domingo, 18 de noviembre de 2012

la educacion rural que impulso la revolucion mexicana




La educación rural que impulsó la Revolución Mexicana

La educación tuvo sus fluctuaciones, sus realizaciones y sus insatisfacciones en lo que fue el proceso de construcción de la Revolución Mexicana, reflejo fiel de lo que aconteció en el marco más general de la situación del país. Con la Constitución de 1917 se dieron los primeros pasos para hacer posible la reconstrucción de la nación. El Artículo tercero aprobado por los constituyentes, relativo a la educación, fue el adecuado a las circunstancias y necesidades del momento, no el texto que Carranza había propuesto, en el cual no había avances importantes como resultado del movimiento social que pretendía cambiar el estado de cosas.
En el Gobierno del General Álvaro Obregón, en 1921, se restablece el ministerio de educación que había suprimido años antes Venustiano Carranza, y se crea con el nombre de Secretaría de Educación Pública (SEP), que es como se denomina hasta la fecha. José Vasconcelos, primer Secretario, realiza una labor gigantesca en los aspectos de la cultura y la educación, que se considera nadie ha superado todavía. Promueve en particular la educación rural, ya que en aquellos años la población campesina era la mayoritaria, y la que había contribuido más a la revolución. Este breve texto se propone dar algunos elementos relativos especialmente a la educación rural generada por el ímpetu de la Revolución Mexicana, es decir, entre 1921 y 1940.
Para tener una idea más exacta de quien fue el hombre que impulsó la cultura y la educación en forma tan notable, hay que citar las palabras de Cosío Villegas, quien dice: <<Vasconcelos personifica las aspiraciones de la revolución como ningún otro hombre llegó a encarnar, digamos la reforma agraria o el movimiento obrero. En primer término, Vasconcelos era lo que se llama un intelectual, en segundo, era lo bastante joven no sólo para haberse rebelado contra él, sino para tener fe en el poder transformador de la educación; en tercero, Vasconcelos fue el único intelectual de primera fila en quien un régimen revolucionario tuvo confianza y a quien dio autoridad y medios de trabajar. Esa conjunción de circunstancias, tan insólita en nuestro país, produjo también resultados insólitos>> (1)
La Escuela Rural Mexicana
Vasconcelos se propone redimir a las masas campesinas a través de la educación. Antes de que se creara la SEP, fue Rector de la Universidad Nacional, y ahí emprendió la primera campaña de alfabetización, con voluntarios que la apoyaron. Ya como titular de la Secretaría se propuso hacer  un vasto programa de educación rural. No era fácil, porque no había maestros preparados para ir a las comunidades rurales. Entonces, se improvisaron profesores, para lo cual se nombraron maestros misioneros que tenían como tarea recorrer las zonas rurales para localizar, en cada lugar, al joven o a la joven que tuviera más estudios, que sólo excepcionalmente llegaba al sexto grado de primaria, y que estuviera dispuesto (a) a enseñar a los demás. El misionero lo capacitaba en su papel de maestro, después buscaba en dónde podía funcionar la escuela rural, y si no había un local se organizaba con los pobladores para construirlo. Dejaba al joven o a la joven instalado (a) como maestro (a), con su nueva escuela y un pequeño sueldo que recibiría de manera constante. Así fue como comenzó todo.
No se trataba de una improvisación absoluta. Había la idea de ir dando una mejor preparación a estos maestros rurales poco a poco. Sin embargo, se pensaba que era mucho mejor la utilización de los recursos humanos de las propias comunidades, para garantizar su permanencia en ellas. De esta manera se fue creando un sistema que se conocería con el tiempo como Escuela Rural Mexicana, que es la primera de las aportaciones educativas de la Revolución. La característica de esta Escuela radica en que la comunidad en su conjunto era motivo de su acción, es decir, los niños, los jóvenes y los adultos constituían su universo de trabajo; y en que daba énfasis a las necesidades básicas de la misma, las que procuraba resolver con la participación de todos sus habitantes. Es esto lo que la hizo diferente de cualquier otro tipo de escuela rural y lo que le dio su originalidad.
La escuela rural surgió sin planes y sin programas específicos. Cada maestro puso a funcionar su imaginación y a pensar en lo que las personas y la comunidad requerían, y de esa manera fue implementando su acción. Esta escuela, que se consideraba era la Casa de la Comunidad, dio resultados, y por eso se le reconoció en muchas partes del mundo, porque era una creación de los mexicanos. Era una escuela para la vida. El centro de todo era la comunidad.
La Escuela Normal Rural
Crear una escuela rural con las características descritas, daba muy buenas ventajas en las condiciones en que se encontraba el país. Y no había otra forma de empezar para atender a los campesinos. Pero también presentaba necesidades que se tenían que resolver de manera práctica y rápida. El problema principal era disponer de un sistema para la preparación y capacitación de los maestros. Se crearon dos tipos de instituciones para cubrir esta necesidad, que son otras dos invenciones fundamentales de la Revolución Mexicana en materia educativa en esta primera etapa de construcción: las Escuelas Normales Rurales (que en un principio se llamaron Escuelas Normales Regionales) y las Misiones Culturales. La primera Escuela Normal Rural se creó en Tacámbaro, Michoacán, en 1922. La multiplicación de este tipo de escuelas no fue inmediata, primero se experimentó y después se elaboraron las bases que establecieron sus fines y su organización. En esas bases se declaraba que estas escuelas normales tenían como objetivo preparar maestros para las escuelas de las comunidades rurales y de los centros indígenas de población, mejorar la preparación de los maestros en servicio e incorporar al progreso general del país a los núcleos de población rural, de las áreas donde se establecieran estas escuelas.
La primera condición para que estas escuelas cumplieran con sus propósitos, era que se establecieran en el campo cerca de una escuela rural, la que aprovecharían para las prácticas pedagógicas. El plan de estudios abarcaba dos años distribuidos en cuatro cursos semestrales, con materias de carácter general, profesional y práctico. Entre las primeras estaban lengua nacional, aritmética y geometría, ciencias sociales, estudio de la naturaleza, dibujo, música y canto. Entre las segundas estaba conocimiento científico del niño, principios de la educación, estudio de la vida rural, organización social de las comunidades, organización y administración de escuelas, métodos y prácticas de enseñanza. Entre las prácticas se consideraba la agricultura, los oficios e industrias y la economía doméstica. Esta última estaba destinada a las mujeres solamente.
El reglamento para el ingreso de alumnos estipulaba que éstos deberían ser de la misma región en donde estaba establecida la escuela normal. En 1926 había apenas 3 escuelas de este tipo y para 1931 llegaba a 16 su número. Estas escuelas dieron un gran servicio a la nación durante mucho tiempo, pero resultaron un foco de peligro para el sistema económico  y para el sistema político. Por esa razón se fueron cerrando varias de ellas, quedando a la fecha muy pocas. De las normales rurales salieron profesores críticos y con una conciencia clara de mover a los campesinos para cambiar su situación de pobreza y la de sus comunidades. Uno de los problemas a que se enfrentó el sistema de escuelas normales rurales años después, consistió en que se aceptaba a alumnos que no eran originarios de las zonas rurales.
Las Misiones Culturales
Mucho se ha discutido sobre quien fue el creador de las Misiones Culturales. Se olvida que Vasconcelos era el ministro, que era el principal promotor de todo lo que se hacía y que tenía muchas ideas para poner en práctica. Precisamente la idea de que el maestro fuera un misionero era de él. Pensaba en la labor de los misioneros españoles principalmente, pero también en los educadores místicos y religiosos como los hindúes y los pitagóricos. En ese sentido, Vasconcelos sostenía que los maestros deberían ser verdaderos apóstoles. Por eso a los primeros maestros que se envió para que fundaran escuelas rurales por los distintos rumbos de México se les llamó misioneros.
Pero se trataba de ir más allá. La idea era integrar unas escuelas ambulantes que se desplazaran a las zonas rurales a capacitar a los maestros en su propia región. En esto trabajaron el diputado federal José Gálvez, el Oficial Mayor de la Secretaría de Educación Pública Roberto Medellín y el Profesor veracruzano Rafael Ramírez Castañeda. Este último, antes de participar en esta nueva experiencia, era inspector escolar en el Distrito Federal. Se forma entonces la primera Misión Cultural con seis de los mejores maestros de la Ciudad de México, y se instala en el poblado de Zacualtipán, en el estado de Hidalgo, en el mes de octubre de 1923. El trabajo que realizaron los maestros de esta escuela itinerante fue satisfactorio, por lo que se tomó la decisión de crear más grupos de Misión. Así, en 1926 había seis Misiones Culturales y en 1930 eran un total de catorce.
La Misión Cultural tenía maestros especialistas en diversas ramas. El Jefe, equivalente a un director, tenía que ser muy preparado pedagógicamente, ya que estaba encargado de capacitar a los maestros rurales en métodos de enseñanza y en organización escolar, de acuerdo a las corrientes modernas y a las necesidades de las comunidades. Los demás especialistas del grupo se encargaban de las actividades de higiene y educación física, agricultura, artesanías rurales, carpintería y música. Posteriormente se agregaron otras especialidades. La manera en cómo trabajaban era la siguiente: Se establecían durante cuatro semanas en un poblado que fuera el centro de una región, donde hubiera una escuela rural, y a ese lugar llegaban los maestros de los lugares circunvecinos. Ahí se realizaba un curso intensivo al que le llamaban Instituto. La localidad, a su vez, era objeto de un proyecto piloto de desarrollo comunitario. La idea, a largo plazo, era incorporar en forma plena a todos los poblados rurales a la vida nacional, mejorando sus condiciones económicas, culturales y de salud.
Desarrollo de la educación rural de 1925 A 1930.
Durante el gobierno del General Plutarco Elías Calles, quien había sido maestro, el sistema de educación rural creció. En este periodo se establecieron cinco mil escuelas rurales y se amplió en forma considerable el campo de acción de las Misiones Culturales. Durante los años de 1925 a 1930 van a influir de manera determinante en estas actividades Moisés Sáenz y Rafael Ramírez. En una de sus obras, el maestro Isidro Castillo sostiene que en esta etapa <<la Escuela Mexicana, particularmente en su modalidad rural, alcanzó los momentos más culminantes de su desarrollo en cuanto a doctrina y realizaciones>> (2). Raúl Mejía Zúñiga sostiene que <<Si Vasconcelos inicia la obra, Sáenz la consuma>> (3). Sin embargo, otras afirmaciones sobre la valoración de lo que ocurrió en ese tiempo con la educación rural, expresan que en esos años se cuidó más la técnica y la organización, pero el entusiasmo de la época de Vasconcelos comenzó a desaparecer (4). Aparte de la aportación de Sáenz a la educación rural, hay que decir que a él se debe la creación del sistema de secundarias, el cual se inicia con cuatro escuelas en el Distrito Federal, en el año de 1926.

                                  La Escuela Regional Campesina
En octubre de 1931 se hace cargo de la Secretaría de Educación Pública el Lic. Narciso Bassols, y permanece al frente de ella hasta mayo de 1934 solamente. Un periodo breve pero fecundo para la educación del país. Algo tenía en común con Vasconcelos: ambos eran intelectuales, pero también hombres enérgicos y de mucha acción. Una diferencia está en que Bassols era marxista. La primera tarea que realizó fue de investigación. Durante los meses que le quedaban del año de 1931, recorrió el país conociendo las escuelas, verificando personalmente lo que se estaba haciendo, preguntando a los maestros y a los pobladores su opinión respecto a las actividades que venían realizando en el aspecto educativo, así como tomando apuntes de todo. Deseaba saber cuáles eran los logros, las deficiencias, los recursos con los que se trabajaba y las posibilidades de avanzar.
Quienes estuvieron cerca de él cuando recorrió las escuelas para conocer cómo estaban funcionando, escucharon palabras como éstas: <<La escuela rural se está volviendo un mito, algo tan exclusivamente emocional y carente de contenido, que puede convertirse sin esfuerzo alguno en el mito demagógico más perjudicial para su propio desarrollo y superación>> (5). Con los resultados del balance del sistema de educación rural, entre 1932 y 1933 se llevaron a cabo reformas. Si bien entre 1921 y 1930 el acento estaba en lo social y en la comunidad, ahora la educación rural tendría un sentido marcadamente económico y regional.  La idea era que la escuela se enfocara a resolver las necesidades económicas de los pobladores de las zonas rurales, y que se tomara a la región natural como unidad geográfica y social del campo de trabajo, considerando todos los aspectos de la vida,  proporcionando capacitación técnica, promoviendo el desarrollo económico y generando la organización adecuada para la producción. En congruencia con el pensamiento de Bassols, se buscaba que hubiera un proceso de tendencia colectivista.
Es así como a fines del mes de octubre de 1932 se crearon las Escuelas Regionales Campesinas, cuarta invención propia de la Revolución, con el propósito de que la enseñanza agrícola, ganadera e industrial, así como la formación normal rural, tuvieran en cuenta las condiciones regionales donde funcionaran estas escuelas, considerando que serían muy diferentes en distintas zonas del país. 
Cada escuela regional campesina se formó aprovechando instituciones ya existentes que se fusionaron: una escuela central agrícola (las cuales estuvieron adscritas anteriormente a la Secretaría de Agricultura), una escuela normal rural y una misión cultural. En ésta última se sustituyó su carácter itinerante y se convirtió en institución permanente en cada región seleccionada. Los propósitos de las Escuelas Regionales Campesinas eran: 1. Preparar maestros rurales; 2. Dar cursos básicos de agricultura, así como de artes y oficios; 3. Realizar estudios e investigaciones regionales de tipo social y económico y; 4. Servir como centros rurales de servicio social.
 Los estudios en estas escuelas tenían una duración de cuatro años: En el primer año se completaban los estudios de primaria, porque la mayoría de los alumnos había llegado solamente al cuarto grado de la misma; en el segundo año y en el tercero se realizaban estudios de enseñanza agrícola e industrial; y en el cuarto los relacionados con la enseñanza normal. Con estos estudios se realizaban dos carreras, la de práctico agrícola con tres años, y la de maestro rural con los cuatro que incluía el plan de estudios. La idea era incorporar otras carreras que ya se preveía eran necesarias. Incluso, se pensaba que más adelante surgiría un nivel más alto que podría ser algo así como la universidad campesina o la universidad tecnológica del campo. En el breve tiempo en que el Lic. Bassols fue titular de la dependencia se crearon un total de seis escuelas de este tipo. Hay en particular dos colaboradores de Bassols que van a ser los puntales en las reformas que emprende: Manuel Mesa Andraca en el diseño y organización de la educación rural, y Luis Enrique Erro en el establecimiento de las bases para el desarrollo de la educación técnica, la cual culminará con la creación del Instituto Politécnico Nacional en 1937.
En el primer gobierno sexenal, en el que es presidente el Gral. Lázaro Cárdenas, se desarrolla este sistema de escuelas y llegan a un total de treinta y tres. John A. Britton, estudioso de la realidad educativa mexicana de esos años, dice: <<La Escuela Regional Campesina, sin duda más eficiente que sus predecesores inmediatos, en sus 7 años de vida no logró sacudirse la enfermedad hereditaria de las escuelas rurales: la pérdida de graduados a favor de la ciudad. En un sentido más amplio, parece que Bassols se enfrascó en una lucha titánica contra las primeras oleadas de la marea de urbanización que sumergió a México después de 1940>> (6).
El Gral. Cárdenas puso todo su empeño para apoyar la educación popular, en especial la rural y la indígena. Por esto último se le llegó a considerar el presidente indigenista, y seguramente por eso mismo es que los indígenas le llamaban Tata Lázaro. Durante su gobierno se realizaron ocho congresos indígenas en los que se analizaron las condiciones en que vivían estos grupos, sus necesidades y las medidas que se requerían para resolverlas.
Aunque hubo otras instituciones educativas que se crearon durante los años aquí tratados, no se han descrito porque no representaron una innovación de la que se recogieran resultados palpables de su buen funcionamiento; tal es el caso de la Casa del Estudiante Indígena y de las escuelas de circuito, por citar dos ejemplos.
Para cerrar este breve recuento y análisis de la educación rural de la revolución, es importante citar a David L. Raby, otro estudioso de ella, quien dice: <<El experimento que más éxito tuvo en el campo de la educación rural en la década de 1930 a 1940, fue sin duda la creación de las escuelas regionales campesinas, iniciada por Bassols y continuada bajo Cárdenas. . . pero. . .Por fin se reconoció que la escuela podía producir un cambio permanente en la vida campesina sólo si era parte de un programa más amplio de desarrollo al que contribuyeran todas las dependencias del gobierno. . . El abandono completo de este sistema en 1941 no puede ser considerado más que como una medida retrograda>> (7).
Después de 1940 se establece un plan de estudios único para toda la república, con lo cual desaparece la educación rural con sus características propias. Las escuelas regionales campesinas son clausuradas, por lo que las escuelas normales rurales vuelven a su actividad de origen, pero con presupuestos precarios, y se van clausurando varias de ellas, como es el caso de la “Enrique Rodríguez Cano” de Perote, Ver., que se cierra a fines de los años sesenta del siglo anterior. Las Misiones Culturales, con los propósitos que se han descrito, son suspendidas en 1938 por los conflictos de intereses que se venían dando en el campo mexicano. El gobierno del Gral. Manuel Ávila Camacho las restablece  en 1942, pero es Don Jaime Torres Bodet en su primera oportunidad como Secretario de Educación Pública, quien les da un fuerte impulso y la responsabilidad de promover el desarrollo de la comunidad rural, atendiendo poblados campesinos marginados, a los que se ofrece, además, capacitación para el trabajo y educación básica para los adultos.

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