Jaime Torres Bodet
(México,
1902 - id.,
1974) Escritor mexicano que fue uno de los principales animadores del grupo
formado en torno a la revista Contemporáneos (1928-1931),
cuya particular síntesis de tradición y vanguardia resultaría de gran trascendencia
en el devenir literario y cultural del país.
Cuando,
en 1928, aparece en Ciudad de México la revista Contemporáneos y
comienza a actuar el grupo de poetas y escritores que componen su redacción y
que, durante tres años, animarán su publicación, se produce uno de los hechos
capitales en el devenir de la literatura mexicana posterior. Sin aquella
empresa cultural que optaba por la experimentación creadora defendiendo, al
mismo tiempo, la especificidad mexicana; sin su interés por las nuevas tendencias
creadoras que aparecían en Europa, pero también sin su empeño en mantener una
originalidad que bebía en las fuentes autóctonas que tanto habían influido,
anteriormente, en la generación de los grandes muralistas como Diego Rivera,
David Alfaro Siqueiros y José C. Orozco, las letras y la cultura mexicana del
siglo XX serían muy distintas: habrían quedado amputadas de alguno de sus
componentes fundamentales. Junto a Salvador Novo, Xavier Villaurrutia y
otros escritores, Jaime Torres Bodet fue uno de los portaestandartes de aquel
grupo fecundo y versátil.
Jaime Torres Bodet
Nacido
en Ciudad de México el 17 de abril de 1902, la vida de Jaime Torres Bodet es
el paradigma de una estirpe de literatos mexicanos que distribuyeron sus
intereses personales, su inteligencia y su laboriosidad entre la creación
literaria y las funciones políticas o diplomáticas. Tras sus estudios en las
escuelas Normal, Nacional Preparatoria y de Jurisprudencia, se inscribió en
la Facultad de Altos Estudios de la Universidad de México donde, en 1921, fue
nombrado secretario personal de su rector que, por aquel entonces, era el
insigne escritor José Vasconcelos.
Inició
de este modo una casi ininterrumpida sucesión de cargos que prosiguió, en
1922, con su nombramiento como jefe del Departamento de Bibliotecas de la
Secretaría de Educación Pública, puesto que ocupó hasta 1924, para
convertirse luego, de 1925 a 1928, en profesor de literatura francesa en la
Facultad de Altos Estudios. En 1929 ingresó, por oposición, en el Servicio
Exterior, ocupando el cargo de secretario en la Legación mexicana en Madrid y
en París. En 1934 regresó a América como encargado de negocios en Buenos
Aires y, al año siguiente, cruzó de nuevo el Atlántico convertido ya en
primer secretario de la embajada de México en Francia.
Tras
un período mexicano, durante el cual ocupó, en 1936 y 1937, la jefatura del
Departamento Diplomático de la Secretaría de Relaciones Exteriores, pasó a
ser encargado de negocios en Bélgica (1938) y, de nuevo en México, secretario
de Educación Pública entre 1943 y 1946, puesto desde el que promovió la
Campaña Nacional contra el Analfabetismo (1944-1946), estableció el Comité
Federal del Programa de Construcción de Escuelas (1945) y fundó el Instituto
Nacional de Capacitación del Magisterio.
Se
hizo cargo luego, en 1946, de la Secretaría de Asuntos Exteriores,
representando a México primero en la Conferencia Interamericana de
Quintandinha (Brasil, 1947), que estableció el Tratado Interamericano de
Asistencia Recíproca, y, después, en la IX Conferencia Internacional Americana
de Bogotá (1948), que aprobó la Carta de la Organización de Estados
Americanos. En 1948, su carrera diplomática encontró un refrendo
internacional cuando fue elegido para el cargo de director general de la
Organización de las Naciones Unidas para la Educación y la Cultura (UNESCO),
puesto que había de ocupar hasta 1952.
De
nuevo como secretario de Educación Pública, Torres Bodet dirigió, a partir de
1959 y hasta 1964, el Plan de Once Años para la Extensión y el Mejoramiento
de la Enseñanza Primaria, y puso en marcha el sistema de libros de texto
gratuitos, creando, además, los primeros treinta centros de Capacitación para
Trabajo Industrial, que supusieron un importante impulso para la formación
profesional en México.
Miembro
de la Academia Mexicana de la Lengua, de El Colegio Nacional, del Instituto
de Francia (cuya Academia de Bellas Artes presidió en 1966 y 1967) y de la
Academia del Mundo Latino, fue investido doctorhonoris causa por
las universidades de Albuquerque, Burdeos, Bruselas, La Habana, Lima, Lyon,
Mérida, México, París, Sinaloa y del Sur de California, recibiendo en 1966 el
Premio Nacional de las Letras.
La
obra de Jaime Torres Bodet
Escritor
de pluma fértil y exquisita, Torres Bodet escribe y publica muy pronto, a los
dieciséis años, su primer libro de poemas, Fervor (1918),
en el que pueden todavía rastrearse las influencias y los modos de un
modernismo declinante y que se irán atemperando hasta desaparecer en sus
obras posteriores, gracias, sin duda, a la lectura de sus contemporáneos franceses
y españoles: André Gide, Jean Cocteau, Antonio Machado y Juan Ramón Jiménez,
entre otros, escritores que despertarán en el joven creador el deseo de
internarse por sendas menos manidas y de lanzarse a ciertos vanguardismos
literarios.
Así
pues, partiendo de sus primeros postulados modernistas, inicia un período de
búsqueda estética y estilística que se plasmará en obras como El corazón delirante, publicada en 1922, Biombo (1925)
o la ya posterior Sin tregua,
que aparece en 1957 y cuya sensibilidad alcanza resonancias personalísimas,
que se encarnan en unos versos de refinada exquisitez y en una temática
posromántica que se acerca al realismo para utilizarlo como símbolo, como
metáfora.
Fundador
en 1922 de la revista Falange,
de ideología claramente conservadora, participa sin embargo, más tarde, en la
fundación de Contemporáneos (lo
que parece señalar un giro en su pensamiento), integrándose en el grupo de
intelectuales y creadores que animan la revista, uno de los hitos más
destacados en la reciente historia de la cultura mexicana, que se distinguía
por sus afanes vanguardistas y renovadores. Su obra constituye, en este
contexto, uno de sus frutos más refinados y, también, más preñados de un
dramatismo que adquiere tintes místicos, pues el poeta busca sin cesar, en su
obra, los vínculos con la eternidad, con lo imperecedero, plasmándolos en una
sutil melodía que lo mantiene alejado de la desesperanza.
Algunos
críticos y estudiosos han puesto de relieve el surrealismo que alienta en la
poesía de Torres Bodet y también en sus textos en prosa, haciendo hincapié en
su imaginación desenfrenada y en algunas de sus imágenes más extravagantes.
Sin embargo, lo cierto es que el poeta intenta hallar un equilibrio personal,
una senda que serpentea entre lo tradicional y lo innovador, entre clasicismo
y vanguardia, como apuntaban ya los primerizos versos de Fervor,
un equilibrio que va perfilándose y se impone por la sinceridad de su actitud
literaria (incluso en la propia audacia de las imágenes), y por unas líneas
formales que beben en las fuentes de los grandes poetas del Siglo de Oro,
Luis de Góngora en especial, sin renunciar al vuelo imaginativo más osado.
Los
profundos sentimientos que Torres Bodet manifiesta en su lírica y su
preocupación existencial desembocan, casi como una inesperada paradoja, en
una ansiosa invocación a la muerte, que sorprende por el vigor, el plástico
dinamismo de unas imágenes transidas de anhelo y por las que fluyen el tiempo
y la vida, la inalcanzable eternidad como deseo y ensueño. Aparece así, como
expresan los versos deReloj, la perspectiva de "una tumba cada
vez más profunda" y, en el fondo del alma, "un puntual
enemigo" que abrevia el júbilo, pero también el quebranto.
La
muerte se convierte de este modo en la única salvación, la única realidad
tangible ante la inconsistencia de lo real, el arma que nos libera del mal
que atenazaba a Baudelaire: el tedio. Y Torres Bodet la invoca en Regreso con
un verso que es casi un grito: "¡Afirmación total, muerte
dichosa!", pues la existencia, la vida humana, por más que se empeñe en
una inútil búsqueda, no permite conocimiento alguno. Esta afirmación radical,
en la que se ha querido ver, a veces, una prefiguración del existencialismo,
se tiñe de horror cuando estalla la violencia de la Segunda Guerra Mundial y
empuja al poeta hacia una solidaridad, como vemos en el poema Civilización,
en la que palpita ya su postrer humanismo:
Un
hombre muere en mí siempre que un hombre
muere en cualquier lugar, asesinado, por el miedo y la prisa de otros hombres.
Esta
última etapa, que coincide con su actuación en la UNESCO, justifica la
afirmación, un tanto injusta, de José Joaquín Blanco cuando asegura que la
fama de Torres Bodet se debe a haberse integrado en el "astuto grupo de
poetas mexicanos que se hicieron célebres por sus buenos sentimientos",
olvidando sin duda su sólida trayectoria literaria en la que no sólo pueden
encontrarse poemarios de "insólita limpieza" (según Carlos
Monsiváis) y de logradísimo estilo, como Cripta (1937)
y Sonetos (1949),
sino que se vierte también en la prosa de sus novelas, La educación sentimental (1929), Proserpina rescatada(1931) y Sombras (1937),
o en sus narraciones cortas, como Nacimiento
de Venus y otros relatos(1941); para
florecer en la deslumbrante muestra de erudición y profundidad crítica que
son sus ensayos literarios, de entre los que pueden citarse El escritor en su libertad, publicado en 1953, o su lúcido acercamiento a
la obra de Proust, que apareció en 1967 con el título de Tiempo y memoria en la obra de Marcel Proust, así como en numerosos prólogos e
introducciones.
Valiosísima
es también la serie de sus memorias, que son un documento inapreciable por su
sensibilidad y el rico abanico de acontecimientos que contemplan. Iniciadas
en 1955 con Tiempo de arena,
les siguieronAños contra el tiempo (1969), La victoria sin alas(1970), El
desierto internacional (1971) y La
tierra prometida, publicada también en 1971.
"¡Basta ya de palabras, un gesto! No escribiré más", había escrito
años antes Cesare Pavese; y no es de extrañar que el poeta que tanto invocó a
la muerte, el creador torturado por su deseo de infinito decidiera, por fin,
acudir al encuentro de la eternidad. Algún tiempo después de su suicidio en
Ciudad de México (1974), Gabriel Zaid, en su artículo sobre "tres
muertos nobles", escribió: "Jaime Torres Bodet se pegó un tiro en
la boca dejándose llevar, con exceso poético, de su sentido del
deber..." Y añadía a continuación: "...lo ejemplar de estos poetas
radica menos en la realización de un paradigma, que en el hecho de haber
realizado, y padecido, una necesidad de dar ejemplo".
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Nombre del personaje: Jaime Torres Bodet
Fecha de nacimiento: 17 de abril de 1902 Fecha de fallecimiento: 13 de mayo de 1974 Origen: Ciudad de México Actividad: Escritor, poeta y docente Época: Contemporánea |
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Esta investigación es
para conocer un poco más la historia de nuestro país, a través de personajes
que han dejado huella, en este caso, en el ámbito literario. Seleccionamos a
este noble personaje de renombrada fama con la intención de saber en que se basa
nuestra historia cultural.
Su carrera intelectual y pública fue una de las más brillantes del México Contemporáneo. Nació en la ciudad de México el 17 de abril de 1902; estudió en la Primaria "Anexa" a la Normal, Escuela Nacional Preparatoria, en la Escuela de Leyes y en la de altos estudios de la Universidad Nacional. Antes de los veinte años enseñó literatura en la Escuela Preparatoria y fue secretario de la misma, de donde pasaría a la Secretaría de la "José Vasconcelos", rector de la Universidad y luego Secretario de Educación Pública. Siendo jefe del Departamento de Bibliotecas organizó la revista "El Libro" y "el Pueblo" y, junto con Bernardo Ortiz de Montellano, la revista literaria "La Falange"; colabora en "Lecturas Clásicas para Niños" y la revista "Contemporáneos".
Su carrera intelectual y pública fue una de las más brillantes del México Contemporáneo. Nació en la ciudad de México el 17 de abril de 1902; estudió en la Primaria "Anexa" a la Normal, Escuela Nacional Preparatoria, en la Escuela de Leyes y en la de altos estudios de la Universidad Nacional. Antes de los veinte años enseñó literatura en la Escuela Preparatoria y fue secretario de la misma, de donde pasaría a la Secretaría de la "José Vasconcelos", rector de la Universidad y luego Secretario de Educación Pública. Siendo jefe del Departamento de Bibliotecas organizó la revista "El Libro" y "el Pueblo" y, junto con Bernardo Ortiz de Montellano, la revista literaria "La Falange"; colabora en "Lecturas Clásicas para Niños" y la revista "Contemporáneos".
Tuvo una excelente
educación, la misma que lo responsabiliza de ser uno de los mejores educandos
en el país. Viajó en planes de estudio a Madrid, París, España, La Haya, Buenos
Aires y Bruselas, donde lo sorprende la Segunda Guerra Mundial. Aún cuando
estaba de viaje por lugares que muchos de nosotros no conocemos, siempre lo
hizo para mejorar su acervo cultural. Entre el diciembre de 1943 al diciembre
de 1946, inició un vasto programa de construcciones escolares, reorganizó y dio
impulso a la campaña de alfabetización, organizó la comisión revisora de planes
y programas de estudio, inició la Biblioteca Enciclopédica Popular y dirigió la
publicación de la obra "México y la Cultura". Su prestigio lo llevó a
ser Director General de la UNESCO. Posteriormente fue embajador de México en
París y Secretario de Relaciones Exteriores de la misma embajada.
Torres Bodet fue un
hombre que hizo demasiadas cosas importantes en su vida, por eso lo recordamos
como un hombre ilustre. Inició la construcción del Museo de Antropología e
Historia de la ciudad de México.
Jaime Torres Bodet
fue académico de la lengua y miembro del Colegio Nacional; como hombre culto
trabajó en varias instituciones importantes y por su manejo extraordinario de
las letras, destacó como escritor y poeta. En su faceta como escritor, su obra
literaria comprendió: poesía, ensayos, relatos, novelas, prólogos,
introducciones.
Su doctrina y sus
realizaciones en el campo de la educación nacional e internacional lo reconocen
como uno de los educadores eminentes de México. Destacó también en aportar sus
conocimientos, para llevar a cabo las transformaciones educativas en otros
países. Una de sus poesías más admirables en sus últimos años de vida es el que
a continuación se transcribe:
MEDIODÍA
"Tener, al mediodía, abiertas las ventanas del patio iluminado que mira al comedor. Oler un olor tibio de sol y de manzanas. Decir cosas sencillas: las que inspiran amor. Beber un agua pura, y en el vaso profundo Ver coincidir los ángulos de la estancia cordial. Palpar, en un durazno, la redondez del mundo. Saber que todo cambia y que todo es igual. Sentirse, ¡al fin!, maduro, para ver en las cosas Nada más que las cosas: el pan, el sol, la miel. Ser nada más el hombre que deshoja unas rosas, Y graba, con la uña, un nombre en el mantel.
"Tener, al mediodía, abiertas las ventanas del patio iluminado que mira al comedor. Oler un olor tibio de sol y de manzanas. Decir cosas sencillas: las que inspiran amor. Beber un agua pura, y en el vaso profundo Ver coincidir los ángulos de la estancia cordial. Palpar, en un durazno, la redondez del mundo. Saber que todo cambia y que todo es igual. Sentirse, ¡al fin!, maduro, para ver en las cosas Nada más que las cosas: el pan, el sol, la miel. Ser nada más el hombre que deshoja unas rosas, Y graba, con la uña, un nombre en el mantel.
El poema habla de las
maravillas que tiene la naturaleza, lo bonita de la vida y que debemos apreciar
el mundo, disfrutando cada momento.
Tras 16 años de dolor
padecidos por un cáncer maligno, el 13 de mayo de 1974, el literato Jaime
Torres Bodet pasaría a mejor vida. En estos últimos días de su vida empezó a
usar un bastón que lo ayudaba a caminar sin cojear. Después de tanto dolor, en
la sala de su hogar, se suicidó con un disparo en la sien.
Por su destacado
trabajo es reconocido en el país y en el mundo entero. Su tumba yace ahora en
el panteón Dolores, en la "Rotonda de los Hombres ilustres" junto a
muchos otros que, al igual que él, se han hecho acreedores de un reconocimiento
nacional.
CONCLUSIÓN
Después de una larga investigación, podemos decir que existen gran cantidad de hombres de nuestro país que han destacado internacionalmente, como es el caso del Dr. Jaime Torres Bodet. Don Jaime Torres Bodet demostró ser una persona con excelente educación y determinación, al cual debemos admirar porque nos dejó muchas obras literarias en diversos matices. Además soportó muchos problemas de su vida, aunque al final se acobardara y decidiera suicidarse.
Después de una larga investigación, podemos decir que existen gran cantidad de hombres de nuestro país que han destacado internacionalmente, como es el caso del Dr. Jaime Torres Bodet. Don Jaime Torres Bodet demostró ser una persona con excelente educación y determinación, al cual debemos admirar porque nos dejó muchas obras literarias en diversos matices. Además soportó muchos problemas de su vida, aunque al final se acobardara y decidiera suicidarse.
Política educativa de
Jaime torrez Bodet
Definir una política educativa para México, en el contexto de la
Segunda Guerra Mundial, como la registrada en el primer lustro de los años 40 y
de una lucha interna entre las diversas facciones gobernantes del país,
derivadas de las políticas revolucionarias del general Lázaro Cárdenas,
significó para el presidente Ávila Camacho y su secretario de Educación, Jaime
Torres Bodet, un verdadero reto a resolver.
La política presidencial giró en torno a la unidad nacional de los
mexicanos para enfrentar la amenaza nazi-fascista de Alemania e Italia,
fomentando los ideales de la libertad, democracia y la paz mundial.
Correspondió al doctor Jaime Torres Bodet, designado Secretario de
Educación el 23 de diciembre de 1943, reconocido en el ámbito intelectual,
artístico y diplomático, poco conocido en el magisterio, no obstante que en su
juventud había sido Jefe de Bibliotecas de la Secretaría de Educación durante
el ministerio del licenciado José Vasconcelos, dirigir un mensaje al pueblo de
México, para dar a conocer su ideario y programa de educación, centrando su
discurso en la importancia del apoyo de los maestros y de la nación entera,
para hacer realidad el pensamiento del presidente de la República.
El Secretario Torres Bodet expresó "que estaba persuadido de
que la consolidación de la independencia política y económica de México
descansa en la educación de todos sus hijos… y que…las circunstancias
históricas de nuestro tiempo exigen una educación para la paz, para la
democracia y para la justicia social".
Sin hacer gran publicidad, el secretario Torres Bodet, propuso al
presidente Ávila Camacho una reforma al artículo tercero que establecía la
educación socialista, para que postulara el amor a la Patria, a la conciencia
de la solidaridad internacional, en la independencia y la justicia, además de
desarrollar las facultades del ser humano.
La nueva legislación reafirmaría los principios a favor de una
educación laica, gratuita y obligatoria, así como el carácter democrática,
nacional, manteniendo firmes los postulados de la lucha contra la ignorancia y
sus efectos, fundada en los principios de la ciencia, la razón y el viejo
anhelo pedagógico de una formación integral del educando.
Para lograr el ideal educativo de la UNIDAD NACIONAL, requería de
un intenso programa de actividades en el aula, la escuela y la comunidad.
El sistema educativo mexicano, requería de una filosofía de la
educación, que hiciera posible la formación de un pensamiento social de los
educandos y de los mexicanos en general, que los cohesionara, que les diera
identidad nacional, que fomentara el amor por la patria.
Durante los años 40 el secretario Jaime Torres Bodet, llevó a cabo
una reforma a los planes y programas de estudios de la educación primaria,
secundaria y normal, por medio de los cuales se enseñaba la historia de México,
el civismo y los principios para una convivencia de los mexicanos, en favor de
la democracia, la justicia y la paz internacional.
El principio de la unidad nacional, como objetivo inmediato a
lograr mediante los programas educativos, era un propósito fundamental, de
soporte a la política del gobierno de la República, a favor de una posición
pacifista.
Una de las consecuencias esperadas durante la Segunda Guerra
Mundial, que afectaron también nuestro país, era la generación de un
pensamiento a favor de los países del eje formado por Alemania, Italia y Japón,
cuya ideología de sus gobiernos era el nazismo y el fascismo.
En este contexto, el gobierno mexicano se propuso educar para la
libertad, la democracia, la justicia y la paz.
A los niños y a los jóvenes se les inculcaban los valores cívicos,
de amor a la patria, a vivir en libertad y en la democracia, en un ambiente de
armonía interna y de paz mundial.
En el segundo período, como secretario de Educación, el doctor
Jaime Torres Bodet, se propuso una reforma educativa por medio de la cual los
estudiantes y maestros reafirmaban su conocimiento de la historia de México,
incluyendo los principales acontecimientos del siglo XIX y siglo XX, así mismo,
los primordiales conflictos bélicos, revoluciones sociales y sistemas de
gobierno durante el siglo XX, todo lo cual explicaba las condiciones políticas,
económicas, sociales y culturales del mundo y de nuestro país.
Otro aspecto relevante de esta reforma educativa, fue la
introducción de la enseñanza de las actividades tecnológicas en la educación
secundaria, para facilitar el desarrollo de aptitudes y habilidades manuales de
los estudiantes, aprendiendo así el manejo de herramientas para la soldadura,
mecánica, carpintería, costura y cocina, entre otras.
El desarrollo integral de la personalidad del adolescente, era
posible mediante el aprendizaje de conocimientos científicos, históricos,
cívicos, del lenguaje, de manualidades y educación física.
La formación de profesores de educación primaria, se extendió a la
preparación de educadores de adolescentes, con la creación de las escuelas
normales superiores públicas y privadas.
En esta reforma educativa a la enseñanza secundaria del país, así
como la creación de la Escuela Normal Superior de Nuevo León, participó el profesor
Humberto Ramos Lozano, hoy Benemérito de la Educación del Estado.
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