PRACTICA EDUCATIVA XIX
Antes de que existiera la Escuela Normal
El trámite que siguió Laura Méndez para titularse fue el siguiente: en agosto de 1885 le escribió al presidente del ayuntamiento manifestándole "haber cursado las materias necesarias para estar en aptitud de ingresar al profesorado y consagrarse a la enseñanza de la niñez según lo acreditaban los certificados que acompañaba"; asimismo, "le suplicaba le concediera sustentar el examen". Adjuntaba a la petición dos cartas de recomendación que certificaban que la interesada era "hija de familia honrada y su conducta era intachable". Al cabo de tres meses, Laura Méndez presentó dos exámenes orales, alternados, y fue aprobada por mayoría de votos
En el ejercicio de la profesión
Las maestras tituladas tenían mayores oportunidades laborales y remunerativas. Las que carecían de título, que formaban el 80% en el país, padecieron aún más, las deplorables condiciones de trabajo y de salario
Las grandes distancias y los pésimos medios de comunicación ocasionaron, quizás, la mayor parte de las renuncias de todas las maestras. Cuando Laura Méndez fue directora por primera vez en 1909 declinó el trabajo poco tiempo después "por laringitis aguda y agotamiento" pues ella habitaba en Tacubaya y la escuela estaba en Xochimilco. El traslado de un lugar a otro le tomaba 2 o 3 horas. Sin embargo, posteriormente, volvió a solicitar el cargo de directora pero ya no hubo vacantes y tuvo que conformarse a ser ayudante. Cada nueva contratación exigía que algún funcionario de la Secretaría de Instrucción Pública y Bellas Artes
Después de la respuesta "Sí protesto" el funcionario agregaba: "Si así lo hiciéreis la nación os lo premie, y si no, os lo demande"
Uno de los trabajos mejor pagados en el ramo educativo era el de inspector, funcionario encargado de rendir informes mensuales acerca de las "aptitudes pedagógicas" de los maestros, de las condiciones físicas de los inmuebles, de la cantidad de los libros y materiales escolares, etc.; además de impartir clases de carácter demostrativo. Si el inspector emitía un juicio desfavorable acerca del desempeño de los profesores, éstos podían perder el empleo. De acuerdo a Laura Méndez el cargo de inspector se prestaba a favoritismos personales y a una "serie de ruindajes de que resultan muchas víctimas y a veces muchos honores usurpados". La maestra Méndez sostuvo a lo largo de su carrera una visión crítica de los funcionarios: inspectores, directores y profesores:
El colmo de los males fue cuando ella misma sufrió la acusación, cuando se desempeñaba como ayudante, de que "tenía poca iniciativa, que poseía poco entusiasmo para los trabajos manuales y que tenía poca capacidad para educar". El último juicio la impulsó a escribir un extenso oficio, dirigido al director general de educación pública, refutando los cargos tramados por la directora. En dicho comunicado manifestaba que las 53 alumnas a las cuales había enseñado, habían pasado de año a pesar de que la directora la forzó a recibir en el segundo año niñas que no sabían leer, por lo que ella "había trabajado doble". Además exponía, que como todas las educandas eran muy pobres, se había encargado de pagarles los materiales necesarios para los trabajos manuales a pesar de que ésta era una obligación que correspondía a la directora. Después de que la Dirección General de Instrucción Primaria analizó su expediente "le hizo formal excitativa para que redoblara sus esfuerzos a fin de mejorar su labor, manifestándole que de lo contrario se vería obligada a tomar medidas tendientes a salvaguardar los intereses de los niños". Es posible que en este año de 1924 Laura Méndez se encontrara cansada de ejercer la profesión y no enseñara de acuerdo a la metodología vigente pues al año siguiente la directora apuntó que "su labor no ha sido más que la de un primer año bueno, notándose deficiencias en relación a la orientación actual de la Escuela de Acción"
Desde 1918 Laura Méndez había empezado a gestionar su jubilación; el trámite se interrumpió porque al año siguiente, el 13 de mayo, estalló la primera huelga de maestros porque exigían el pago de sus salarios. Todos los que participaron en el paro, incluida Laura Méndez, fueron cesados.
La Constitución de 1917 había establecido, en su artículo 115, que los estados (incluido el Distrito Federal) "tengan como base de su organización política y administrativa el municipio libre, al que se ha confiado la instrucción primaria"
De diez y seis municipios que tenía el Distrito Federal, sólo el de San Angel ofreció cubrir los sueldos; debido a ello, los maestros secundaron el movimiento a título de solidaridad. Como consecuencia de la huelga se cerraron 369 escuelas, 1 817 maestros se quedaron sin empleo y 100 000 niños sin escuela. El periódico Excélsior describió así la situación:
El levantamiento tuvo gran apoyo popular pues todos los sindicatos obreros de la ciudad de México amenazaron a las autoridades con el paro de los servicios públicos si no les pagaban el sueldo a los maestros. Aún los alumnos de la Escuela Normal fueron solidarios pues el gobierno les ofreció las plazas vacantes y las rechazaron. El día 15, que habría de celebrarse en el futuro como día del maestro, la huelga obtuvo el apoyo de los diputados quienes organizaron una colecta para ayudarlos. Finalmente, el día 21, la Liga de Maestros firmó un acuerdo con el presidente Carranza por medio del cual los profesores declaraban estar dispuestos a encargarse nuevamente de sus labores y el gobierno se comprometía a liquidarles sus sueldos
Como producto de la huelga, los maestros obtuvieron algunas prestaciones. En 1920 las autoridades otorgaron a Laura Méndez 60 centavos diarios como sobresueldo por haber cumplido más de 10 años de servicio ininterrumpido pero ni aún entonces el salario le alcanzaba
Educación, orden y eficiencia
Laura Méndez de Cuenca formó parte de una elite de maestros que mandó el gobierno de Porfirio Díaz a Estados Unidos a estudiar su sistema educativo con el objetivo de analizar la posibilidad de implantar en México las mejoras pedagógicas que ella considerara pertinentes.
La maestra Méndez fue a San Louis Missouri por la actividad educativa que desarrolló ahí uno de los grandes educadores, William T. Harris. Sus escuelas fueron conocidas en todos los Estados Unidos y gracias a él, Missouri fue cuna "del movimiento filosófico de San Louis". La escuela para Harris era sólo el medio para conservar los valores del pasado y ajustar al individuo dentro de la sociedad; el principal papel en el proceso educativo lo desarrollaba la familia, la iglesia, la comunidad y el Estado. Su punto de vista era conservador ya que prefería el orden a la libertad, el trabajo al juego, el esfuerzo al interés, todo lo que se requería para conservar y salvar el orden civil
Gracias a Harris, San Louis fue la primera ciudad norteamericana que incorporó el kindergarten al sistema de las escuelas públicas y sobre ellas Méndez mandó sus informes en 1904. Seguramente el gobierno mexicano decidió enviarla porque había fundado un jardín de niños en México en 1885 y conocía el sistema Froebel. La maestra Méndez realizó un estudio comparativo entre el espíritu del kindergarten alemán "según se desprende de los libros de que puedo disponer de la materia" (y que visitaría en 1907), lo que era el kindergarten en México y la adaptación que del sistema de Froebel habían hecho para sus escuelas los norteamericanos:
El aprendizaje de los niños del kinder en ambos países estaba basado en los dones de Froebel cuya premisa fundamental era "aprender haciendo". La maestra Méndez observó que en las escuelas de San Louis los salones de clase estaban adornados con dibujos que continuamente se cambiaban y estaban elaborados por las profesoras. Representaban cosas, animales y actividades propias del ser humano y tenían el propósito de instruir, al describirlos, pero siempre haciendo partícipes a los niños.
"Jugando, jugando, porque en este país los niños no tienen miedo que se les sorprenda jugando como en México" apuntó Méndez, los educandos iban aprendiendo lo que era propio de su edad. En nuestro país, por el contrario, se les exigía el uso de la pizarra, a leer, a escribir, a contar y a sumar a pesar de que los niños tenían sólo tres años, en lugar de los seis, que habían cumplido los de San Louis.
En ambos países había más maestras que maestros y a juzgar por las observaciones de Méndez, en el país del norte eran más responsables y preparadas "no se ocupan de leer, estudiar o hacer labor a mano en clase" y las aulas
En Missouri no existían las ayudantes, prefectas, vigilantes, etc., de tal forma que no se dividía la autoridad y sólo directores y maestros eran responsables del funcionamiento del plantel escolar. Como Estados Unidos era el país del "ORDEN por excelencia", todos sabían lo que tenían que hacer y por ende sobraban las ayudantes. Las profesoras "anémicas y románticas eran desechadas por inútiles y nocivas" ya que el puesto exigía "responsabilidad, energía y fuerza". En México, por el contrario, se fomentaba el "romanticismo y la debilidad", cualidades consideradas como virtuosamente femeninas.
Una de las grandes diferencias educativas entre los dos países, anotaba Laura Méndez, eran los exámenes que en México se celebraban cada año y públicamente "con intervención de extraños" y se concedían premios lo cual daba lugar a "burlas, abusos, favoritismos, vanidades y envidias" y además no evaluaban correctamente a los alumnos; los maestros examinadores
Méndez proponía que se adoptara la práctica de examinar individualmente como en Estados Unidos. En este país se evaluaba además mensualmente a los educandos; los maestros enviaban una "report carte" a los padres de familia en la cual incluían las calificaciones (del 1 al 10) de las materias cursadas y la conducta observada en clase.
Aunque los estudios en México tenían mayor nivel académico, los de Estados Unidos eran más formativos:
Enseñar, moralizar y americanizar
En las escuelas de San Louis como en las de México se utilizaba elmétodo objetivo
Todas las materias en Estados Unidos se ejemplificaban con acontecimientos históricos de tal forma que al terminar la primaria los niños sabían "al dedillo" la historia de los Estados Unidos y el papel tan importante que desempeñaron personajes como Lincoln, Grant, Longfellow, etc. Sin embargo, ignoraban por completo la vida de hombres ilustres como Alejandro, Homero, Miguel Angel, Napoleón, etc. lo cual sirve "para aferrar en el pueblo la idea de que sólo los Estados Unidos producen hombres eminentes". Continuamente se ponderaban las virtudes cívicas del pueblo norteamericano y se denigraba todo lo proveniente de otras naciones:
Las lecciones terminaban diciendo que a Estados Unidos "le tocó en suerte, por derecho divino, la obra civilizadora del mundo".
Esta retahila ensalzadora se escuchaba por todas partes. En las conferencias a las que asistía Méndez, que estaban abiertas al público en general y eran costeadas por el municipio, se trataban todo tipo de temas, pero constantemente se mencionaba el hecho de que América recibía millones de inmigrantes "apretados por la miseria y la tiranía" y los adoptaba "nacionalizándolos, educándolos y amándolos para la lucha por la vida". Se insistía en adoctrinar que los inmigrantes
Todos los niños que habían emigrado, que en su mayoría eran latinos, eslavos o hebreos, escuchaban esta presunción diariamente, entreverado con la lección de gramática o aritmética, de geografía o de moral y acababan por creer que los Estados Unidos era el "único pueblo civilizado y civilizados del mundo". Los maestros se empeñaban en desarraigar en los niños el amor a la patria nativa "para convertirlos en enemigos de todos los países y de todas las razas".
El proceso de americanizar fue sumamente complejo pues los nuevos inmigrantes pronto revelaron actitudes problemáticas no sólo de adaptación a la nueva nación, sino a los barrios donde vivía gente de sus propios países pero que ya estaba en proceso de aculturación. Pronto se hizo obvio que americanizar significaba anglizar, es decir, inculcar la moral anglo-sajona y los conceptos de legalidad, orden e instituciones democráticas. Algunos afirmaban que la unidad no sólo radicaba en perpetuar las tradiciones anglo-sajonas ya que, de todas maneras, una nueva nacionalidad nacía lentamente de la "melting pot" con características distintas
Laura Méndez criticaba la desmedida ponderación de los Estados Unidos pero a la vez admiraba la evolución de la "americanización" y afirmaba que ésta nacía de un genuino sistema educativo norteamericano (que no copiaba modelos extranjeros) y que no daba
En México, por el contrario, apuntaba Méndez, nos ufanábamos por despreciar lo nacional y valorar lo extranjero:
La integración nacional y la desintegración familiar
Con todas las ventajas del sistema educativo norteamericano, adolecía, de acuerdo a Méndez, del grave mal de promover la desintegración familiar:
Méndez reconocía que era importante que la mujer mexicana se educara y trabajara pero no al costo de perder a su familia:
Los Estados Unidos, manifestaba Méndez, podrían aprender ciertos aspectos educativos de "nosotros, y de seguro lo aprenderían sino fuesen un pueblo tan soberbio y pagado de sí". Por ejemplo, les sería útil copiar nuestro horario escolar de mañana y tarde pues en el país del norte las escuelas cerraban a las 3 P.M. pero existían 3 o 4 secciones de primaria y kindergarten que despedían a los alumnos a las 11, 12 o 2 dando como resultado que los niños anduvieran "callejeando toda la tarde, expuestos a mil peligros". En México la escuela era "colaboradora" del hogar; en su seno había más educación dada por los padres de familia, especialmente por la madre; en cambio, en los Estados Unidos:
La desintegración familiar que mencionaba la maestra Méndez era precisamente producto del proceso de "americanización" que ella de alguna manera también admiró. Algunos estudiosos han afirmado que el rechazo que hubo de hijos a padres por perpetuar las propias culturas nativas, aprendido y estimulado en la escuela, fue el hecho que provocó la desintegración familiar. Muestra de ello es que en aquellas comunidades que lograron conservar su hegemonía cultural como los grupos de escandinavos y alemanes que se asentaron desde Minnesota a Washington, no se produjo dicha desintegración
A su regreso a México, Laura Méndez colaboró, entre otras cosas, en el Consejo Superior de Instrucción Pública; en la comisión relacionada a la conveniencia de adoptar medidas especiales para la educación de la raza indígena porque el proyecto educativo porfiriano, que pretendía "integrarlos al resto de la civilización" a través de un plan de estudios uniforme, había fracasado. Dicha comisión hizo alusión a épocas pretéritas en donde la Legislación de Indias, por querer proteger a los indios con leyes especiales, había logrado aislarlos del medio ambiente "atrofiando sus energías nativas por la falta de ejercicio y haciendo de ellos perpetuos menores incapaces de ejercitar derechos y de velar por sus propios intereses". Por lo tanto la comisión estaba en desacuerdo de dictaminar decretos especiales... y sin embargo, al mismo tiempo, asentía en la conveniencia de "usar con ellos métodos y procedimientos pedagógicos más sencillos y elementales..."
Además de su labor docente y de colaboración para el gobierno en ciertas reformas educativas, Laura Méndez también incursionó en la literatura, como poetisa y novelista. Asimismo, a los 70 años de edad le quedaron fuerzas para ingresar, como alumna regular, a la universidad, a la facultad de altos estudios
... Así te espero, humano sufrimiento.
¡Ay! ni cedes, ni menguas, ni te paras:
¡Alerta siempre y sin cesar hambriento!.
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PRACTICA EDUCATIVA SIGLO XIX
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