domingo, 18 de noviembre de 2012

jaime torres bodet




Jaime Torres Bodet
(México, 1902 - id., 1974) Escritor mexicano que fue uno de los principales animadores del grupo formado en torno a la revista Contemporáneos (1928-1931), cuya particular síntesis de tradición y vanguardia resultaría de gran trascendencia en el devenir literario y cultural del país.
Cuando, en 1928, aparece en Ciudad de México la revista Contemporáneos y comienza a actuar el grupo de poetas y escritores que componen su redacción y que, durante tres años, animarán su publicación, se produce uno de los hechos capitales en el devenir de la literatura mexicana posterior. Sin aquella empresa cultural que optaba por la experimentación creadora defendiendo, al mismo tiempo, la especificidad mexicana; sin su interés por las nuevas tendencias creadoras que aparecían en Europa, pero también sin su empeño en mantener una originalidad que bebía en las fuentes autóctonas que tanto habían influido, anteriormente, en la generación de los grandes muralistas como Diego Rivera, David Alfaro Siqueiros y José C. Orozco, las letras y la cultura mexicana del siglo XX serían muy distintas: habrían quedado amputadas de alguno de sus componentes fundamentales. Junto a Salvador Novo, Xavier Villaurrutia y otros escritores, Jaime Torres Bodet fue uno de los portaestandartes de aquel grupo fecundo y versátil.
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Jaime Torres Bodet
Nacido en Ciudad de México el 17 de abril de 1902, la vida de Jaime Torres Bodet es el paradigma de una estirpe de literatos mexicanos que distribuyeron sus intereses personales, su inteligencia y su laboriosidad entre la creación literaria y las funciones políticas o diplomáticas. Tras sus estudios en las escuelas Normal, Nacional Preparatoria y de Jurisprudencia, se inscribió en la Facultad de Altos Estudios de la Universidad de México donde, en 1921, fue nombrado secretario personal de su rector que, por aquel entonces, era el insigne escritor José Vasconcelos.
Inició de este modo una casi ininterrumpida sucesión de cargos que prosiguió, en 1922, con su nombramiento como jefe del Departamento de Bibliotecas de la Secretaría de Educación Pública, puesto que ocupó hasta 1924, para convertirse luego, de 1925 a 1928, en profesor de literatura francesa en la Facultad de Altos Estudios. En 1929 ingresó, por oposición, en el Servicio Exterior, ocupando el cargo de secretario en la Legación mexicana en Madrid y en París. En 1934 regresó a América como encargado de negocios en Buenos Aires y, al año siguiente, cruzó de nuevo el Atlántico convertido ya en primer secretario de la embajada de México en Francia.
Tras un período mexicano, durante el cual ocupó, en 1936 y 1937, la jefatura del Departamento Diplomático de la Secretaría de Relaciones Exteriores, pasó a ser encargado de negocios en Bélgica (1938) y, de nuevo en México, secretario de Educación Pública entre 1943 y 1946, puesto desde el que promovió la Campaña Nacional contra el Analfabetismo (1944-1946), estableció el Comité Federal del Programa de Construcción de Escuelas (1945) y fundó el Instituto Nacional de Capacitación del Magisterio.
Se hizo cargo luego, en 1946, de la Secretaría de Asuntos Exteriores, representando a México primero en la Conferencia Interamericana de Quintandinha (Brasil, 1947), que estableció el Tratado Interamericano de Asistencia Recíproca, y, después, en la IX Conferencia Internacional Americana de Bogotá (1948), que aprobó la Carta de la Organización de Estados Americanos. En 1948, su carrera diplomática encontró un refrendo internacional cuando fue elegido para el cargo de director general de la Organización de las Naciones Unidas para la Educación y la Cultura (UNESCO), puesto que había de ocupar hasta 1952.
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De nuevo como secretario de Educación Pública, Torres Bodet dirigió, a partir de 1959 y hasta 1964, el Plan de Once Años para la Extensión y el Mejoramiento de la Enseñanza Primaria, y puso en marcha el sistema de libros de texto gratuitos, creando, además, los primeros treinta centros de Capacitación para Trabajo Industrial, que supusieron un importante impulso para la formación profesional en México.
Miembro de la Academia Mexicana de la Lengua, de El Colegio Nacional, del Instituto de Francia (cuya Academia de Bellas Artes presidió en 1966 y 1967) y de la Academia del Mundo Latino, fue investido doctorhonoris causa por las universidades de Albuquerque, Burdeos, Bruselas, La Habana, Lima, Lyon, Mérida, México, París, Sinaloa y del Sur de California, recibiendo en 1966 el Premio Nacional de las Letras.
La obra de Jaime Torres Bodet
Escritor de pluma fértil y exquisita, Torres Bodet escribe y publica muy pronto, a los dieciséis años, su primer libro de poemas, Fervor (1918), en el que pueden todavía rastrearse las influencias y los modos de un modernismo declinante y que se irán atemperando hasta desaparecer en sus obras posteriores, gracias, sin duda, a la lectura de sus contemporáneos franceses y españoles: André Gide, Jean Cocteau, Antonio Machado y Juan Ramón Jiménez, entre otros, escritores que despertarán en el joven creador el deseo de internarse por sendas menos manidas y de lanzarse a ciertos vanguardismos literarios.
Así pues, partiendo de sus primeros postulados modernistas, inicia un período de búsqueda estética y estilística que se plasmará en obras como El corazón delirante, publicada en 1922, Biombo (1925) o la ya posterior Sin tregua, que aparece en 1957 y cuya sensibilidad alcanza resonancias personalísimas, que se encarnan en unos versos de refinada exquisitez y en una temática posromántica que se acerca al realismo para utilizarlo como símbolo, como metáfora.
Fundador en 1922 de la revista Falange, de ideología claramente conservadora, participa sin embargo, más tarde, en la fundación de Contemporáneos (lo que parece señalar un giro en su pensamiento), integrándose en el grupo de intelectuales y creadores que animan la revista, uno de los hitos más destacados en la reciente historia de la cultura mexicana, que se distinguía por sus afanes vanguardistas y renovadores. Su obra constituye, en este contexto, uno de sus frutos más refinados y, también, más preñados de un dramatismo que adquiere tintes místicos, pues el poeta busca sin cesar, en su obra, los vínculos con la eternidad, con lo imperecedero, plasmándolos en una sutil melodía que lo mantiene alejado de la desesperanza.
Algunos críticos y estudiosos han puesto de relieve el surrealismo que alienta en la poesía de Torres Bodet y también en sus textos en prosa, haciendo hincapié en su imaginación desenfrenada y en algunas de sus imágenes más extravagantes. Sin embargo, lo cierto es que el poeta intenta hallar un equilibrio personal, una senda que serpentea entre lo tradicional y lo innovador, entre clasicismo y vanguardia, como apuntaban ya los primerizos versos de Fervor, un equilibrio que va perfilándose y se impone por la sinceridad de su actitud literaria (incluso en la propia audacia de las imágenes), y por unas líneas formales que beben en las fuentes de los grandes poetas del Siglo de Oro, Luis de Góngora en especial, sin renunciar al vuelo imaginativo más osado.
Los profundos sentimientos que Torres Bodet manifiesta en su lírica y su preocupación existencial desembocan, casi como una inesperada paradoja, en una ansiosa invocación a la muerte, que sorprende por el vigor, el plástico dinamismo de unas imágenes transidas de anhelo y por las que fluyen el tiempo y la vida, la inalcanzable eternidad como deseo y ensueño. Aparece así, como expresan los versos deReloj, la perspectiva de "una tumba cada vez más profunda" y, en el fondo del alma, "un puntual enemigo" que abrevia el júbilo, pero también el quebranto.
La muerte se convierte de este modo en la única salvación, la única realidad tangible ante la inconsistencia de lo real, el arma que nos libera del mal que atenazaba a Baudelaire: el tedio. Y Torres Bodet la invoca en Regreso con un verso que es casi un grito: "¡Afirmación total, muerte dichosa!", pues la existencia, la vida humana, por más que se empeñe en una inútil búsqueda, no permite conocimiento alguno. Esta afirmación radical, en la que se ha querido ver, a veces, una prefiguración del existencialismo, se tiñe de horror cuando estalla la violencia de la Segunda Guerra Mundial y empuja al poeta hacia una solidaridad, como vemos en el poema Civilización, en la que palpita ya su postrer humanismo:
    Un hombre muere en mí siempre que un hombre
    muere en cualquier lugar, asesinado,
    por el miedo y la prisa de otros hombres.
Esta última etapa, que coincide con su actuación en la UNESCO, justifica la afirmación, un tanto injusta, de José Joaquín Blanco cuando asegura que la fama de Torres Bodet se debe a haberse integrado en el "astuto grupo de poetas mexicanos que se hicieron célebres por sus buenos sentimientos", olvidando sin duda su sólida trayectoria literaria en la que no sólo pueden encontrarse poemarios de "insólita limpieza" (según Carlos Monsiváis) y de logradísimo estilo, como Cripta (1937) y Sonetos (1949), sino que se vierte también en la prosa de sus novelas, La educación sentimental (1929), Proserpina rescatada(1931) y Sombras (1937), o en sus narraciones cortas, como Nacimiento de Venus y otros relatos(1941); para florecer en la deslumbrante muestra de erudición y profundidad crítica que son sus ensayos literarios, de entre los que pueden citarse El escritor en su libertad, publicado en 1953, o su lúcido acercamiento a la obra de Proust, que apareció en 1967 con el título de Tiempo y memoria en la obra de Marcel Proust, así como en numerosos prólogos e introducciones.
Valiosísima es también la serie de sus memorias, que son un documento inapreciable por su sensibilidad y el rico abanico de acontecimientos que contemplan. Iniciadas en 1955 con Tiempo de arena, les siguieronAños contra el tiempo (1969), La victoria sin alas(1970), El desierto internacional (1971) y La tierra prometida, publicada también en 1971. "¡Basta ya de palabras, un gesto! No escribiré más", había escrito años antes Cesare Pavese; y no es de extrañar que el poeta que tanto invocó a la muerte, el creador torturado por su deseo de infinito decidiera, por fin, acudir al encuentro de la eternidad. Algún tiempo después de su suicidio en Ciudad de México (1974), Gabriel Zaid, en su artículo sobre "tres muertos nobles", escribió: "Jaime Torres Bodet se pegó un tiro en la boca dejándose llevar, con exceso poético, de su sentido del deber..." Y añadía a continuación: "...lo ejemplar de estos poetas radica menos en la realización de un paradigma, que en el hecho de haber realizado, y padecido, una necesidad de dar ejemplo".
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Nombre del personaje: Jaime Torres Bodet
Fecha de nacimiento:
 17 de abril de 1902 
Fecha de fallecimiento:
 13 de mayo de 1974
Origen:
 Ciudad de México
Actividad:
 Escritor, poeta y docente
Época:
 Contemporánea
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Esta investigación es para conocer un poco más la historia de nuestro país, a través de personajes que han dejado huella, en este caso, en el ámbito literario. Seleccionamos a este noble personaje de renombrada fama con la intención de saber en que se basa nuestra historia cultural. 

Su carrera intelectual y pública fue una de las más brillantes del México Contemporáneo. Nació en la ciudad de México el 17 de abril de 1902; estudió en la Primaria "Anexa" a la Normal, Escuela Nacional Preparatoria, en la Escuela de Leyes y en la de altos estudios de la Universidad Nacional. Antes de los veinte años enseñó literatura en la Escuela Preparatoria y fue secretario de la misma, de donde pasaría a la Secretaría de la "José Vasconcelos", rector de la Universidad y luego Secretario de Educación Pública. Siendo jefe del Departamento de Bibliotecas organizó la revista "El Libro" y "el Pueblo" y, junto con Bernardo Ortiz de Montellano, la revista literaria "La Falange"; colabora en "Lecturas Clásicas para Niños" y la revista "Contemporáneos".
Tuvo una excelente educación, la misma que lo responsabiliza de ser uno de los mejores educandos en el país. Viajó en planes de estudio a Madrid, París, España, La Haya, Buenos Aires y Bruselas, donde lo sorprende la Segunda Guerra Mundial. Aún cuando estaba de viaje por lugares que muchos de nosotros no conocemos, siempre lo hizo para mejorar su acervo cultural. Entre el diciembre de 1943 al diciembre de 1946, inició un vasto programa de construcciones escolares, reorganizó y dio impulso a la campaña de alfabetización, organizó la comisión revisora de planes y programas de estudio, inició la Biblioteca Enciclopédica Popular y dirigió la publicación de la obra "México y la Cultura". Su prestigio lo llevó a ser Director General de la UNESCO. Posteriormente fue embajador de México en París y Secretario de Relaciones Exteriores de la misma embajada.
Torres Bodet fue un hombre que hizo demasiadas cosas importantes en su vida, por eso lo recordamos como un hombre ilustre. Inició la construcción del Museo de Antropología e Historia de la ciudad de México.
Jaime Torres Bodet fue académico de la lengua y miembro del Colegio Nacional; como hombre culto trabajó en varias instituciones importantes y por su manejo extraordinario de las letras, destacó como escritor y poeta. En su faceta como escritor, su obra literaria comprendió: poesía, ensayos, relatos, novelas, prólogos, introducciones.
Su doctrina y sus realizaciones en el campo de la educación nacional e internacional lo reconocen como uno de los educadores eminentes de México. Destacó también en aportar sus conocimientos, para llevar a cabo las transformaciones educativas en otros países. Una de sus poesías más admirables en sus últimos años de vida es el que a continuación se transcribe:
MEDIODÍA
"Tener, al mediodía, abiertas las ventanas del patio iluminado que mira al comedor. Oler un olor tibio de sol y de manzanas. Decir cosas sencillas: las que inspiran amor. Beber un agua pura, y en el vaso profundo Ver coincidir los ángulos de la estancia cordial. Palpar, en un durazno, la redondez del mundo. Saber que todo cambia y que todo es igual. Sentirse, ¡al fin!, maduro, para ver en las cosas Nada más que las cosas: el pan, el sol, la miel. Ser nada más el hombre que deshoja unas rosas, Y graba, con la uña, un nombre en el mantel.
El poema habla de las maravillas que tiene la naturaleza, lo bonita de la vida y que debemos apreciar el mundo, disfrutando cada momento.
Tras 16 años de dolor padecidos por un cáncer maligno, el 13 de mayo de 1974, el literato Jaime Torres Bodet pasaría a mejor vida. En estos últimos días de su vida empezó a usar un bastón que lo ayudaba a caminar sin cojear. Después de tanto dolor, en la sala de su hogar, se suicidó con un disparo en la sien.
Por su destacado trabajo es reconocido en el país y en el mundo entero. Su tumba yace ahora en el panteón Dolores, en la "Rotonda de los Hombres ilustres" junto a muchos otros que, al igual que él, se han hecho acreedores de un reconocimiento nacional.
CONCLUSIÓN 
Después de una larga investigación, podemos decir que existen gran cantidad de hombres de nuestro país que han destacado internacionalmente, como es el caso del Dr. Jaime Torres Bodet. Don Jaime Torres Bodet demostró ser una persona con excelente educación y determinación, al cual debemos admirar porque nos dejó muchas obras literarias en diversos matices. Además soportó muchos problemas de su vida, aunque al final se acobardara y decidiera suicidarse.
 
Política educativa de Jaime torrez Bodet
Definir una política educativa para México, en el contexto de la Segunda Guerra Mundial, como la registrada en el primer lustro de los años 40 y de una lucha interna entre las diversas facciones gobernantes del país, derivadas de las políticas revolucionarias del general Lázaro Cárdenas, significó para el presidente Ávila Camacho y su secretario de Educación, Jaime Torres Bodet, un verdadero reto a resolver.
La política presidencial giró en torno a la unidad nacional de los mexicanos para enfrentar la amenaza nazi-fascista de Alemania e Italia, fomentando los ideales de la libertad, democracia y la paz mundial.
Correspondió al doctor Jaime Torres Bodet, designado Secretario de Educación el 23 de diciembre de 1943, reconocido en el ámbito intelectual, artístico y diplomático, poco conocido en el magisterio, no obstante que en su juventud había sido Jefe de Bibliotecas de la Secretaría de Educación durante el ministerio del licenciado José Vasconcelos, dirigir un mensaje al pueblo de México, para dar a conocer su ideario y programa de educación, centrando su discurso en la importancia del apoyo de los maestros y de la nación entera, para hacer realidad el pensamiento del presidente de la República.
El Secretario Torres Bodet expresó "que estaba persuadido de que la consolidación de la independencia política y económica de México descansa en la educación de todos sus hijos… y que…las circunstancias históricas de nuestro tiempo exigen una educación para la paz, para la democracia y para la justicia social".
Sin hacer gran publicidad, el secretario Torres Bodet, propuso al presidente Ávila Camacho una reforma al artículo tercero que establecía la educación socialista, para que postulara el amor a la Patria, a la conciencia de la solidaridad internacional, en la independencia y la justicia, además de desarrollar las facultades del ser humano.
La nueva legislación reafirmaría los principios a favor de una educación laica, gratuita y obligatoria, así como el carácter democrática, nacional, manteniendo firmes los postulados de la lucha contra la ignorancia y sus efectos, fundada en los principios de la ciencia, la razón y el viejo anhelo pedagógico de una formación integral del educando.
Para lograr el ideal educativo de la UNIDAD NACIONAL, requería de un intenso programa de actividades en el aula, la escuela y la comunidad.
El sistema educativo mexicano, requería de una filosofía de la educación, que hiciera posible la formación de un pensamiento social de los educandos y de los mexicanos en general, que los cohesionara, que les diera identidad nacional, que fomentara el amor por la patria.
Durante los años 40 el secretario Jaime Torres Bodet, llevó a cabo una reforma a los planes y programas de estudios de la educación primaria, secundaria y normal, por medio de los cuales se enseñaba la historia de México, el civismo y los principios para una convivencia de los mexicanos, en favor de la democracia, la justicia y la paz internacional.
El principio de la unidad nacional, como objetivo inmediato a lograr mediante los programas educativos, era un propósito fundamental, de soporte a la política del gobierno de la República, a favor de una posición pacifista.
Una de las consecuencias esperadas durante la Segunda Guerra Mundial, que afectaron también nuestro país, era la generación de un pensamiento a favor de los países del eje formado por Alemania, Italia y Japón, cuya ideología de sus gobiernos era el nazismo y el fascismo.
En este contexto, el gobierno mexicano se propuso educar para la libertad, la democracia, la justicia y la paz.
A los niños y a los jóvenes se les inculcaban los valores cívicos, de amor a la patria, a vivir en libertad y en la democracia, en un ambiente de armonía interna y de paz mundial.
En el segundo período, como secretario de Educación, el doctor Jaime Torres Bodet, se propuso una reforma educativa por medio de la cual los estudiantes y maestros reafirmaban su conocimiento de la historia de México, incluyendo los principales acontecimientos del siglo XIX y siglo XX, así mismo, los primordiales conflictos bélicos, revoluciones sociales y sistemas de gobierno durante el siglo XX, todo lo cual explicaba las condiciones políticas, económicas, sociales y culturales del mundo y de nuestro país.
Otro aspecto relevante de esta reforma educativa, fue la introducción de la enseñanza de las actividades tecnológicas en la educación secundaria, para facilitar el desarrollo de aptitudes y habilidades manuales de los estudiantes, aprendiendo así el manejo de herramientas para la soldadura, mecánica, carpintería, costura y cocina, entre otras.
El desarrollo integral de la personalidad del adolescente, era posible mediante el aprendizaje de conocimientos científicos, históricos, cívicos, del lenguaje, de manualidades y educación física.
La formación de profesores de educación primaria, se extendió a la preparación de educadores de adolescentes, con la creación de las escuelas normales superiores públicas y privadas.
En esta reforma educativa a la enseñanza secundaria del país, así como la creación de la Escuela Normal Superior de Nuevo León, participó el profesor Humberto Ramos Lozano, hoy Benemérito de la Educación del Estado.

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