lunes, 19 de noviembre de 2012

el obregonismo





Venustiano Carranza mantuvo el control político nacional de 1915 a 1920, inicialmente como jefe máximo del ejército constitucionalista y luego como presidente constitucional. Sin embargo, en el periodo que transcurre entre la victoria militar sobre los ejércitos de Emiliano Zapata y Francisco Villa hasta la rebelión de Agua Prieta, pocos fueron los momentos de tranquilidad para el régimen, amagado constantemente por rebeliones locales y fuertes divisiones entre los principales elementos de la administración y del ejército nacional.
Hacia 1918, el país se encontraba permeado de cacicazgos político-militares con diferentes intereses, agudos problemas económicos y persistentes conflictos armados, además de frecuentes enfrentamiento s administrativos con empresas transnacionales de capital extranjero y con la política intervencionista de los Estados Unidos. Lo anterior debilitaba un tanto el gobierno carrancista; dividido en sus fidelidades y enfrentado en persona­lismos, el constitucionalismo estaba lejos de integrarse políticamente en torno a la sucesión presidencial de 1920.
Los caudillos más fuertes en el ámbito nacional, después de Carranza, eran sin duda los generales Alvaro Obregón y Pablo González, brazos armados del constitucionalismo y forjadores de la base del poder acumulado por Carranza; si bien habían comprobado la lealtad hacia el Primer Jefe, de todos era conocido la ambición y los intereses políticos de ambos divisiona­rios. Pablo González (1879-1950), neoleonés de origen había ganado prestigio militar combatiendo a Pascual Orozco y a Victoriano Huerta, aunque trascendió más por la campaña contra Zapata en el estado de Morelos. González mostraba fidelidad hacia Carranza, empero, no era considerado por éste como su sucesor, no tenía la personalidad y carisma de Obregón aun cuando sí el apoyo de importantes sectores militares, hacendados y hombres de negocios.[1] Más prudente que Obregón y más comprometido con Carranza, González había declinado el cargo de secretario de Gobernación a principios de 1918 e incluso poco después se retiró del Partido Liberal Constitucionalista[2] por considerarlo contrario en sus principios al gobierno federal.[3]
Por su parte, el sonorense Alvaro Obregón (1880-1928) representaba la antítesis de Carranza. Encumbrado militarmente a partir de las campañas contra Pascual Orozco, Victoriano Huerta y Francisco Villa (sobre todo ésta última), tenía la base de poder más amplia que cualquier otro "presidencia­ble", el ejército y gran parte de la élite castrense estaban con él al igual que políticos y empresarios del interior del país; su carisma personal sobrepasaba con mucho la de sus rivales, incluyendo a Venustiano Carranza. Así, la personalidad de Obregón significó una fuerza de arrastre considerable; sobresalían también sus dotes de orador y de conciliador, cualidad demostrada en la mediación efectuada en 1915 en representación del gobierno con los obreros de la Casa del Obrero Mundial, convenio que repercutió en el apoyo decidido de los agremiados al constitucionalismo; era además un hombre de carácter afable, abierto, que justificadamente se había ganado el respeto de quienes le rodeaban.[4] No obstante, la imagen de Obregón ante Carranza difería substancialmente, pues para el presidente, Obregón era un hombre falto de principios políticos, carente de virtudes como gobernante, demasiado flexible y sumamente ambicioso.[5]  Es probable que en el fondo Carranza admirara el talento de Obregón mas, el carácter que lo distinguía y su falta de sumisión lo hacían caer de su gracia.
La ruptura de los dos líderes revolucionarios se fue produciendo paulatinamente y tomó forma en mayo de 1917 al separarse Alvaro Obregón definitivamente del gobierno de Carranza y renunciar a la Secretaría de Guerra y Marina. De regreso a su estado natal, inició trabajos agrícolas de cultivo y exportación de garbanzo, surtió de durmientes a una línea de ferrocarril y en poco tiempo amasó una considerable fortuna.[6] Nadie creía sin embargo, en el retiro" a la vida privada" del general sonorense y en efecto, nunca se alejó por completo de la escena política nacional, más aún, en Sonora empezó a consolidar su posición en torno a una red de clientela y colaboradores cercanos, con militares, líderes laboristas y conexiones con el PLC. Además, había fortalecido su situación en los Estados Unidos "limpiando" su imagen política (se le había creído simpatizante de Alemania). Para entonces, Obregón era el espejo del éxito como militar, como empresario... y como político.
Los planes del presidente acerca de la sucesión eran otros. Es probable que no contemplara literalmente la idea de la reelección,[7] pero sí el propósito de transmitir el poder a quien según su parecer representara "los ideales de la revolución constitucionalista", la reconstrucción nacional; de ninguna forma percibió al militarismo como la solución, al contrario, se delineó con mayor magnitud la tendencia civilista; de una parte el militarismo populista, grupo de origen heterogéneo aunque predominantemente rural representado por los revolucionarios forjados en el proceso armado y de alguna manera más comprometidos con las reformas sociales; por otro lado, el civilismo elitista encabezado por profesionistas letrados, liberales de tradición. Ambas tendencias se manifestaron con claridad a partir del Congreso Constituyente de Querétaro en 1916.[8]
Desde un principio la inclinación de Venustiano Carranza por el civilismo fue explícita, de hecho él era un político de viejo cuño porfirista que nunca aceptó un grado militar revolucionario, siempre se consideró como Primer Jefe del ejército constitucionalista y nunca como general. En su administración, varios personajes civiles adquirieron preponderancia, siendo el más representativo Luis Cabrera, el secretario de Hacienda.
La intranquilidad electoral desde mediados de 1918 fue bien matizada por la prensa nacional: El Demócrata, diario oficialista dirigido por Rafael Martínez; Excélsior El Universal, dirigidos respectivamente por Rafael Alducin y Félix F. Palavicini, fueron diarios que contribuyeron a fomentar la expectación política, principalmente en pro del civilismo.[9] El Universal, por ejemplo, publicaba en el número correspondiente al 14 de junio de 1918 el retiro de candidatos militares: "La circular expedida por la Secretaría de Guerra y Marina relativa a la prohibición estricta de que los militares en servicio se mezclen en política ha traído por consecuencia que muchos jefes retiren sus candidaturas para diputados y senadores, al próximo Congreso de la Unión. Se nos informó que un número considerable de militares que habían iniciado sus trabajos políticos para las elecciones que habrán de efectuarse el próximo mes de julio, han acordado suspender sus trabajos ya que no habían solicitado licencia para separarse del servicio activo como prescribe la ley. Entre los candidatos a diputados y senadores, la mayor parte de los postulados eran militares, pero en virtud de la circular expedida por Guerra y Marina, y en cumplimiento del artículo relativo de la ordenanza, disminuirán los miembros del ejército que fueron postulados".[10] Con el afán de frenar inquietudes políticas y el grado de excitación electoral, Carranza publicó un manifiesto en enero de 1919,[11] que sirvió para tranquilizar a algunos sectores políticos y militares; el manifiesto fue bien aceptado en términos generales no así por Obregón que lo consideró una táctica oficial para ganar tiempo y fortalecer su posición. La respuesta fue el manifiesto obregonista del 10 de junio de 1919 (proclamado en Nogales, Sonora), a través del cual el sonorense aceptaba postularse candidato a la presidencia de la República.[12] A partir de ese momento y rotas las hostilidades políticas, cada cual tomó su propio partido. A lo largo de 1919 se demostró la increíble popularidad de Obregón y numerosas adhesiones de civiles y militares llegaron a él, El Partido Nacional Cooperatista (PNC), fundado en 1917 y encabezado por Jorge Prieto Laurens le expresó su apoyo;[13] el Partido Liberal Constitucionalista (PLC) fundado en 1916 por los principales generales constitucionalistas, también se pronunció obregonista;[14] y todavía más, el Partido Laborista Mexicano (PLM), brazo político de la Confederación Regional Obrera Mexicana (CROM) había decidido brindar su adhesión a Obregón a través de acuerdos secretos entre éste y Luis N. Morones, líder de la CROM y del PLM.[15] Por otra parte, numerosos clubes y partidos políticos locales y estatales en Yucatán, Michoacán, Veracruz y gran parte del país anunciaron su incorporación a la campaña obregonista.[16] En suma, y con ayuda de toda clase "para 1920 (los obregonistas) ya formaban una combinación invenci­ble".[17]
El candidato militar opositor a Obregón era Pablo González, cuya postulación formal se lanzó el13 de enero de 1920, con el respaldo del Partido Progresista. "Dio inicio a una campaña movida, pero desorientada. Su apoyo era variado pero daba la impresión de provenir de sectores algo menos que revolucionarios (hacendados y empresarios)... También lo apoyaban numerosos dirigentes del ejército, aunque Obregón gozaba del (respaldo) de la vasta mayoría de los militares. Con todo, la campaña de González nunca alcanzó el vigor necesario para garantizar la posibilidad de una victoria".[18]
En tanto se enfrentaban los partidarios de las campañas obregonista y gonzalista, para Carranza aquello resultaba alentador; supuestamente la confrontación de los militares desgastaría la fuerza de éstos para favorecer así el arribo de una tercera opción política: el civilismo. Un gobierno civil sería visto entonces "como salvador de la caótica situación que los militares estaban empeñados en mantener".[19] En efecto, la gestación de un candidato civil se perfiló con fuerza y se formalizó a mediados de 1919. En un principio se pensó en alguno de los miembros del gabinete (el más viable de todos era Luis Cabrera) sin embargo, las especulaciones en este sentido no progresaron, sí en cambio las noticias acerca de la postulación del embajador mexicano en Washington, el sonorense Ignacio Bonillas (1858-1942), un ingeniero que desde 1884 había desempeñado puestos públicos y designado embajador de México en los Estados Unidos a partir de 1917 por el gobierno de Carranza. Con cierto ajetreo periodístico, a fines de octubre de 1919 tomó forma la designación oficial del candidato del civilismo,[20] aunque no fue sino hasta el 18 de enero de 1920 que el periódico gobiernista El Demócrata, publicó el manifiesto del Partido Nacional Democrático postulando formalmente a Ignacio Bonillas a la presidencia del país.[21]
Ahora bien, el desmedido interés de Carranza por favorecer a un político desconocido en su país "suena a provocación para que los candidatos castrenses trataran de llegar al poder por la fuerza de las armas y así quitarles toda legitimidad. Asimismo, el rumor que corría entre círculos obregonistas podía hacerse efectivo, a saber, el tocante a que, al provocar una situación de enfrentamiento armado por causa de la sucesión presidencial, podría suscitarse una medida de emergencia o una reforma constitucional y permitir que Carranza continuase en el poder".[22]
El caso fue que a fines de 1919 y principios de 1920, tres tendencias políticas estaban representados por tres candidatos presidenciales. Sin embar­go, ningún candidato o campaña política alguna estaba sustentada por la capacidad y organización de un verdadero partido político; la personalidad era a la postre, el elemento que expresaba la fuerza y posibilidad electoral; no había pues, intereses abiertos de partido o programas que significaran una novedad, los tres candidatos provenían y estaban comprometidos con la Revolución Mexicana y las reformas sociales planteadas en el nuevo orden constitucional. Era evidente la ausencia de plataformas políticas bien estructuradas, a fin de cuentas, como menciona Alvaro Matute, fueron la expresión de lo que era el país y consecuentemente sólo se delinearon con base en tres "procedimientos" para dar a conocer sus candidaturas y para desarrollar sus campañas electorales.
Después de todo, no fue circunstancial la formación de las tres candidaturas. "De hecho cada uno de ellos pudo haber sido presidente de un sector representativo de mexicanos. De ahí que los tres, con los recursos que poseían, debían ganarse a una clientela hasta cierto punto indiferente".[23]

La campaña nacional

El obregonismo funcionó como un movimiento aglutinador de fuerzas en pugna y enemigos del gobierno federal, o mejor dicho, del régimen de Venustiano Carranza. En efecto, Obregón pudo unificar a través de su personalidad un gran número de caciques locales y caudillos militares con pretensiones políticas distintas; en este sentido podemos establecer cierta semejanza con el maderismo de principios de la revolución sólo que en el caso del obregonismo, éste mantuvo una dirección política acorde a través de alianzas y concertaciones cuyas posiciones se consolidaron por medio de una rebelión armada[24].
Alrededor de Obregón se fue fincando un movimiento generado inicialmente en la cúpula del poder, en los niveles más altos del gobierno y del ejército. De esta forma, comandantes y jefes del ejército, políticos prominentes, diputados y senadores se manifestaron abiertamente en apoyo al "héroe de Celaya". Con una rapidez impresionante, en diversas regiones y estados se articularon clubes y partidos políticos de afiliación obregonista, así, de forma permanente el candidato fue adquiriendo una popularidad que rebasó con mucho la propiciada por las campañas gonzalista y bonillista.
Uno de los elementos en que se expresó la disputa abierta por el poder fue en torno al ejército nacional. La posición política de los generales (principalmente con mando de tropa) y jefes de operaciones militares, representaba la fuerza potencial de un candidato, así, los divisionarios leales a Carranza y por lo mismo en posibilidades de favorecer al candidato oficial Ignacio Bonillas eran, entre otros: Manuel M. Diéguez, Francisco Murguía, Cándido Aguilar y Cesáreo Castro; a su vez, el general Jacinto B. Treviño era gonzalista mientras que Plutarco Elías Calles (secretario de Industria, Comercio y Trabajo), Benjamín Hill, Jesús Agustín Castro y Fortunato Maycotte eran obregonistas,[25] aunque con el transcurso de los acontecimientos algunos otros generales se inclinaron hacia este grupo (Enrique Estrada y José Rentería Luviano por ejemplo, aunque éste último con su característica ambigüedad).
Los obregonistas establecieron una serie de alianzas que abarcaban tres importantes sectores: a).- La burocracia y el ejército; b).- Los marginados (agrupaciones y sindicatos menospreciados por Carranza) y c). -Los enemigos de Carranza (grupos rebeldes armados, específicamente).[26]
Dentro del gobierno, se crearon divisiones marcadas por lo que las lealtades estaban comprometidas con los tres candidatos, mientras que dentro del ejército era incuestionable la supremacía de Obregón. Respecto de los grupos marginados -obreros básicamente- las concertaciones de Obregón fueron de suma utilidad para fortalecer su campaña política, el caso de la CROM probablemente sea el más representativo. En el tercer caso resultaba obvio que la imagen de Obregón quedaría desprestigiada si pactaba abierta­mente con movimientos reaccionarios y rebeldes como los de Félix Díaz, Manuel Peláez o sus antiguos enemigos revolucionarios, los villistas y zapatistas. Obregón no se comprometió directamente con ellos pero si hizo ver la común inconveniencia de que Carranza continuara en el poder -visible o veladamente-; de alguna forma asumió el recurso del "enemigo común", la imagen del carrancismo como "autoritarismo".[27] Llegado el momento, Obregón vino a ser el catalizador del descontento político-militar anticarran­cista, lo que a la postre le redituó una mayor capacidad de triunfo.
Mientras Pablo González daba inicio a su campaña, Bonillas se resistió a iniciar trabajos proselitistas. Ingresó a México proveniente de los Estados Unidos hasta el18 de marzo de 1920, día en que hizo pública su candidatura, tres días después fue recibido con muestras de apatía en la ciudad de México.[28] Su campaña política resultó ser sumamente fugaz, según lo demostrarían los acontecimientos. En tanto, Alvaro Obregón inició formalmente a fines de octubre de 19191a campaña política.[29] En pocas semanas recorrió con éxito: Sonora, Nayarit, Colima, Jalisco y la ciudad de México, a donde llegó triunfante el 23 de noviembre. A fines del mismo mes estuvo en Hidalgo y el Estado de México. A mediados de diciembre visitó Michoacán y el día 21 arribó a la ciudad de Morelia. En los primeros días de enero de 1920 cruzó los límites estatales llegando a Guanajuato.[30]
En febrero de 1920, mientras Obregón visitaba Aguascalientes, en la ciudad de México se llevaba a cabo a instancias del gobierno, una junta de gobernadores tendiente a analizar y tomar resoluciones de carácter político acerca de la sucesión y las elecciones federales. Por su parte, Obregón prosiguió la gira política por el norte del país, visitando los estados de: Zacatecas, San Luis Potosí, Coahuila (donde efectuó un extenso recorrido a pesar de enfermar brevemente de influenza), Nuevo León y finalmente, Tamaulipas. Entre los meses de marzo y abril, el problema de la situación política nacional se agudizó. El conflicto político entre el gobierno del centro y el Estado de Sonora se deterioró gravemente con el envío de tropas federales a la entidad y el enfrentamiento directo entre el gobernador Adolfo de la Huerta y el presidente Carranza.[31] A partir de ese momento, los acontecimientos se precipitaron sin remedio, iniciándose las hostilidades y perdiéndose toda posibilidad de opción política.

Obregón en Michoacán

El partidarismo del gobernante michoacano Pascual Ortiz Rubio por Alvaro Obregón parece tener su origen en las relaciones de amistad estable­cidas en años anteriores. Al respecto, el ingeniero Pascual Ortiz Rubio menciona en sus memorias la amistad que lo ligaba con el hombre de Sonora; es factible también la admiración y respeto que Ortiz Rubio tuvo hacia Obregón, de hecho permaneció a su servicio cuando éste fue secretario de Guerra y Marina y el michoacano adquirió el mando del Parque de Ingenieros y del Departamento de Ingenieros, entre fines de 1916 y principios de 1917,[32] incluso menciona el apoyo de Alvaro Obregón a su candidatura estatal a mediados del mismo año, dando a entender que, mientras Carranza favoreció decididamente a Francisco J. Múgica a la gubernatura de Michoacán, Ortiz Rubio fue respaldado por Obregón. Como quiera que haya sido, al gobierno ortizrubista se le caracterizó desde el comienzo como obregonista. El acercamiento de ambos personajes se vio favorecido circunstancialmente por el distanciamiento y la posterior ruptura del gobernante michoacano con el presidente Carranza.
Hacia 1918 sucedieron cambios políticos en Michoacán que provocaron una escisión dentro del grupo ortizrubista. Varios miembros del Partido Democrático Benito Juárez y del Partido Melchor acampo (la célula orgánica del grupo político de Ortiz Rubio), renunciaron a su registro fundando en el mes de abril el Partido Reformador Nacionalista (PRN).[33] Sus principales dirigentes fueron los doctores Cayetano Andrade y Primo Serranía Mercado, los licenciados José Gaytán, Luis G. García, Ramón Ruiz y Librado Ortiz, los profesores Candor Guajardo y Enrique Ochoa Cortés, además de Alberto Trécani y Donaciano Carreón; el presidente del partido era Agustín Delgado. La división política se produjo antes de la realización de elecciones federales para designar diputados y senadores por Michoacán, comicios que habrían de efectuarse a fines del mes de julio. Sin embargo, el PRN más que enemigo se manifestó independiente del gobierno (en un principio) incluso compartieron con los ortizrubistas triunfos electorales en las diputaciones y en el Ayunta­miento de Morelia.[34] A pesar de su antimilitarismo, el PRN se sumó a la campaña obregonista en Michoacán (después de todo Obregón actuaba con el carácter de civil), misma actitud que asumieron los militantes socialistas. Ni que decir de los liberales ortizrubistas que bajo las directrices de Pascual Ortiz Rubio, no dudaron en pronunciarse obregonistas -en respaldo a su líder­desde el primer momento.
Con la intención de debilitar, en este caso contraponer todo respaldo político militar hacia Obregón en el estado, Carranza nombró a fines de 1918 al general José Rentería Luviano como jefe de las Operaciones Militares en Michoacán. Rentería fue "el peor enemigo" de Ortiz Rubio por lo que la razón de su nombramiento resulta bastante reveladora. Por otra parte, en la Cámara de Diputados local se ofreció un apoyo inconstante hacia el gobernador, así, divididos en sus lealtades algunos diputados antes independientes terminaron por volverse de oposición.[35] No obstante, la administración estatal lejos de debilitarse, políticamente empezó a fortalecerse -lentamente- a través del obregonismo. Por un momento, la figura de Obregón aglutinó tras de su campaña a amigos y adversarios políticos en Michoacán: a liberales democráticos, reformadores y socialistas, aun cuando sus discrepancias internas no desaparecieron y se exteriorizaron nuevamente en el instante de perfilarse los candidatos al gobierno del Estado.
La oposición política hacia el gobierno de Carranza se respiraba en el ambiente estatal. Hacia 1918 esa situación empezó a definirse más claramente. El 14 de junio un diario vespertino local publicaba su editorial con un interesante encabezado: "Una buena receta para que se vaya Carranza"; en el escrito se condenaba la transmisión del poder a través de formas violentas, irónicamente justificaba el derecho de oposición pública así como la política del gobierno que, para moderar la sociedad "necesita oprimir, reprimir, castigar, en una palabra, gobernar". El autor señalaba que" de tanto escuchar que debemos cambiar el gobierno (de Carranza), he acabado por sugestionarme y estoy conforme, solamente que como ya van largos años de lucha estéril entre los rebeldes libertadores y el gobierno tirano; como realmente los esfuerzos para derrocar al poder público por la violencia han abortado, lamentablemente como todas las trazas de que los fracasos continúen son mortales, se me ocurre un procedimiento más hábil y más eficaz que permito sujetar a vuestra consideración: ya no sacrifiquemos más vidas, ni sigamos asolando la República, ni enrareciendo la atmósfera con nuestras inútiles aunque justas propuestas; todo el esfuerzo gastado en el vano ataque debemos emplearlo en la legítima y fecunda organización. Todos los que ya no aguantamos al gobierno nos organizamos en un partido político y como da la casualidad de que dentro de muy pocos meses serán elecciones presidenciales, nos metemos en la lucha, y como somos muy honrados y tenemos mucho prestigio, y tenemos razón, y la República está con nosotros, echamos a Carranza y comienza por fin, para la República, la era de la felicidad y de la prosperidad sin límites”.[36]
Era sugerente como se expresaban las posturas hacia dos tendencias políticas en un ámbito regional. Por esas fechas, el 31 de julio las agrupaciones ortizrubistas celebraron un mitin en el Teatro acampo de Morelia para proclamarse abierta y decididamente por Alvaro Obregón. Hasta cierto punto se trató de dar a conocer el manifiesto obregonista del 1 o de junio y dar paso entonces a la estructuración de una campaña de apoyo local.[37] Por su parte, la Asociación de Socialistas Michoacanos residentes en la ciudad de México (organismo representativo del Partido Socialista Michoacano "en el exilio") acordaron en sesión del 14 de julio su incorporación a la campaña obregonista y de paso perfilar al general Francisco J. Múgica de nueva cuenta como candidato a la gubernatura estatal.[38] Los socialistas michoacanos -encabezados entre otros por Justino Bermúdez-, solicitaron a Obregón el registro formal a través de una credencial que los facultara como agrupación obregonista y dar paso a la formación de comités. Sin embargo, Obregón subestimó el apoyo de la Asociación, probablemente por la enemistad de éstos con el gobernador Ortiz Rubio, o tal vez porque ante el candidato presidencial las agrupaciones socialistas michoacanas se encontraban divididas, sin más soporte político que el de su caudillo, el general Francisco J. Múgica, un reconocido colaborador de Carranza. El citado registro que pretendían los socialistas michoacanos (credencial de obregonistas) lo obtuvieron hasta febrero de 1920.[39]
El territorio estatal fue visitado por Alvaro Obregón el22 de noviembre de 1919 cuando en el trayecto de Guadalajara a la ciudad de México, el candidato visitó a La Piedad, población en donde recibió solemnes muestras de simpatía popular según las notas periodísticas.[40] En La Piedad, Obregón obtuvo adhesiones de comisiones y clubes políticos de Zamora, Yurécuaro, Jacona, Jiquilpan, Tanhuato y Los Reyes.[41] En representación del comité michoacano del PLC lo acompañó Bibiano Ibarra, quien además era un decidido partidario y colaborador del ingeniero Pascual Ortiz Rubio.[42] El recorrido de Obregón en la primera fase de su gira electoral concluyó en la capital del país a donde llegó al día siguiente el 23 de noviembre, en que el sonorense demostró la magnitud de su fuerza política. Durante su permanencia en la ciudad de México, Alvaro Obregón concertó alianzas, fortaleció posiciones y preparó la segunda fase de la campaña electoral que comprendía los estados de Hidalgo, México, Michoacán y Guanajuato; una vez concluida la gira política por el centro del territorio según los planes iniciales se desarrollaría la tercera fase de la misma, que abarcaba el norte de la República: Aguascalientes, Zacatecas, San Luis Potosí, Coahuila, Nuevo León y Tamaulipas.[43]
La estructuración de la campaña electoral fue proyectada por los hombres fuertes de Obregón, que frecuentemente lo acompañaron en su recorrido político. Fueron los integrantes del comité organizador, el Centro Director Obregonista que encabezaron: Plutarco Elías Calles, Amado Aguirre, Roque Estrada, Enrique Colunga, Miguel Alessio Robles, Rafael Zubarán Capmany, Enrique Meza, Manuel l. Fierro y otros, además de Fernando Iglesias Calderón, presidente del Centro.[44]
Luego de promover su candidatura por el Estado de México (donde se afirmó contar con no menos de 63 clubes políticos afiliados), Alvaro Obregón visitó la población de Tlalpujahua en Michoacán, el día 17 de diciembre. En Tlalpujahua, el candidato fue objeto de recepciones entusiastas por parte del pueblo y de las autoridades locales, incluso por tal motivo los obreros suspendieron sus labores en varias minas de la comarca. De acuerdo con noticias del diario obregonista El Monitor Republicano, más de ocho mil personas ovacionaron al aspirante a la presidencia en la población durante las pocas horas en que transcurrió su visita.[45] En la tarde del 18 de diciembre la comitiva llegó a Maravatío, repitiéndose las muestras de popularidad; ante las peticiones de una comisión de vecinos de Zitácuaro, el candidato decidió proseguir su gira en tal población. En el transcurso del viaje en ferrocarril especial, Obregón fue ovacionado en sucesivas estaciones: en las terminales de Senguio, Irimbo, Aporo, Angangueo y acampo en donde recibió claras muestras de apoyo lo mismo que en Zitácuaro, a donde llegó a las 10 p. m. en medio de singular recibimiento.[46] A Zitácuaro acudieron comisiones procedentes de otras poblaciones del distrito y en los actos político-sociales se menciona la participación de una Junta Patriótica y de varios clubes locales que apoyaban la candidatura del ingeniero Porfirio García de León al gobierno del Estado.[47]
El 20 de diciembre, Obregón retornó a Maravatío para concluir su visita local, por la tarde arribó a la ciudad de Acámbaro, Guanajuato, donde lo esperaron comitivas procedentes de Morelia. Según destaca en sus memoria5', Pascual Ortiz Rubio el gobernante michoacano que por entonces se encontraba en La Piedad presidiendo un Congreso Pedagógico, decidió ir a Acámbaro personalmente y recoger en un tren especial al candidato presidencial ante la posibilidad de una confabulación en su contra por parte del gobierno de Guanajuato,[48] encabezado por el general Federico Montes. Desde Acámbaro, acompañaron a Obregón diputados michoacanos locales y federales, así como varios miembros de la administración de Ortiz Rubio. Como era de esperarse, en las estaciones de tránsito entre Acámbaro y Morelia se congregaron numerosos pobladores que aclamaron al sonorense[49] ya fuera por curiosidad o por verdadero interés político.
Al mediodía del domingo 21 de diciembre, la caravana política anunció su llegada a Morelia. El Universal,periódico capitalino reseñó con vehemencia el viaje a la ciudad: "El arribo del candidato presidencial a esta ciudad se considera como día de fiesta. Todos los edificios de la población se encuentran engalanados; bandas de música recorren las calles lanzando al aire sones y los vítores al visitante fueron ensordecedores. En el andén de la estación se congregaron millares de personas y las calles contiguas se vieron asimismo muy concurridas.
Cuando el señor Obregón bajó del tren, acudieron a saludarlo los representantes de los clubes políticos Matamoros, Galeana, Agrupación Política de la Villa de Charros, Partido Liberal Michoacano y demás corporaciones que apoyan la candidatura del ingeniero García de León para gobernador del Estado. Un representante del Gran Partido Democrático Benito Juárez dio la bienvenida al candidato en frases galanas. Cuando el señor Obregón pudo salir de la estación, partió por las principales calles de la ciudad una monstruosa manifestación.
Puede asegurarse que Morelia ha sido el lugar donde se ha recibido con mayor entusiasmo al señor Obregón, pues las manifestaciones que se le han tributado, superan a las efectuadas en las demás regiones que hemos visitado".[50]
Las versiones de la prensa fueron bastante elocuentes, cualquiera pudo observar que era Obregón la personalidad que unificó los criterios políticos locales. Un importante sector de la Cámara de Diputados local además de las autoridades municipales y comisiones provenientes de casi todo el estado llegaron a Morelia para proclamarse obregonistas. Incluso hasta un grupo de católicos visitaron al candidato. Por supuesto que las agrupaciones ortizrubistas aprovecharon la oportunidad para crecer la imagen política del íngeniero Portirio García de León a la sombra del obregonismo estatal.
Las recepciones masivas populares se repitieron el día 23 en Pátzcuaro En el trayecto recorrido desde Morelia no faltaron muestras de apoyo en las estaciones de Santiago Undameo, Acuitzio, Lagunillas y Chapultepec.[51] En Pátzcuaro, Obregón permaneció varios días presidiendo actos cívicos, sociales y políticos que le redituaron popularidad cada vez más notable. De Pátzcuaro el candidato viajó a Uruapan, en donde fue significativo el mitin político del 27 de diciembre pues éste fue organizado por agrupaciones socialistas. En el acto de adhesión hablaron el diputado federal Isaac Arriaga y el líder socialista Ezequiel Salcedo. Entre las numerosas muestras de respaldo que Obregón recibió en Uruapan estuvieron las de los partidos Liberal Independiente y Melchor acampo de Apatzingán, los que se pronunciaron por la fórmula Obregón-García de León para la presidencia y gubernatura estatal respectivamente.[52]
El día 10 de enero de 1920, Obregón regresó a Morelia donde ya era esperado por el gobernador y por el general José Rentería Luviano, jefe de las Operaciones Militares en el Estado. Hospedado en el domicilio particular de Ortiz Rubio, Obregón dialogó con políticos y empresarios locales, y tuvo tiempo para enviar un telegrama al presidente Carranza felicitándolo por el año nuevo.[53] El día 2 de enero por la noche se llevó a cabo un acto político sin precedente en el Teatro acampo de la ciudad, el mitin organizado por el Partido Reformador Nacionalista de Michoacán y por el Partido Laborista Mexicano tuvo como fin proclamar formalmente la adhesión del PLM y de los obreros que lo integraban a la campaña obregonista. El líder del PLM y de la CROM, Luis N. Morones anunció personalmente el apoyo decidido de su gremio ante más de dos mil obreros michoacanos congregados en el acto, según información de la prensa.[54]
Obregón y su comitiva política partieron de Morelia el 7 de enero, no sin antes haber delineado los perfiles de la campaña obregonista y de anunciar el apoyo al candidato a la gubernatura estatal, el senador Porfirio García de León.[55]
Todavía, el 13 y 14 de enero el candidato presidencial se internó de nueva cuenta en Michoacán, proveniente de Irapuato. En la fugaz visita efectuada a Puruándiro, Obregón fue -como de costumbre- agasajado por la población, recibiendo muestras de respaldo de comitivas de Coeneo, Huaniqueo, Villa de Morelos y Panindícuaro. Se organizó un mitin popular en el Teatro Morelos de la localidad en que el visitante ofreció un breve discurso. Un día antes de su llegada, en Puruándiro había circulado un boletín anónimo impreso que señalaba: "Católicos, hoy llega el perseguidor de nuestras creencias. Portaos con él como lo exige la dignidad ultrajada. Ni al perro se le ha visto lamer nunca la mano que le azota".[56] El hecho es que, al parecer, no hubo mayores incidentes en Puruándiro y Obregón abandonó definitivamente el estado para proseguir su gira política por Guanajuato.
Es importante destacar que durante los más de veinte días que Alvaro Obregón realizó su recorrido electoral por Michoacán, constantemente recibió adhesiones de las autoridades civiles, además de la aclamación general que se le ofreció en todas partes; contó además con una bien organizada promoción y campaña publicitaria amparada por el gobierno estatal y las agrupaciones políticas de filiación ortizrubista y socialista. En todo momento, la imagen de Obregón fue una imagen civil, en pocas ocasiones se le vio rodeado de militares y buscó siempre el contacto directo con el pueblo, incrementando considerablemente su popularidad a medida que se desarrolló su gira de propaganda. Otro de los elementos significativos fue que en sus discursos políticos no hizo promesas de reformas radicales o de demandas que no pudiera cumplir, abogó frecuentemente por la libertad y la democracia políticas, mantuvo una prudente actitud respecto del problema agrario manifestándose respetuoso del orden constitucional pero sin arremeter por la desarticulación inmediata de la gran propiedad.
En sus proclamas de Morelia, Pátzcuaro, Uruapan y Puruándiro hizo énfasis en el respeto al culto religioso y se avocó a eliminar la imagen clerofóbica que se le atribuía. Obregón afirmaba convencido: "Nosotros no perseguimos ningún culto; si persiguiéramos los cultos seríamos sectarios y no tendríamos el derecho de llamamos liberales si no respetáramos las creencias de los demás... Es la gran mayoría del pueblo mexicano la que anhela un futuro mejor para la patria, y nosotros señores hemos creído que la salvación nacional, el engrandecimiento nacional no se conquista con que disminuyan los católicos ni disminuyan los protestantes, sino cuando aumenten en nuestra patria los hombres de moralidad...".[57] Tal parece que Obregón buscó en todo instante desvincularse del gafete carrancista que en efecto lo hubiera desacreditado ante el catolicismo y las autoridades eclesiásticas, la campaña desarrollada en el Bajío fue muestra clara de lo anterior.
Los discursos políticos obregonistas se preocuparon en no formular ataques directos al presidente Carranza, aunque sí destacaron casi siempre los intentos oficiales de la imposición civilista, acometiendo con una acendrada retórica populista en nombre de la revolución. Obregón resaltó dos elementos en sus conferencias: el civismo y la moral. Según él, el civismo era característico en los michoacanos a través de su historia, herederos del pensamiento liberal y patriota de los paladines Melchor acampo y José María Morelos, forjadores también de un crisol de ciudadanos con amplia "potencialidad intelectual y moral", aptos además para las lides democráticas y enemigos de la reacción y la imposición. La noción de "cultura cívica" a la que se refería Obregón se asemeja al modelo conceptual de Escalante, de esta manera cultura cívica "significa una cultura pluralista, fundada en la comunicación y la persuasión, una cultura orientada hacia el consenso pero respetuosa de la diversidad, que favorece el cambio y también lo mantiene dentro de límites moderados".[58] El ciudadano que esa cultura cívica produce se orienta hacia la participación activa, racional e informada, pero sin entregarse por completo de la vida pública.
Obregón logró en Michoacán lo que en otros estados del país, conciliar antagonismos políticos en torno a su figura revolucionaria. Por su parte, el gobernador Ortiz Rubio brindó toda clase de seguridades al candidato sonorense demostrando su franca militancia y desafiando al poder central; la reiterada afinidad y amistad entre ambos políticos fue manifiesta para todos, incluso para la gira electoral por el estado de Guanajuato -gobernado por el general Federico Montes hostil al obregonismo e incondicional carrancista­ el gobernante michoacano autorizó al inspector general de Policía del Estado Teodoro Villegas para que con un grupo de elementos de la misma corporación brindara garantías al candidato presidencial.[59]
Hacia fines del mes de enero, circuló la noticia de que el gobernador Ortiz Rubio convocaría a una reunión de gobernadores con el fin de solicitar al Ejecutivo federal la no imposición de una candidatura oficial y el respeto imparcial a los comicios electorales.[60] Cierto o no, la junta no se llevó a cabo y sí en cambio el gobierno de Carranza solicitó la presencia de los gobernadores constitucionales de los Estados en la capital del país, las juntas entre éstos y el presidente se celebraron en sesiones privadas (en el Automóvil Club de Chapultepec) y deliberaron acerca de la situación política nacional, es decir, sobre el problema de la sucesión presidencial. El "cónclave de gobernadores" como lo llamó la prensa, se inició el día 6 de febrero; veinticuatro horas antes el presidente había aceptado la renuncia del secretario de Industria y Comercio, general Plutarco Elías Calles, y hacía tres días se había iniciado en la ciudad de México la Convención Nacional del PLC, presidida por sus directivos y los obregonistas más importantes del país; según se decía, en la sesión inaugural Alvaro Obregón pronunció un "trascendental discurso".[61]
A la junta de gobernadores asistieron los mandatarios de Aguascalientes, Campeche, Coahuila, Durango, Guanajuato, Guerrero, Hidalgo, Jalisco, México, Nayarit, Nuevo León, Puebla, Querétaro, San Luis Potosí, Tlaxcala, Veracruz y Yucatán. Los gobernadores provisionales no fueron invitados, quedando excluidos los Estados de Chihuahua, Chiapas, Oaxaca, Morelos y Tamaulipas, tampoco se consideraron los territorios de Quintana Roo y Baja California; por lo que respecta al resto de las entidades, faltaron por asistir los dirigentes políticos de Colima, Sonora, Zacatecas y Michoacán, los tres últimos por actitudes abiertamente contrarias al Ejecutivo federal y en pro del obregonismo nacional.[62]
Carranza obtuvo, aunque parcialmente, los resultados que se propuso: el de crear una base de poder que garantizara un contrapeso a la fuerza política de Obregón y la garantía de que los gobernadores controlarían a los militares y las fuerzas armadas en sus entidades, puesto que la mayoría de los gobernantes eran militares con mando de tropas. De entre los mandatarios incondicionales (los de Veracruz, Guanajuato, Puebla y Coahuila, entre otros), se conformó un grupo de apoyo directo a la candidatura presidencial del ingeniero Ignacio Bonillas, lo que ocasionó que la prensa capitalina arremetiera contra el "cónclave" acusándolo de ser instrumento político de la imposición carrancista. Con todo, la campaña obregonista prosiguió y a pesar de la represión por parte de autoridades estatales leales a Carranza (en San Luis Potosí, Coahuila y Tamaulipas), el sonorense continuó ganando adeptos. Ante el inminente nombramiento formal de Ignacio Bonillas como candidato a la presidencia, viejos enemigos de Obregón terminaron por aceptarlo como la mejor de las opciones políticas existentes.[63]
En Michoacán, el obregonismo militante fue avasallador. Se mencionó con insistencia la unificación del Partido Socialista Michoacano y del Partido Liberal Michoacano (mugiquistas y ortizrubistas), para trabajar coordinados en la campaña obregonista. Sin embargo, los planes del Partido Liberal fueron los de integrar al ingeniero y senador Porfirio García de León para que, a la sombra del obregonismo, ganara fuerza política y se convirtiera en gobernador del Estado. La prensa nacional, al respecto notificaba que agrupaciones socialistas de Zitácuaro, Zinapécuaro, Maravatío, Pátzcuaro, Uruapan, La Piedad, Puruándiro, Tanhuato y otras poblaciones, habían aceptado postular a García de León para el gobierno estatal y a Obregón para la presidencia de la República.[64] Basados en testimonios del general Francisco Serrano, los periódicos afirmaban la armonía y organización política con que se trabajaba en Michoacán en torno a las elecciones locales y federales. Como quiera, era revelador que la sociedad michoacana brindaba simpatías a Obregón, desdeñando a los otros candidatos Pablo González e Ignacio Bonillas.
Referente a las campañas gonzalista y bonillista en Michoacán es poco lo que sabemos. A principios de 1920, se fundó en Uruapan la Liga Democrática para trabajar en actividades políticas pro-gonzalistas, al parecer, obreros de las fábricas textiles de La Paz, La Unión y San Pedro integraron la Liga Democrática, representada por Octavio Barragán. En el mes de febrero, hubo intentos por estructurar formalmente la campaña gonzalista con el arribo del delegado especial del Partido Progresista, Ignacio Díaz; se organizó también en Morelia una Liga Democrática y el Club Político Hermenegildo Galeana, al mismo tiempo que se nombraron delegados estatales para promover la candidatura gonzalista por gran parte de la entidad.[65] Por lo que respecta a la candidatura oficial, se sabe que estuvo en Morelia el general Cándido Aguilar en campaña pro-bonillista. Se organizó una manifestación de apoyo (en la que según Ortiz Rubio se gritaron vivas a Bonillas y Carranza y mueras a él y a Obregón), la que se enfrentó al mismo tiempo con otro mitin obregonista encabezado por soldados de la Jefatura de Operaciones vestidos de civil.[66] Asimismo, un partido político conformado en Morelia para postular la candidatura estatal de Lorenzo Larrauri Montaño también se manifestó a favor de Ignacio Bonillas. Se señalaron incluso como destacados bonillistas michoacanos al licenciado Antonio Carranza (dirigente del Partido), a los periodistas Alberto Padierna, Francisco Veyro (director del diario El Orden)y Mariano de Jesús Torres (director y redactor del periódico El Centinela), al ex-secretario de gobierno Adolfo Cortés y a los empresarios y comerciantes Rafael Elizarrarás y José Oseguera,[67] además del general Martín Castrejón.
En tanto, el gobernador Ortiz Rubio continuaba desafiando al gobierno federal. A fines de febrero, en telegramas intercambiados con el general Federico Montes (y publicados por la prensa capitalina), Ortiz Rubio se negaba a firmar el manifiesto redactado por el "cónclave de gobernadores”, por considerarlo ''inútil", arriesgadamente señalaba que Carranzano respetaría el voto popular en los sufragios nacionales.[68] Para entonces, Ortiz Rubio se jugaba todo con Obregón, sabía perfectamente que su posición era delicada por lo que trató de activar todos los elementos a su favor, incluso pactando con su viejo enemigo el general José Rentería Luviano (en esos momentos jefe de las Operaciones Militares en el Estado). Todavía, Carranza pretendió hacer desistir a Ortiz Rubio de su actitud enviando al general Luis M. Hernández a Michoacán. Hernández -según el propio gobernante michoacano- ante la intransigencia de Ortiz Rubio le propuso separarse del Ejecutivo estatal y aceptar algún puesto diplomático en el extranjero, ante la negativa, los generales Martín Castrejón y Manuel M. Diéguez, también buscaron ablandar la postura de Ortiz Rubio y en el último de los casos separarlo del gobierno, sin embargo, los esfuerzos no fructificaron[69] y los acontecimientos se precipitaron irremediablemente.

La rebelión de Agua Prieta en Michoacán

Hacia fines de 1919, las relaciones entre el gobierno federal y el Estado de Sonora se deterioraron irreversiblemente. Las ingerencias directas de Carranza tendientes a eliminar poder político a los caudillos sonorenses no hicieron sino crear serios disgustos y rencores con las autoridades locales. A principios de 1920, la situación se agudizó y el gobierno de Adolfo de la Huerta rompió en definitiva con Carranza y la federación. Ante la crítica situación, el gobierno federal envió un destacamento militar a la región para garantizar su predominio, nombró también al general Manuel M. Diéguez comandante de las fuerzas del noroeste (Sinaloa, Sonora y Baja California), quien llegó a Sonora con un importante número de fuerzas que no hicieron sino preparar un inminente enfrentamiento; esto produjo que las autoridades estatales responsabilizaran a Carranza de la tensa situación y de las consecuencias que acarrearía para el país. De hecho, la intransigencia del presidente ocasionó la querella definitiva y el 9 de abril Sonora rompió el pacto federal y asumió su soberanía, en respuesta, al día siguiente Carranza anunció el envío al Estado rebelde de una columna de 20,000 tropas regulares.[70]
Los sucesos del mes de abril fueron desbordantes, Alvaro Obregón interrumpió su gira política por Tamaulipas para viajar a la ciudad de México, citado a comparecer ante un juzgado militar (formalmente el juicio no procedía pues Obregón aparecía entonces como civil) y responder ante posible vinculación con el proceso de rebelión que se le seguía al ex-federal Roberto Cejudo. El juicio contra Cejudo no era más que el escaparate para empañar la imagen de Obregón y acusarlo como cómplice de rebelión.[71] No obstante, los acontecimientos empezaron a rebasar al arrogante presidente, no sólo el conflicto con Sonora amenazó la estabilidad del régimen, el proce­so de rebelión" caso Cejudo" en que se implicaba a Obregón fue un arma de dos filos, se sacaba a Obregón de la jugada o bien se provocaba una ruptura violenta, como finalmente sucedió. En tanto, aun cuando la postura del general Pablo González no evidenciaba oposición al gobierno federal, sí hubo un acercamiento de él con Obregón. Era claro que González trataba de manejar la situación con prudencia ante el enfrentamiento abierto de obregonistas contra carrancistas. Los rumores en la prensa sobre una posible alianza entre ambos caudillos fueron consecuentes.[72]
Los acontecimientos en Sonora se precipitaron. Plutarco Elías Calles asumió la jefatura de las fuerzas militares con el apoyo de la mayoría de las tropas existentes en el estado. Los enfrentamientos abiertos con el ejército federal empezaron el 15 de abril y no cesaron hasta la caída de Carranza. En tales circunstancias, la situación de Obregón en la ciudad de México fue comprometedora por lo que burlando la vigilancia policiaca escapó de la ciudad disfrazado de ferrocarrilero el día 11 de abril, antes de su comparecencia formal en el caso Cejudo, del que seguramente sería declarado culpable del cargo de rebelión.[73]
Las noticias acerca de la actitud de Obregón en el conflicto con Sonora y después su desaparición pública, fueron constantes. Se daba por hecho que el candidato se refugiaría en Guerrero o Michoacán donde contaba con numerosos partidarios políticos y militares que garantizarían su seguridad.[74] Tal como se esperaba, Obregón llegó a Guerrero en donde recibió la inmediata adhesión del general Fortunato Maycotte y el día 20 de abril dio a conocer un manifiesto en la población de Chilpancingo en el que culpabilizaba a Carranza de la situación política provocada y se pronunciaba a favor de la rebelión en Sonora. [75]
El gobierno de Michoacán permaneció en silencio cuando la mayoría de los gobernadores expresaron su incondicional respaldo al gobierno federal y condenaron la insubordinación sonorense; la rebelión asumió un carácter formal el día 23 de abril en que se dio a conocer el "Plan de Agua Prieta", mediante el cual se desconocía a Carranza como titular del Ejecutivo federal ya las autoridades políticas impuestas en varias entidades; reconocía el orden jurídico de la Constitución de 1917 y llamaba a la movilización nacional (organizada a través del Ejército Liberal Constitucionalista); el resto de las proclamas eran igualmente políticas.[76]
Para entonces, la situación en Michoacán era predecible y desde el primer momento se consideró que el Estado se incorporaría rápidamente a la rebelión contra el gobierno de Carranza. Se argüía extraoficialmente que Ortiz Rubio contaba con 1,500 hombres armados dispuestos a seguirlo, sin embargo, la grave situación económica garantizaba la incapacidad para sostener una rebelión por mucho tiempo.[77] Para ganar posiciones en el estado, Carranza nombró al general Bruno Neira jefe de las Operaciones Militares en Michoacán, destituyendo con esta acción a José Rentería Luviano; análogamente un gran número de tropas provenientes de Querétaro empezaron a llegar a Morelia,[78] obligando con esto la salida del gobernador de la ciudad capital. Al respecto, Ortiz Rubio apuntó en sus memorias: "busqué el apoyo de militares patriotas y respondieron a mi llamado el Gral. V. Elizondo, el teniente coronel Jesús Millán, jefe del Estado Mayor de la Jefatura de las Operaciones; el mayor Neftalí Herrera del 1000 Regimiento; el mayor José Cortés Ortiz del 60 Regimiento, el capitán Francisco Javier M., encargado de la batería... todos estos jefes y oficiales se presentaron con muchas de las tropas a su mando... Unidos todos salimos ordenadamente de Morelia a las 7 de la noche el día 15 de abril de 1920, rompiendo desde ese momento el pacto federal".[79] Aun cuando Ortiz Rubio señala que lo acompañaron una gran cantidad de partidarios, éstos eran básicamente 100 hombres de su escolta personal, 60 hombres de la gendarmería y alrededor de 60 soldados de 1000 Regimiento federal.[80] También acompañaron al gobernador el presidente municipal de Morelia Juan Alvarado, el oficial mayor de la Secretaría de Gobierno Agustín Tena, varios diputados locales y federales así como los dirigentes del Partido Liberal Michoacano.[81] Luego de apoderarse de $65,000.00 que confiscaron al pagador de las fuerzas federales en el Estado, la columna rebelde salió de Morelia con rumbo a la Tierra Caliente.
En el campamento de Chirimo, en San Antonio de las Huertas, el día 16 de abril Ortiz Rubio emitió un manifiesto en el que asumía la responsabilidad de los actos rebeldes, justificaba su movimiento ante la política carrancista de imposición y declaraba .la soberanía de Michoacán "hasta que cese el estado de cosas creado por las ambiciones y falta de patriotismo de V enustiano Carranza".[82] Mientras tanto, al gobierno central no preocupaba por demás la rebelión de Ortiz Rubio, de una u otra forma ya se preveía, sin embargo, la inquietud era conocer cuál actitud asumiría el general José Rentería Luviano y sus fuerzas federales. En un principio, Rentería mostró la naturaleza del carácter que siempre mantuvo, ante Ortiz Rubio se manifestó abiertamente como obregonista y ante el gobierno federal trató de aparecer como fiel carrancista. Las noticias periodísticas en México y en Morelia reflejan la ambigüedad de la conducta de este militar.[83]
Una vez establecido en Nocupétaro, el cuartel general obregonista de Ortiz Rubio emitió cuatro decretos en los que estableció la supresión del Congreso del Estado y de las autoridades judiciales, si antes del día 10 de mayo no manifestaban el respaldo a su gobierno, además de asumir facultades extraordinarias se apropiaba del cargo de jefe de las Operaciones Militares en el Estado y se subordinaba a la autoridad de Alvaro Obregón.[84]
Ortiz Rubio sabía perfectamente que no contaba con Rentería Luviano y sus fuerzas por lo que buscó el apoyo inmediato de los cuerpos de defensas civiles y acordadas del Estado. Al parecer, las acordadas en Michoacán se componían de 8,000 hombres aproximadamente, de ellas un importante sector (la zona de Morelia, Pátzcuaro y Uruapan) estaban bajo el mando de los coroneles Gabriel Cervera y Anacleto López;[85]éste último asumió el mando de la rebelión obregonista en el centro del estado, reuniendo en Uruapan a un numeroso grupo de acordadas de la Tierra Caliente y los distritos de Ario, Pátzcuaro y Uruapan, además de varias guarniciones militares que se incorporaron al movimiento. Se estima en mil elementos la fuerza armada que López (ascendido para entonces a general brigadier) concentró en Uruapan y que movilizó hacia el noroccidente de Michoacán.[86]
En tanto, la defensa civil de La Piedad al mando de Enrique Ramírez organizó levantamientos en los distritos de La Piedad, Zamora y Jiquilpan, amagando todo el occidente del estado y cortando la vía férrea a Guadalajara. La región del Lago de Cuitzeo fue movilizada a instancias del capitán Luis Pérez Gil y los hermanos González de Cuitzeo, incorporándoseles elementos armados de Santa Ana Maya, Chucándiro y Huandacareo.[87] Con numerosas adhesiones de defensas civiles, acordadas y tropas militares, el movimiento obregonista en Michoacán, encabezado por Pascual Ortiz Rubio, empezó su avance hacia Morelia. Es factible que varias columnas federales leales al gobierno fueran trasladadas hacia Guadalajara por órdenes de Manuel M. Diéguez, ante la amenaza rebelde de Plutarco Elías Calles que había complementado su avance militar por Sinaloa y Nayarit, debilitando por consiguiente las posiciones de defensa en la capital michoacana.
Las fuerzas de Anacleto López interrumpieron la comunicación del ferrocarril central posesionándose de las estaciones de Ajuno, Pátzcuaro, Zacapu y Panindícuaro. Efectuando un movimiento envolvente fueron tomadas sin resistencia la mayoría de las poblaciones al occidente de Morelia, y el día 23 de abril las tropas se estacionaron en la hacienda de Coapa, a unos cuantos kilómetros de la capital.[88] El mismo día 23 en que se publicó el Plan de Agua Prieta, el movimiento obregonista en Michoacán consolidó sus posiciones: se interrumpió el tráfico militar con la paralización de las vías férreas, se intensificaron los avances rebeldes por el centro y occidente del estado así como por el sureste bajo el mando de Pascual Ortiz Rubio. La toma de Morelia era inminente.
En la capital michoacana, algunos periódicos desde un principio trataron de minimizar y condenaron la sublevación del gobernador, se instauraron de nueva cuenta autoridades municipales y la Cámara de Diputados nombró gobernador interino al doctor Primo Serranía Mercado.[89] En su momento, varios morelianos miembros de la oligarquía local trataron de convencer a Ortiz Rubio de deponer las armas y ofrecieron garantías de parte de las fuerzas militares federales de Bruno Neira. La negativa de Ortiz Rubio para deponer las armas le granjeó el reconocimiento de no pocos políticos mugiquistas que vieron en él a un revolucionario de principios.[90]
El avance de la columna de Ortiz Rubio -compuesta por 250 hombres aproximadamente- hacia la ciudad de Morelia empezó el día 24 de abril a mediodía.[91] Sin embargo, las fuerzas de Anacleto López fueron las primeras en llegar a la ciudad, luego de la retirada de las tropas federales de Neira. Inmediatamente después, el 27 de abril, arribaron Ortiz Rubio y su pequeño ejército; como era de esperarse, numerosos morelianos acudieron al palacio federal para ofrecer" sus desinteresados y patrióticos servicios".[92] En efecto, no fueron pocos los ejemplos de oportunismo que en su momento se produjeron: el candidato a la gubernatura Ireneo Rauda, cuya actitud durante la rebelión dejaba dudas sobre su militancia, publicó un manifiesto político en el que se definía como revolucionario de convicción, luchador por la democracia y enemigo del dictador Venustiano Carranza.[93] En términos similares, el general José Rentería Luviano publicó su "Manifiesto al pueblo michoacano", fechado el 29 de abril.[94] Rentería había llegado a Morelia procedente de Huetamo (con algunos oficiales solamente) en la madrugada del día 28 y es casi seguro que su manifiesto lo trajera "preparado" de antemano.
El movimiento obregonista todavía no terminaba en Michoacán y "convenientemente" Ortiz Rubio delegó las funciones militares del Estado al general Rentería Luviano,[95] en tanto el gobernante reasumía sus actividades públicas administrativas. En la ciudad de México, últimó bastión carrancista, aún se publicaba que los generales Federico Montes y Luis Horcasitas marchaban hacia Michoacáncon fuerzas leales[96] sin embargo, la situación no fue más reveladora. Después de la ocupación de Morelia, el general Anacleto López derrotó sin mayor esfuerzo a las tropas federales de Bruno Neira en Acámbaro; la plaza de Zitácuaro fue ocupada en esos días por la columna obregonista del general Cipriano Jaimes,[97] quedando completamente el estado en poder de los rebeldes.
Todavía, y para sorpresa de muchos, el 3 de mayo se publicó el "Plan de Tlalpujahua" firmado por Francisco J. Múgica y Francisco Cárdenas (' 'El Huango") en el que anunciaron su pronunciamiento contra el gobierno federal. Un día antes, Cárdenas y la guarnición de Tlalpujahua y Múgica con la guarnición de El Oro habían iniciado el movimiento local de sedición declarándose obregonistas.[98]
En México, la rebelión avanzó con sorprendente rapidez, desde Michoacán se comisionó a los generales Renteria Luviano y Anacleto López para que avanzaran hacia Jalisco y Guanajuato respectivamente, a fin de eliminar los últimos reductos del carrancismo. En la capital, luego de preparar la evacuación de los poderes, Carranza dejó la ciudad de México el día 7 de mayo partiendo con destino a Veracruz, viaje que nunca concluyó. Luego de la ocupación de México por fuerzas de Obregón y de la persecución y muerte de Carranza el día 21 en Tlaxcalantongo, se cerró una etapa político-militar de la Revolución Mexicana y se instauró otra, encabezada por los sonorenses que elevó al poder la rebelión de Agua Prieta.

Vicisitudes políticas

El retorno triunfal de Ortiz Rubio y sus fuerzas a Morelia trajo consigo un nuevo reacomodo de posiciones. Los legisladores locales, lejos de adherirse a la rebelión del gobernador habían desconocido a éste nombrando a Primo Serranía Mercado en el puesto de gobernador interino,[99] sin embargo, una vez que Ortiz Rubio reasumió sus facultades en el poder, la Cámara de Diputados quedó en evidencia, por lo que, de acuerdo al decreto N° 20 del 12 de mayo de 1920,[100] se desconoció al Poder Legislativo, restándole todo carácter de legitimidad y quedando los diputados a disposición de la autoridad judicial, acusados de violar el Código Penal.[101]
Pocos días más tarde, Ortiz Rubio decretó la convocatoria para la realización de elecciones locales para designar gobernador y diputados al Congreso del Estado, mismos comicios que habrían de verificarse el día 20 de junio.[102] No obstante, los acontecimientos nacionales demandaron la presencia de Ortiz Rubio en la capital del país, dejando al estado en plena excitación electoral.
Indudablemente que la rebelión de Agua Prieta provocó y modificó la conformación de fuerzas y alianzas políticas en Michoacán. Aparecieron así numerosas agrupaciones que con el carácter de partidos o clubes políticos se fueron vinculando con alguno de los candidatos a la gubernatura estatal. A pesar de la heterogeneidad de las fuerzas y de la complejidad para identificarlas en una corriente, todo hace suponer la confrontación de tres grupos políticos en una contienda similar a la de 1917: liberales ortizrubistas, socialistas mugiquistas y católicos.[103]
Los católicos y otras asociaciones conservadoras (calificadas inicialmente de bonillistas) postularon en un primer momento a la gubernatura estatal al general Antonio de P. Magaña, mas, ante la negativa de éste surgió la figura de Lorenzo Larrauri Montaño. Los problemas no cesaron y las dificultades para su registro obligaron a Larrauri a declinar su postulación a favor del hacendado de Zamora Antonio Márquez de la Mora. Las agrupaciones que le brindaron su apoyo fueron el Partido Popular Republicano, el Partido Miguel Hidalgo, el Partido Popular Independiente y el Partido Independiente Michoacano.[104] La base de sus fuerzas políticas se centralizaba en las ciudades de Morelia y Zamora. Entre los más importantes dirigentes de la campaña se encontraban el empresario José Oseguera, Vicente Barba y Casillas, Guilebaldo Murillo, Manuel Dondé (directivos ellos del Partido Popular Republicano), Antonio Carranza, Mariano de Jesús Torres, Rafael Elizarrarás, así como Ignacio Martínez y Angel Campero Calderón, miembros ambos del Comité Directivo del Partido Independiente Michoacano que a la postre trajo problemas de registro.[105]    
Los socialistas en tanto habían modificado relativamente su visión política. De hecho el Partido Socialista Michoacano se encontraba dividido en dos corrientes: moderados y radicales. Mientras los radicales encabezados por Isaac Arriaga proponían una agenda de reformas sociales,[106] los moderados planteaban la necesidad de realizar coaliciones y alianzas con núcleos independientes, en principio ajenos al Partido Socialista. Naturalmente que el general Francisco J. Múgica continuaba siendo el caudillo político socialista que tuvo que mediar entre ambas corrientes para evitar fracturas en el interior del partido. Además de las diferencias entre militantes, los socialistas enfrentaron el problema del tiempo. Las elecciones fueron anticipadas y los trabajos proselitistas exigían una rápida campaña de difusión y promoción entre la sociedad para hacer frente al candidato liberal; asimismo, las actividades planeadas tuvieron el inconveniente de no contar inicialmente con el general Múgica pues, comisionado en los Estados Unidos, regresó al país hasta fines de febrero de 1920, cuando los problemas de la sucesión presidencial amenazaban con desestabilizar violentamente al país.
A pesar de que Múgica pudo tener simpatías respecto de Alvaro Obregón, la fidelidad hacia Carranza era manifiesta y sólo hasta el último momento debió convencerse de las consecuencias negativas que acarreaba la necia actitud del presidente. A principios del mes de mayo, cuando se pregonaba ya el triunfo de la rebelión de Agua Prieta, Múgica se declaró obregonista a través del "Plan de Tlalpujahua", provocando severas críticas de sus enemigos por su repentina postura anti-carrancista. Definitivamente, Francisco J. Múgica, era un hombre de convicciones, sin embargo, debemos tomar en cuenta que también era un personaje sumamente ambicioso y que su visión política influyó decididamente para dar la espalda a Carranza e inclinarse a favor de Obregón.[107]
Entre los moderados mugiquistas: Alberto Bremauntz, Ricardo Adalid y Abel García Cálix; y los radicales socialistas: Isaac Arriaga, Miguel A. Quintero y Justino Bermúdez, entre otros, se implementó una campaña política dividida. No obstante, a pesar de las diferencias internas, Múgica pareció inclinarse por el programa de los moderados, esto era, trabajar con base en un "cuartel general" que dividiría al estado en varias zonas de campaña regionales a través de las cuales se promovería la formación de clubes locales (adherentes al PSM o independientes), cuyo propósito fuera el apoyo a la candidatura de Francisco J. Múgica. Las intenciones significaban que, de alguna forma, debía romperse el vínculo Múgica-PSM, es decir, se pretendía allegarse simpatizantes y fuerzas políticas independientes o ajenas al Partido Socialista. De esta forma, antiguos partidarios de Larrauri Montaño así como el Partido Reformador Nacionalista optaron por favorecer a Múgica en su candidatura.[108]
Por su parte, los liberales habían formalizado a mediados de 1919 el Partido Liberal Michoacano, con el objeto de promover las postulaciones de Alvaro Obregón y Porfirio García de León a la presidencia y gubernatura local, respectivamente. El Partido Liberal lo integraron los ortizrubistas miembros del Partido Democrático Benito Juárez, el Partido Melchor acampo y el Club José Ma. Morelos y Pavón, de la ciudad de Morelia. Su candidato, el ingeniero Porfirio García de León (1874-1943), era uno de los más fieles colaboradores de Ortiz Rubio, los unía además de su vieja amistad la activa colaboración como profesionistas. Integrado desde un principio al Partido Democrático, García de León desempeñó varios puestos públicos (incluso el de gobernador interino) de mediana importancia. En 1917, el gobernador Ortiz Rubio lo nombró director de la Comisión Local Agraria y al año siguiente fue postulado como senador por Michoacán,[109] cargo que desempeñaba hasta el momento de producirse la rebelión estatal contra Carranza. Sin embargo, aunque un destacado profesionista y leal partidario, el ingeniero parecía no tener gran capacidad política y su débil imagen pública no competía con la experiencia y facultades del general Francisco J. Múgica. Abrigado en torno a la popularidad del obregonismo michoacano y con el respaldo de Pascual Ortiz Rubio, García de León representaba la opción política liberal, reformista moderado y enemigo del radicalismo de muchos seguidores de Múgica.
Los principales promotores liberales eran en gran parte los mismos que habían apoyado a Ortiz Rubio en 1917: el general Bibiano Ibarra (presidente del Partido Liberal), Arnulfo Zubieta (representante del Partido Democrático ), el Dr. Alberto Oviedo Mota, Carlos García de León, José Campuzano, Elías Contreras (diputado local), el empresario local Joaquín Barrera (secretario de Gobierno), Leopoldo Zincúnegui y Uriel Avilés (diputados federales), José Rubén Romero (redactor de EI Universal), Isaac Montenegro, etc. Casi todos profesionistas, comerciantes y políticos favorecidos con el ascenso al poder estatal del ingeniero Pascual Ortiz Rubio.
Paralelamente a la campaña obregonista en Michoacán, numerosos partidos y clubes locales, incluso socialistas, se pronunciaron a favor del ingeniero García de León para la gubernatura.[110] Es probable que sus partidarios ganaran confianza por el apoyo inicial del gobierno al candidato (después de todo, Múgica inició sus actividades proselitistas hasta mayo de 1920); las expectativas no parecían ser mejores: Pascual Ortiz Rubio se incorporó en la ciudad de México al gabinete de Adolfo de la Huerta y en las elecciones federales para designar presidente constitucional era inminente el triunfo de Alvaro Obregón. No obstante, los acontecimientos dieron al traste con los planes ortizrubistas, pues la ausencia del propio Ortiz Rubio debilitó la posición de los liberales que gradualmente perdieron terreno.
Todavía, para junio de 1920 se formalizó la postulación del general Ireneo Rauda para el gobierno del Estado, con el apoyo del Gran Partido Democrático, presidido por Luis Munguía Guillén.[111] Sin embargo, Rauda en ningún momento logró el apoyo popular, de hecho casi pasó desapercibido; la lucha electoral la protagonizaron las fuerzas políticas que respaldaron a Múgica y a García de León, aun cuando los católicos y garcíamarquistas tuvieron cierta presencia y nivel de organización en la capital del estado.
El conflicto suscitado para entonces, que derivó en el llamado "caso Michoacán" reviste una complejidad que consideramos ajeno a nuestros objetivos particulares; pretendimos visualizar solamente la conformación de fuerzas políticas en la víspera del conflicto que nos demuestra el papel interventor y determinante que asumió el gobierno federal en Michoacán.[112] De esta forma, el problema de la sucesión en Michoacán se presentó desde un principio "como un conflicto que rebasaría los marcos de lo electoral y se ubicaría en el de las concesiones políticas".[113] Los compromisos ineludibles entre élites políticas locales y federales en el contexto de las continuas pugnas por el poder fueron, a fin de cuentas, la expresión de lo que la revolución generó en Michoacán.
Finalmente, la conjugación de varios elementos puntualizaron la complejidad del "caso Michoacán", así como sus definitivas consecuencias: el desconocimiento de la legislatura local por parte del ingeniero Pascual Ortiz Rubio; la precipitación de las elecciones estatales; la separación del gobierno local de Ortiz Rubio a raíz de su nombramiento como titular de la Secretaría de Comunicaciones y Obras Públicas; la instalación en Michoacán de varios gobernadores interinos: Rafael Alvarez, José Huerta y Lázaro Cárdenas;[114] la inestabilidad política estatal, así como la intervención del gobierno federal y el papel desempeñado por el general Lázaro Cárdenas (gobernador interino y jefe de las Operaciones Militares en el Estado) fueron, en suma, los factores que determinaron en última instancia el ascenso al poder de Francisco J. Múgica.[115]


 
[1]Cumberland, Charles. Op. Cit., p. 365.
[2]Constituido formalmente el 25 de octubre de 1916 por los principales líderes del constitucionalismo, el Partido no obstante, a partir de 1917 el partido empezó a mostrar oposición al gobierno carrancista. Véase: Alejandra Lajous. Op. Cit.. pp.88-90.
[3]Matute, Alvaro. Historia de la Revolución Mexicana. 1917-1924. La carrera del caudillo. México, El Colegio de México, 1980, tomo 8, pp. 29-30.
[4]Sobre la personalidad de Obregón así como la de Carranza véase: Linda B. Hall "Obregón y Carranza: personalidad en el desenlace de la Revolución Mexicana' '. En: Secuencia, México, Instituto Mora, N° 13, septiembre­ diciembre de 1985, pp. 29-36. Sobre la ruptura de ambos revolucionarios véase también de la misma autora: Alvaro Obregón. Poder y Revolución en México 1911-1920. México, FCE, 1985, pp. 174-191.
[5]Ibid., p. 192.
[6]Ibid., pp. 177-191; Héctor Aguilar Camín. La frontera nómada. Sonora y la Revolución mexicana. México, Siglo XXl-SEP, 1985, pp. 426-428.
[7]Véase: "Entrevista concedida por el C. Venustiano Carranza, Presidente de la República, al periodista Rafael Martínez". Luis N. Ruvalcaba (comp.)Campaña política del C. Alvaro Obregón. candidato a la presidencia de la República. 1920-1924. México, s.e., 1923, tomo 1, pp. 11-14. Véase también las pp. 19-200. En lo sucesivo citaremos autor y tomo respectivo.
[8]Matute, Alvaro. Op. Cit., pp. 13-14. De acuerdo con Matute, "la división entre civilismoy militarismo... opera para caracterizar las tendencias, pero no para conformar antagonismos concretos; es decir, la división no implica que todos los civiles también formasen un bloque indivisible. El antagonismo surgió en las páginas de los diarios que trataban de difundir una imagen positiva del civil, del hombre apto para el gobierno, frente al militar depredatorio, impreparado y oportunista. Era el recurso manejado por quienes no contaban con medios efectivos de poder, por lo menos, tan efectivos como el mando de tropas. Sin embargo, la imagen proyectada en favor del civilismo traía consigo una enorme dosis elitista. Por el contrario, los hombres de armas proyectaban una mayor identificación popular, incluso a pesar de sus arbitrariedades".
[9]Ibid., pp. 20-24.
[10]Era evidente primero el interés político de los militares y luego los intentos de Carranza para neutralizar aquellos propósitos. El Universal. Año III, tomo VII, N° 603, México, 14 de junio de 1918, p. 7; el subrayado es nuestro.
[11]Ruvalcaba, Luis N. Tomo l., pp. 15-21.
[12]Ibid., pp. 40-59; José Vasconcelos (Pról.) La caída de Carranza. De la dictadura a la libertad. México, s.e., 1920, pp. 3-26. Una explicación del mismo manifiesto en: Alvaro Matute. Op. Cit., pp. 33-41.
[13]Los dirigentes del partido se dividieron, Prieto Laurens era obregonista, Manuel Aguirre Berlanga se inclinaba por Ignacio Bonillas y el general Jacinto B. Treviño por Pablo González. Alejandra Lajous. Op. Cit., p. 76; Linda B. Hall. Alvaro Obregón..., pp. 182-183.
[14]El PLC había demostrado una franca oposición hacia Carranza y su importancia en esos momentos era significativa pues dominaba una gran parte del Congreso de la Unión. Charles Cumberland menciona que desde el principio, cien diputados federales le telegrafiaron su voto de apoyo a Obregón. Op. Cit., p. 363; Linda B. Hall por su parte comenta que aproximadamente un 80% de las dos Cámaras federales erall controladas por el PLC. Op. Cit., p. 180y 182.
[15]Idem., Alvaro Matute. Op. Cit., p. 68; Charles Cumberland. Op. Cit., pp. 363-364.
[16]No hay más que ver el periódico pro-obregonista El Monitor Republicano, principalmente de la segunda mitad de 1919y los primeros meses de 1920. Una gran compilación de estos artículos se encuentran en Lltis N. Ruvalcaba, principalmente los dos primeros volúmenes.
[17]Hall, LindaB. Alvaro Obregón..., p. 188.
[18]Cumberland, Charles. Op. Cit., pp. 364-365.
[19]Matute, Alvaro. Op. Cit., p. 55.
[20]Al parecer, la designación de Bonillas como "candidato civil-oficial" se produjo el 20 de octubre. Véanse las noticias periodísticas que de El Monitor Republicano El Universal proporciona Luis N. Ruvalcaba. Tomo 1, pp. 271 y 55.
[21]EI Demócrata. México, 18 de enero de 1920. Citado en Charles Cumberland, Op. Cit., p. 365. Dos meses después de publicarse el manifiesto, Ignacio Bon

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