Catecismo constitucional
En el estudio de los antecedentes de lo que hoy denominamos
sistema educativo resulta imprescindible acudir a la edad moderna y a los
inicios de la contemporánea. A partir de los cambios acontecidos en ese tiempo,
donde el influjo del pensamiento ilustrado se extendió a todos los ámbitos, la confianza
en la instrucción como necesaria para el progreso material y moral de los
pueblos hizo que numerosos autores aventuraran teorías sobre la educación, la
instrucción y los métodos didácticos. Algunos de ellos, como los políticos de
la Revolución francesa, no se consideraron propiamente te-óricos o renovadores
de la pedagogía, sino políticos de la educación, que concebían la enseñanza como
un asunto de Estado. Así, es lugar común destacar a Condorcet, Mirabeau,
Talleyrand, Lepelletier o Lakanal, quienesdesde sus cargos intentaban poner
remedio al analfabetismo o la precariedad de los maestros mediante la creación
de un sistema de instrucción pú-blica (García Garrido, 2004, p. 114; Moreno, Poblador,
y del Río, 1978, pp.
285-313)
1
.
Si tomamos la Revolución francesa como uno de los elementos
clavepara entender las diferencias entre antiguo régimen y modernidad, o
entrebsolutismo y liberalismo, hay que reconocer, como señala Julia (1981, p.194),
que no es extraño que la educación moral constituyera la piedra angular de
todos los proyectos revolucionarios, desde el momento en que sólopor medio de
la instrucción podría asegurarse la construcción de una sociedad sobre nuevas
bases. La instrucción modelaría al hombre nuevo, alpueblo regenerado, libre de
los prejuicios del pasado.
En este sentido, junto con la preconización de un sistema de
instrucción pública, aquellas fechas fueron el detonante para la publicación de
varios catecismos no religiosos, modelo que se exportó a Europa y América(Ruiz
de Azúa, 1989, pp. 5-12). Unos estaban directamente orientados a laenseñanza
escolar, pero otros se dirigían al ciudadano en general, e inclusoa la
enseñanza de adultos que se realizaba en las escuelas ad hoc. Su contenido
variaba según la ideología de los autores y de los acontecimientos del momento
en que eran escritos, incluida la forma de Estado del país delque procedían.
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201-2182. CONSIDERACIONES GENERALES SOBRE LOS CATECISMOS
POLÍTICOS
Como es de rigor, los autores que han abordado el tema de
los catecismos políticos hacen referencia al origen de la acepción, desde la
etimologíadel término “catecismo”, hasta las distintas aplicaciones que han
tenido(Ausejo y Hormigón, 1999; Capitán Díaz, 1978; Muñoz Pérez, 1987;
Traffano,2007; Sagredo Baeza, 1996; Zúñiga, 2007).
Se ha observado así que el método sencillo de preguntas y
respuestas breves de ancestrales catecismos de temática moral, filosófica o
religiosa fue emulado en otras áreas. Durante los siglos XVII y XVIII se
redactaron catecismos en diferentes campos profesionales, proliferando los
políticos a finales del XVIII —en torno a la Revolución francesa— y en el XIX.
Los catecismos civiles y políticos han sido enfocados desde
diversas ópticas. Aunque a menudo se ha resaltado la gran influencia que
tuvieron, experimentando algunos de ellos varias reediciones, faltan bastantes
datossobre su utilización real e impacto. En cualquier caso, las
investigacionespor países proporcionan informaciones que hacen pensar que se
distribuyeron ampliamente tanto para la población en general como en la
escuela.
Según Solano Rodríguez, a raíz de la guerra de la
independencia española algunos catecismos políticos y patrióticos españoles
antinapoleónicosllegaron a Inglaterra y Austria, y fueron traducidos al alemán
o adaptados.
De entre los adaptados destacó el Kurzer Katechismus,
escrito en dos versiones por Ernst Moritz Arndt, que tuvo gran repercusión en
los países germánicos a partir de 1812, con una tirada de entre 60.000 y 80.000
ejemplares. Éste y otros catecismos, junto con más escritos propagandísticos de
laépoca, intentaban dar la imagen de que la monarquía y el catolicismo podrían
ser factores esenciales para la lucha contra el invasor (Solano Rodríguez,
2000, pp. 227, 326-327 y 371-372).
En relación con la difusión en el sistema educativo, valga
el ejemplo deMéxico, donde se introdujo el “catecismo civil” como libro
asociado a la“educación cívica”, materia obligatoria en la Nueva España según
la Ley deInstrucción de 1820. En Puebla se reeditó el Catecismo político
arreglado a laConstitución de la monarquía española (Razo Navarro, 1999). Tras
la Constitución Federal de 1857, y a medida que se definían los programas de
estudios, hubo en Oaxaca catecismos políticos para la enseñanza primaria
facilitados por el Gobierno o impresos por el Estado (Traffano, 2007).
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CIUDADANOS (SIGLOS XVIII Y XIX)...
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201-2183. CRONOLOGÍA DE LOS CATECISMOS POLÍTICOS FRANCESES
Y ESPAÑOLES
Centrándonos en Francia y en la España peninsular,
presentamos enlos siguientes epígrafes una relación cronológica de diversos catecismosque
reflejan la transición entre antiguo régimen y modernidad, a la vez quemuestran
las peculiaridades nacionales e incluso las diferencias dentro decada nación
según la fecha de redacción.
En la mayoría había una combinación de contenidos de
derecho, política y moral, con mayor o menor peso de cada uno de esos
elementos. Unoseran anónimos o de ciudadanos desconocidos y otros los firmaban
autoresdestacados del mundo de la literatura, maestros, curas o representantes
delpoder político en activo.
Aunque en España los catecismos políticos más conocidos son
los delprimer tercio del siglo XIX, existieron otros posteriores. No todos
llevabanen su título el adjetivo político junto al sustantivo catecismo, pero
su contenido, o parte de él, podría calificarse de político. Por otro lado, el
acceso a diversos catecismos franceses anteriores y posteriores a la Revolución
francesa nos ha permitido establecer semejanzas y diferencias y estudiar
matices que pueden contrastarse con los catecismos políticos españoles.
4. CATECISMOS POLÍTICOS FRANCESES
4.1. Catecismos políticos monárquicos (1787-1792)
En Francia, en el último cuarto del siglo XVIII, en plena
crisis de laMonarquía, se publicaron varios catecismos con preguntas y
respuestasacerca de la conveniencia de la convocatoria de los EstadosGenerales
y de laforma en que debían estar representados sus tres estamentos: nobleza,
cleroy tercer estado. Eran lógicas estas consideraciones, tras haber pasado más
desiglo y medio desde la última convocatoria en 1614.
El más extenso fue el Catéchisme du citoyen, ou Elemens du
droit public français, par demandes & réponses, suivi des Fragmens
politiques, escrito por Joseph Saige, con ediciones de 1787 y 1788
3
. En él se defendíandos de los que ahora consideramos
derechos individuales clásicos del liberalismo –la libertad civil y la
propiedad– bajo una forma monárquica aristocrática donde el poder legislativo
residiera en la nación –compuesta por elrey y los tres estamentos– y el
ejecutivo en el rey y el parlamento (la “Courde Paris”). En el apartado
dedicado a la religión del estado, el autor resaltaba que ésta era la cristiana
católica del rito latino, pero apoyaba las li-
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CIUDADANOS (SIGLOS XVIII Y XIX)...
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201-218bertades de la iglesia gallicana según la Pragmática Sanción durante
elreinado de Carlos VII.
Mucho más escuetos fueron el Catéchisme patriotique “par une
bonnecitoyanne” y el Catéchisme des Parlemens, ambos de 1788 y anónimos,
centrados en aspectos específicos. El primero trataba de las bondades del
Ministro del Estado Jacques Necker, en quien confiaba para rescatar a los
ciudadanos de la esclavitud de los nobles y hacerles conocer la beneficencia
delrey; y el segundo definía a los parlamentarios como los oficiales del rey,
encargados de devolver la justicia a los pueblos. Contrario este último a la
convocatoria de los Estados Generales, los aceptaría transitoriamente según laforma
de 1614, con un voto por estamento, y no según una nueva forma basada en el
voto individual, que daría más representación al tercer estado. Lapostura
opuesta la representaba el Catéchisme du Tiers-état, à l’usage de toutes les
provinces de France, et spécialement de la Provence, también de 1788,del
aristócrata revolucionario Pierre-Antoine Antonelle, defensor de unaasamblea de
los comunes –cuyo número de representantes fuese al menosigual al de las dos
primeras cámaras– y del reparto de impuestos entre lostres estamentos.
En 1789 aparecieron varios catecismos políticos anónimos con
contenidos de tipo cívico, moral o político, presididos por la idea del hombre
creado por Dios (Catéchisme National) o de la rendición de cuentas del monarca
ante Dios (Catéchisme Politique, Monarchique et François). Cada uno consus
matices respetaba la monarquía como forma de gobierno, siempre que elrey
sometiese su voluntad particular a las leyes de reino, según la voluntadgeneral
o el bien común. Sin embargo eran muy diferentes en cuanto a laconvocatoria de
los estados generales: mientras que el Catéchisme Politique,Monarchique et
François los admitía con muchas reservas, y siempre según
la forma de 1614, el Catéchisme National estaba a favor de
la abolición de los privilegios de la nobleza y del clero, y de su desaparición
como cuerpos específicos.
El Nouveau catéchisme du citoyen, anónimo, del que se
desconoce la fecha exacta, pero escrito antes de 1790, además de entender la
figura del monarca como sagrada, explicitaba la condición hereditaria masculina
de la monarquía y abogaba por el poder absoluto del rey, pero, al igual que los
anteriores, afirmaba que no debía ser arbitrario: “[…] c’est à dire, qu’il peu tout
suivant les loix, et rien contr’elles”. Se decantaba asimismo por la votación
estamental, argumentando que mientras que los intereses de los nobles y del
clero eran uniformes, el tercer estado lo componían muy diversas clases
(hombres de leyes, comerciantes, burgueses, artesanos, labradores…):era
demasiado heterogéneo y no parecía conveniente que tuviera un alto nú-mero de
representantes con intereses tan diferentes.
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201-218De entre todos esos catecismos, el Catéchisme National fue el único serefirió
a la reforma educativa como imprescindible para formar a las nuevas generaciones
de hombres y ciudadanos. Tras la Revolución, que trajo consigo la Constitución
del 3 de septiembre de 1791, se impusieron parcialmente ciertas tesis
reflejadas en ellos: no se disolvieron los estamentos,pero se consiguió una
mayor representación del tercer estado, conservandoel rey el poder ejecutivo
compartido.
Los días 10, 11 y 19 de septiembre de 1791 Talleyrand
presentó ante la Asamblea Constituyente su Informe sobre la instrucción
pública, dondeinstaba a que en los catecismos se enseñara a los niños los
principios de laConstitución:“Il faut apprendre à connaître la Constitution; il
faut donc que laDéclaration des Droits et les principes constitutionnels
composent à l’avenir un nouveau catéchisme pour l’enfance, qui sera enseigné
jusque dans les plus petites écoles du Royaume. Vainement on a voulu calomniercette
Déclaration; c’est dans les droits de tous que se trouvent éternellement les
devoirs de chacun” (reproducido en Baczko, 2000, p. 116).
Ese año se publicó el Catéchisme de la Constitition
française. La Nation,La Loi, Le Roi, dirigido a todos los ciudadanos, y que a
juicio de CapitánDíaz (1978) refleja la madurez de los catecismos franceses.
También en 1791 vieron la luz diversos Almanaques políticos que, además de
incluirlos tradicionales calendarios, y secciones, añadían contenidos análogos
a los de los catecismos políticos (Roche, 1980).
El más citado es el Almanach du Père Gerard, de 1792, donde
éste respondía a las preguntas de los campesinos sobre la constitución, la
nación, elrey, la ley, la propiedad, la religión, las contribuciones públicas, los
tribunales, las fuerzas armadas, los derechos de cada ciudadano y sus deberes,
la propiedad pública y la felicidad doméstica. Este almanaque sufrió una
extensa refutación de otro, el Almanach du L’Abbé Maury ou réfutation couronnée
par la Societé des Amis de la Monarchie, que presentó orientaciones de signo
contrario.
4.2. Catecismos republicanos morales para
niños,adolescentes, jóvenes y ciudadanos (1793-1794)Con los jacobinos en el
poder entre 1793 y 1794, y con ocasión del concurso que el Comité de Instrucción
Pública de la Convención Nacional organizó para suscitar la redacción de libros
de instrucción elemental para las escuelas, surgieron catecismos políticos que
difundieron ampliamente la
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201-218educación republicana (Roche, 1980). En palabras de Zúñiga (2007, p. 2),
dichos catecismos “tomaron carácter oficial” al transmitir los mismos conceptos
que el Comité de Instrucción Pública. Sus autores con frecuencia estaban
vinculados a alguna administración o ministerio.
En efecto, tras la Constitución republicana de 1793 hubo
catecismos
constitucionales destinados a los ciudadanos en general o en
particular,
como el Catéchisme républicain, philosophique et moral “par
le citoyen Lachabeaussière” y el Nouveau catéchisme républicain à l’usage des
sans-culottes et de leurs enfans: présenté à la Convention nationale, qui en a
fait mention honorable, pour servir dans les écoles publiques (anónimo)
respectivamente,o a la infancia, adolescencia y juventud, con muchas
similitudes entre ellos.Por ejemplo, era común comenzar o terminar con la
Declaración de losDerechos del Hombre y del Ciudadano, el Acta Constitucional y
el Himno Nacional.
En su segunda edición corregida, el Catéchisme de la
Constitution française, nécessaire a l’éducation des enfans de l’un et de
l’autre sexe, “par le Citoyen Richer” (1794) era uno de los más ceñidos al
articulado del textoconstitucional, y citaba expresamente el Contrato Social de
Rousseau para justificar el sometimiento del hombre a la voluntad general.
Era habitual asimismo referirse a Dios como el “Ser Supremo”
–la inteligencia única y superior que había creado y dispuesto todo y que todo
lo gobernaba–, y solían sustituirse los mandamientos, sacramentos, sermones,
rezos y pecados capitales del cristianismo por los de la República. Estolo
vemos en el Catéchisme français, républicain: enrichi de la déclaration des droits
de l’homme, et de maximes de morale républicaine, propres à l’éducation des
enfants de l’un et de l’autre sexe, le tout conforme à la Constitution
républicaine, escrito “par un sans-coulotte français” [Bias-Parent] (1794) y en
elCatéchisme républicain; suivi de Maximes de morale républicaine, propre àl’éducation
des enfans de l’un et de l’autre sexe, “par le citoyen Poitevin” (sf.).
Las cuestiones morales generales relacionadas con el bien y
el mal, lasvirtudes y los vicios no variaban demasiado entre sí, aunque en
determinados catecismos tenían más profundidad que en otros. El Petit
catéchisme ré-publicain, à l’usage des enfans, “par le citoyen C. Thiébaut,
chef de Bureau del’Administration du Département de la Meurthe” (1794) era de los
más sencillos. Explicaba las virtudes individuales y sociales que se derivaban
de la moral francesa, la cual guiaba la conducta de los ciudadanos para con el
Ser Supremo, para consigo mismos y para con sus semejantes. Del mismo autor
es el Catéchisme des républicains à l’usage des adolescens,
précédé de la Constitution français, que ampliaba contenidos del anterior.
Advertía a los adolescentes del peligro del juego y la bebida, porque impedían
al hombre cumplir
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CIUDADANOS (SIGLOS XVIII Y XIX)...
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201-218con sus deberes familiares y patrióticos, a la vez que les indicaba la
forma de convertirse en seres virtuosos: el trabajo constante, la lectura de
los libros de moral republicana y el estudio de las acciones heroicas y
valientes desinteresadas.
Para la juventud se escribieron en la misma linea el
Catéchisme demorale républicaine pour l’éducation de la jeunesse “par Boluard”,
(sf.), el Catéchisme de la Constitution républicaine, mis à la portée des
jeunes citoyensfrançais (anónimo, 1794) y el Catéchisme du citoyen, à l’usage
des jeunes ré-publicains français “par le citoyen Sérane (instituteur)” (1794).
En este último hallamos un diálogo –sobre los deberes de los padres y las
madres, delos maestros y las maestras, o de los instructores e institutrices en
relacióncon sus derechos– entre dos personas con nombre. Preguntaba Emilius yrespondía
Scévola (probablemente en alusión al Emilio de Rousseau y al hé-roe romano Cayo
Escévola).
Aunque de una forma muy breve, un catecismo anónimo de 1798
–elCatéchisme de la Constitution française; précédé de la Déclaration des
droits etdes devoirs de l’homme et du citoyen; et suivi d’un Recueil de traits
de patriotisme, propres à inspirer aux jeunes gens l’amour de la patrie: à
l’usage des écoles primaires– incluía un capítulo sobre la instrucción pública,
donde hablaba del derecho a crear establecimientos para impartirla y de las
funcionesde las escuelas primarias e institutos nacionales.
En definitiva, todos estos catecismos identificaban las
diferentes virtudes con deberes personales, familiares y patrióticos, dentro de
un concepto de moral republicana, con una clara idea del bien y el mal, y con
premios para la virtud y castigos para el delito.
4.3. Catecismos políticos republicanos del siglo XIX
Aunque durante el reinado de Luis XVIII se publicó el
Cathéchisme politique à l’usage des constitutionnels; suivi de tout est bien,
“par R. Bazin”(1816) defendiendo la monarquía establecida, la mayoría de los
catecismosfranceses del siglo XIX aquí revisados corresponden a etapas
revolucionariasy no a los años imperiales o de restauración borbónica.
Al igual que los catecismos republicanos del siglo anterior,
era habitual que los decimonónicos partieran de la pregunta sobre el hombre,
sus derechos y sus facultades o potencialidades. Por otro lado, al hilo de la
evolución de los tiempos, a los conceptos liberales de los catecismos políticos
se fueron añadiendo los del socialismo, que en el último tercio del siglo XIX
ya discutían abiertamente la idea liberal de propiedad privada.
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CATECISMOS POLÍTICOS E INSTRUCCIÓN POLÍTICA Y MORAL DE LOS
CIUDADANOS (SIGLOS XVIII Y XIX)...
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201-218El Catéchisme du proletaire, “par le citoyen Xavier Saurias, Membre de la
Societé des Droits de l’Homme”, se editó en 1834 (tras la revolución de 1830) y
reeditó en 1850 (tras la instauración de la II República) y en 1882(tras la
caída del Segundo Imperio en 1870 e instauración de la III República). A partir
de la pregunta “¿Qu’est ce que c’est l’homme?”, incidía en susderechos
naturales como hombre y como ciudadano, siendo tales derechos a la existencia,
a la seguridad personal, a la resistencia a la opresión, a la libertad, a la
igualdad, a la propiedad, a la educación y a la sublevación. En medio de estas
reediciones, se editó en 1878 el Essai de catéchisme socialiste “par Jules
Guesde”, según el cual el hombre era un ser sujeto a necesidades y la propiedad
la negación del ser humano y del trabajo. Éste sería el primer volumen de una
biblioteca socialista (Petite Bibliothèque socialiste) que sequería inaugurar
junto con un nuevo periódico.
En 1870 se publicaron dos catecismos republicanos: el
Catéchisme populaire républicain, de “Charles Marie René Leconte de Lisle”,
alusivo a los“verdaderos principios”, que distinguía los términos hombre,
individuo, cuerpo social, estado y república, siendo ésta el culmen y la
reunión de todo lo anterior; y el Catéchisme Républicain “par le citoyen
Leroux”, más técnico y extenso, que enumeraba la división territorial de Francia
–incluidas las colonias–, y explicaba su sistema político y administrativo.
En 1883, André Berthet, en su Catéchisme laïque. Les débats
de la conscience, separaba las religiones de la razón y hacía referencia al
progreso de las luces. Enlazaba las creencias no con la gracia divina, sino con
las tres gracias republicanas: libertad, igualdad y fraternidad. Quizá sea este
caté-chisme uno de los que más fiel y extensamente reflejó las ideas
ilustradas.
Sus 428 páginas versaban sobre la razón como vehículo de la
búsqueda de la verdad, la autonomía de la conciencia, la emancipación social
por el conocimiento o la emancipación moral.
Si tuviéramos que hacer una valoración de los catecismos
franceses se-ñalaríamos que, al estar muy ligados a cada momento histórico, su
contenido,a pesar de responder a epígrafes bastante similares, podía estar
orientado hacia ideologías diferentes. Aunque su amplitud variaba, los más
extensos no tenían comparación con los que veremos en España, en general más
breves.
5. LOS CATECISMOS POLÍTICOS EN ESPAÑA
5.1. La condena de Fernando VII de los catecismos políticos La
cercanía geográfica facilitó el paso de los catecismos franceses a España, si
bien por su contenido no fueron aceptados por las autoridades e sMARÍA ÁNGELES
SOTÉS ELIZALDE
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201-218pañolas, produciéndose alguna incautación a finales del siglo XVIII
(CapitánDíaz, 1978, p. 59). A raíz de la invasión francesa de 1808 se
escribieron catecismos políticos contrarios a ella. A pesar de que no
cuestionaban a Fernando VII como rey, lo cierto es que este monarca a su regreso
a España prohibió expresamente “la lectura y enseñanza”, tanto “en las escuelas
como fuera de ellas” de cinco catecismos políticos (Circular del Consejo Real,1819,
pp. 60-62).La prohibición se realizaba en cumplimiento de la obligación de
vigilar la educación publica que tenía el Consejo, dado que había constancia de
que“á la sombra de las llamadas nuevas instituciones y para generalizar sus
perniciosos principios se habían impreso y circulaban en el reino varios
folletos con título de Catecismos políticos y religiosos, y otros semejantes, y
aun de que algunos estaban recibidos en la escuelas de primeras letras para la
enseñanza de la niñez […]”. Se entendía que “tal doctrina que contenían era subversiva,
sediciosa y destructora del órden público, y que en algunos se observaban
ademas errores teológicos”. Se pedía a las autoridades de todo el territorio
español que recogieran todos los ejemplares y a las imprentas que dieran razón
de la autoría de los anónimos. No obstante, los catecismos políticos españoles
continuaron publicándose a lo largo del siglo XIX con motivo de todas las
constituciones
5
. En ocasiones trataban aspectos similares a los franceses,
pero diferían sobre todo en el tratamiento de la religión yla moral.
5.2. Catecismos políticos en torno a la Constitución de 1812
Los catecismos políticos españoles mas breves fueron dos de
1808 y1809: el Catecismo católico-político (Catecismo civil, y breve compendio
de las obligaciones des español, conocimiento práctico de su libertad, y
explicación de su enemigo, muy útil en las actuales circunstancias, puesto en
forma de diá- logo) (anónimo) y el Catecismo civil de España en preguntas y
respuestas, impreso por la Junta Suprema constituida durante la ocupación. En
ellos destacaba sobre todo la defensa de la religión católica, de Fernando VII
y de la patria, y el ataque directo a Napoleón y a los franceses invasores,
cuya expulsión sería condición para que España recobrara la felicidad. No se
hablaba de ciudadanos ni de nación, ni se percibía similitud con los catecismos
franceses monárquico-constitucionales.
Algo más extenso era el Catecismo católico-político que, con
motivo de las actuales novedades de la España, Dirige y dedica a sus
Conciudadanos, un Sacerdote amante de la Religión, afecto a su patria, y amigo
de los hombres, de 1808, concebido sobre una base de doctrina cristiana,
aplicada a la sociedad política, entendida ésta como “la unión de los hombres
sujetos á unas mis-
210 MARÍA ÁNGELES SOTÉS ELIZALDE
CATECISMOS POLÍTICOS E INSTRUCCIÓN POLÍTICA Y MORAL DE LOS
CIUDADANOS (SIGLOS XVIII Y XIX)...
Facultad de Educación. UNED Educación XX1. 12, 2009, pp.
201-218mas leyes para conservar en ellas sus derechos y ser felices”. Al igual
que se había hecho en los catecismos monárquicos franceses con los Estados
Generales, el autor de este catecismo español se planteaba la convocatoria de las
Cortes como medio de control de los posibles abusos de poder, y entendía por
ley “la expresión clara y distinta de la voluntad general de la nación en los
objetos respectivos al bien común”. Defendía la libertad civil como el “derecho
de no obedecer más que á la ley” y la igualdad de todos ante la ley, dentro de
la monarquía como forma de gobierno: “Siempre que el Monarca
electivo ó hereditario como es ahora, exceda los límites ó
abuse de la autoridad, puede la nación resistirle y aun privarle de ella si le
juzga indigno de
exercerla”.
Juan Andrés de Moya Luzuriaga, autor del Catecismo de
doctrina civil
impreso en 1810, reconocía que lo había escrito sin ningún
apoyo bibliográfico, al hallarse aislado
6
. Pero no había querido desaprovechar la ocasión
de plasmar sus conocimientos “en un Catecismo de doctrina
política o civil,
el qual contenga las bases del derecho natural, del derecho
civil ó público, y
del derecho de gentes; para que los ciudadanos se instruyan
en los principios
sobre los que debe construirse y versar la maquinaria
social”. No hablaba de
las Cortes, sino de los estados generales como asambleas o
congresos donde
se reunían los diputados de los pueblos. De entre todos los
tipos de gobierno
se inclinaba por el monárquico, pero con las limitaciones
necesarias para no
convertirse en despótico, es decir, sometiéndose a la ley,
expresión de la voluntad general.
De 1812 era el catecismo denominado Instrucción familiar,
política
moral sobre el origen naturaleza, propiedades, derechos y
obligaciones de la sociedad civil, que comúnmente se llama estado; y de los que
corresponden á los
ciudadanos, de “José Salaba y Blanco, canónigo de San
Isidro”
7
. Fue uno de
los prohibidos por Fernando VII. Su contenido era más
similar al de los catecismos franceses que se subtitulaban “de droit public”,
escritos antes de la
Revolución. En sus preguntas y respuestas sobre las diversas
formas de estado no contraponía república a monarquía, sino que entendía la
monarquía
como un tipo de república, junto con la democracia y la
aristocracia, equiparando ciudadanos y súbditos. Esa no contraposición se había
visto también en el Nouveau catéchisme du citoyen de 1790.
Para enseñar la Constitución de 1812 se editó el Catecismo
políticoarreglado á la constitución de la monarquía española: para ilustración
delpueblo, instrucción de la juventud, y uso de las escuelas de primeras
letras,“por D.J.C.”, iniciales que correspondían a Don José Caro Sureda (MoralSandoval,
citado en Ruiz de Azúa, 1989, p. 7). Explicaba el concepto deconstitución —“una
colección ordenada de las leyes fundamentales ó políticas de la nación”—,
siendo la española “la formada por las Cortes generales
MARÍA ÁNGELES SOTÉS ELIZALDE
211
CATECISMOS POLÍTICOS E INSTRUCCIÓN POLÍTICA Y MORAL DE LOS
CIUDADANOS (SIGLOS XVIII Y XIX)...
Facultad de Educación. UNED Educación XX1. 12, 2009, pp.
201-218extraordinarias, instaladas en la Isla de León el día 24 de setiembre de1810”.
Tuvo varias reediciones y fue traducido al francés y publicado en 1819 en
París, con un prólogo y un prefacio que no hemos encontrado en la edición
española consultada. En ellos justificaba con datos históricos la legitimidad
de la Constitución española de 1812, observando que no era imitación de los
modelos de constituciones de las nuevas naciones, sino herencia de las viejas
libertades de los aragoneses, castellanos, navarros ovizcainos. Este catecismo
al parecer había sido bastante popular en España:“C’est le catéchisme de tous
les hommes pensans. Pour donner une idée de l’état des esprits à cet égard,
nous offrons au public la traduction littérale d’un petit livre devenu
populaire en Espagne, répandu dans toutes les classes de la société, lu et commenté
il a plusieurs années, dans les écoles, et dont le souvenir est loin d’être
effacé” (p. vii).
El catecismo de 1813 titulado Lecciones políticas para el
uso de la juventud española, “por el Dr. D. Manuel Cepero, Cura del Sagrario de
Sevilla”,otro de los prohibidos, estaba redactado en forma de diálogo entre un
padre y un hijo y dividido en veinte lecciones. La Constitución política de
Españase explicaba en la lección IX, tras haberse preparado el terreno en las
anteriores con conceptos sobre los derechos, el origen de la sociedad, la ley,
la soberanía, el poder legislativo, ejecutivo y judicial, la igualdad, la
libertad civil y el gobierno.
5.3. Del trienio liberal (1820-1823) a la Constitución de
1845
En el trienio liberal, con la recuperación de los principios
de la Constitución de 1812 y las fórmulas educativas liberales, se publicaron
catecismos como el Catecismo político, dedicado al inmortal Quiroga (1820),
anónimo, o la Cartilla de explicación de la Constitución Política de la
Monarquía Española, para la instrucción de los niños de la parroquia de
Santiago de la ciudad de Baza, compuesta por su cura Don Apolinar Contoni y
dedicada a el Comandante del Batallón de la Milicia Nacional Local de dicha
ciudad D. Francisco Xavier Araoz (1821). El primero consistía en la explicación
de cada uno de los artículos de la Declaración de los Derechos del Hombre y del
Ciudadano por medio de preguntas y respuestas bastante escuetas. El autor
expresaba
que se había basado en uno de los mejores catecismos
franceses, probablemente en el Almanach du Père Gerard. La Cartilla constaba de
tres partes sobre la formación de la Constitución, su número de artículos y los
conceptos contenidos en ellos (libertad natural, civil y política, igualdad,
los ciudadanos, el gobierno, las cortes y el rey, que tenía tratamiento de su
“Majestad Católica”). Finalizaba afirmando que todos los artículos de la
Constitución estaban unidos “á los preceptos del Santo Evangelio de
Jesuchristo”.
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CATECISMOS POLÍTICOS E INSTRUCCIÓN POLÍTICA Y MORAL DE LOS
CIUDADANOS (SIGLOS XVIII Y XIX)...
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201-218De la mano del Estatuto Real de 1834 vino el Catecismo Nacional,
publicado en el Boletín Oficial de la Provincia de Córdoba en febrero de 1835.
En su introducción presentaba nociones sobre la nación, la
ley, y los tipos degobierno “absoluto, constitucional y republicano”, para
convencer al interlocutor de que el mejor era el que tenía al frente un rey
constitucional. Y en este caso, con una constitución como el Estatuto Real, que
fijaba dos estamentos (próceres nombrados por el Rey y procuradores nombrados
por lasprovincias).
Los siguientes catecismos políticos explicativos de las
sucesivas Constituciones españolas era más frecuente que tuvieran destinatarios
concretos (niños, jóvenes o adultos) y que estuvieran escritos por autores
relacionados con el mundo educativo. Uno de ellos fue el Catecismo político de
los niños corregido y adicionado por su autor Don Manuel Benito Aguirre, Vocal
secretario de la comisión de exámen de libros de instrucción pública, con siete
ediciones. Se escribió a raíz de la Constitución de 1837 y la edición que hemos
manejado es la corregida de 1842. El autor quería hacer una aportación ante la
“escasa colección de libros elementales con que contamos para la ense- ñanza en
nuestras escuelas”. Como en determinados catecismos franceses anteriores,
comenzaba con la pregunta sobre “qué es el hombre” y la diferencia entre “el
hombre en estado salvaje y el constituido en sociedad”. No trataba demasiado
los aspectos constitucionales específicos, sino conceptos genéricos que en
ocasiones aplicaba al caso de España (religión, gobierno o derechos de los
ciudadanos de la nación).
Tras la Constitución de 1845 se publicó el Catecismo
político para el uso de la juventud, cuyo autor respondía a las iniciales
D.A.H. Como el anterior, pretendía también “llenar un vacío que se nota en el
catálogo de los libros elementales que sirven para la educación de la
juventud”. Se dividía en trece capítulos e introducía ya el término “partido”,
en contraposición a “facción”, dedicando bastante espacio a las clases de gobierno.
La religión y la educación pública se presentaban como los dos medios de
perfeccionamiento de la sociedad.
5.4. De la Revolución de 1868 a la Restauración
Para “iniciar a la infancia y al pueblo inconsciente que se
encamina álas escuelas de adultos en la Ley Fundamental del Estado” (la
Constituciónde 1869, emanada de la Revolución de 1868), Gabriel Fernández,
director del periódico La Educación y autor de “várias obras de Primera
enseñanza y Literarias” publicó La Constitución española puesta en sencillo
diálogo y con explicaciones convenientes, para la inteligencia de los niños y
del pueblo. Antes de comenzar el texto dedicaba unos párrafos al Director
General de InsMARÍA ÁNGELES SOTÉS ELIZALDE
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CATECISMOS POLÍTICOS E INSTRUCCIÓN POLÍTICA Y MORAL DE LOS
CIUDADANOS (SIGLOS XVIII Y XIX)...
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201-218trucción Pública, a los profesores de primera enseñanza y en general a
los amantes de la civilización. La primera parte se asemejaba más a los anteriores
catecismos constitucionales, con preguntas y respuestas redactadas de forma
impersonal. Aparecía la novedad de la libertad de cultos, introduciendo en la
segunda parte un diálogo paternalista entre Manolito y el Maestro, en el que se
aprecia similitud con catecismos republicanos franceses como los de Thiébaut.
En ese periodo revolucionario se publicó asimismo la Cartilla de la
Constitución democrática española (1870), elaborada por el consejo de redacción
del periódico El Magisterio Español para que fuese utilizada en todas las
escuelas de primeras letras y normales. La cartilla se justificaba a raíz de un
decreto del Ministerio de Fomento que obligaba a enseñar la Constitución.
La Restauración trajo consigo la nueva Constitución de 1876,
con la que vincula un catecismo algo tardío: el Catecismo del ciudadano
español.
Obra dedicada a S.M. el Rey [Alfonso XIII] como homenaje
patriótico en su coronación, “por Cándido Cerdeira, Doctor en Derecho y Abogado
del Ilustre Colegio de Madrid”. Basándose en el artículo 133 de la Constitución
del 1812 –que prescribía la enseñanza de las obligaciones civiles a los niños–
y en el mencionado decreto revolucionario de 1870, aprovechaba la Lección 4ª —donde
se enumeraban de todas las Constituciones españolas anteriores— para rechazar
la Constitución de Bayona de 1808, dada por el “Rey intruso” francés.
En España, como se ha podido ver a lo largo de este
recorrido, con el paso del tiempo los catecismos fueron integrándose en el
sistema educativo, u orientándose hacia él como elementos de enseñanza de la
Constitución, con la denominación de cartillas o catecismos. Se ve así una
cierta homogeneidad y menos radicalismo que en muchos franceses, aunque sin
duda la impronta de la Revolución francesa y de la Declaración Universal de los
Derechos del Hombre y del Ciudadano estaba presente en la mayoría de los
españoles.
6. CONCLUSIONES
El estudio de los catecismos políticos en sus respectivos
momentos históricos, además de remitirnos a la historia general de cada época,
nos lleva a preguntarnos por las aportaciones y limitaciones para la educación
que
contienen. En este sentido, puede decirse que en una primera
fase los contenidos estaban dirigidos a los ciudadanos, se presentaban en
Francia en conexión con la abolición del absolutismo y no estaban aún ligados a
la ense- ñanza escolar. Aunque en las portadas constaba a menudo la autoría, la
imprenta y el lugar donde podían adquirirse, resulta difícil conocer el al-
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CATECISMOS POLÍTICOS E INSTRUCCIÓN POLÍTICA Y MORAL DE LOS
CIUDADANOS (SIGLOS XVIII Y XIX)...
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201-218cance de su difusión. No podemos por tanto evaluar su impacto, aunque
hay elementos que nos hacen pensar que éste fue importante. Por un lado están las
reediciones de algunos catecismos políticos del siglo XVIII a lo largo del XIX,
lo que significa que no fueron algo puntual o efímero. Y por otro lado, se
constata que los principios políticos que muchos de ellos proclamaban se implantaron
en bastante medida.
Teniendo en cuenta que el periodo que hemos estudiado es el
de transición hacia lo que hoy entendemos por política educativa y sistema
educativo nacional, y que algunos políticos e ideólogos liberales recomendaron
la inclusión de los catecismos en la escuela para la enseñanza de los
principios constitucionales, dichos catecismos adquirieron un carácter oficial
y se convirtieron en instrumentos de los gobiernos para la educación política y
moral de niños y adolescentes. La instrucción política sirvió para inculcar los
principios de la Declaración de los Derechos del Hombre y del Ciudadano. Y la
moral fue una moral republicana en el caso de la mayoría de los catecismos
constitucionales franceses posteriores a 1793, y católica en el caso de los
españoles.
Dentro de esto hay que matizar que, en el siglo XIX, la
enseñanza del elemento político y moral pasó por diversas vicisitudes y etapas
al compás de lo que en cada momento señalaban las leyes de instrucción pública,
de las que surgieron programas de educación cívica. Así, lo que había comenzado
en Francia como una gran variedad en cuanto a cantidad y calidad de catecismos
políticos propagandísticos para impulsar la convocatoria de los Estados
Generales, y en España para promover la expulsión del invasor francés, acabó
materializándose en “libros de texto” de enseñanza de las primeras nociones de
las obligaciones civiles y políticas de los ciudadanos en
la escuela primaria y de adultos. Sería muy interesante
poder enlazar estos documentos con los actuales enfoques de la educación cívica
o para la ciudadanía, pero habría que estudiar para ello la educación durante
el siglo XX, en el cual se dieron diversos acontecimientos que han supuesto
cambios sustanciales en la forma en que los gobiernos entienden la educación
moral y cí- vica, que en el periodo histórico que abarca este trabajo
seguramente noeran imaginables.
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CIUDADANOS (SIGLOS XVIII Y XIX)...
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201-218NOTAS
1.- Véase también reproducida una selección de los
proyectos, informes y planes educativos dichos políticos de la educación
franceses en Baczko (2000).
2.- Los catecismos franceses considerados en este artículo
están disponibles en los archivos de la Revolución francesa de la Biblioteca
Nacional de Francia. En todos los títulos de catecismos y en las citas
literales de las fuentes, tanto en francés como en castellano, hemos respetado
la ortografía original.
3.- Según Van Kley (2003, p. 445), en realidad este catéchisme
habría aparecido por primera vez en 1781 o antes, dirigido contra Maupeau
[quien se había decantado por reforzar el poder del rey frente al parlamento] y
el gobierno.
4.- “Instituteur” era el nombre que había propuesto para los
maestros de primaria Condorcet y que se reprodujo en el Informe que presentó
Lanthenas al Comité de Instrucción Pública el 12 de diciembre de 1792 (véase
Baczko, 2000, p. 218).
5.- La publicación de la Consejería de Educación de la
Comunidad de Madrid de una compilación de catecismos políticos españoles nos
sirve de apoyo para desarrollar lo correspondiente a España.
6.- De Moya Luzuriaga era profesor de Medicina y Cirugía y
estaba en ese momento refugiado en Cádiz, donde tuvo participación política
(Ruiz de Azúa, 1989).
7.- Según Ruiz de Azúa (1989), parece que es de unos meses
antes de que se aprobara la Constitución de 1812, dado que mencionaba aspectos
de la Instrucción Pública que luego se vieron en el articulado constitucional.
8.- La que presentamos puede tratarse de una de las
reimpresiones del catecismo político que, con el mismo título e iniciales pero
impreso en Córdoba en 1812, había prohibido Fe
Catecismo constitucional
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