo que podemos, de lo que debemos y de lo que tenemos que hacer. Su filosofía nos compromete ante un futuro no determinado, sino ante un futuro que hay que construir y potencialmente se tienen las mejores oportunidades para vivir mejor, es una utopía necesaria y posible.
La filosofía del futuro que predicó Vasconcelos la destinó para la “raza emocional” o “cósmica”, que identificó con el iberoamericano.
Nuestro filósofo mexicano se erigió en defensor de la raza ibera y el portavoz de una cultura emergente. Su filosofía se convirtió en el baluarte del hombre nuevo, del hombre iberoamericano, que superará a sus enemigos los anglosajones, por el espíritu, ya que ellos no logran alcanzar conceptos y valores universales.
La filosofía de Vasconcelos pretende ser el pensamiento perenne que se eleva sobre las vicisitudes de lo concreto, su calidad de vencido le brinda la oportunidad mientras que su vencedor queda atado por los lazos de intereses que tiene que proteger y justificar (Ibíd.: 70).
La “raza cósmica”, representa la identidad de los pueblos iberoamericanos, que son forjadores de una nueva raza, gestora del hombre nuevo y prototipo de los anhelos del género 
humano.


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